Proyectos privados y públicos exploran
las fronteras entre el papel y lo digital con tecnologías como realidad
aumentada para entregar lo mejor de ambos mundos a los usuarios
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Ilustraciones: LuaBooks./elespectador.com |
Entrar al reino digital no sólo para suplir necesidades, sino para
buscar oportunidades. La diferencia entre ambas situaciones es grande e
incluso vital: toda una declaración de principios que obliga a explorar
el amplio territorio de la creatividad que llega con un nuevo medio,
acaso infinito, y aún virgen en buena parte.
La Feria del Libro de
Bogotá este año trae consigo quizá una de las ofertas más interesantes
en términos de productos digitales en años recientes: desde
instituciones públicas y editoriales convencionales (por llamarlas de
alguna forma), pasando por empresas enteramente digitales hasta
editoriales pequeñas que por primera vez vinieron a la muestra. No es
sólo un asunto de cantidad, sino algo que está más relacionado con la
buena factura y un cambio de visión lo que impulsa a quienes quieren
aprovechar las nuevas herramientas de un terreno en el que se pueden
contar buenas historias sin necesidad de entrar en conflictos con el
formato.
Formato es una palabra de cuidado en este tema, pues ha
encarnado una suerte de línea divisoria entre el libro de papel y los
demás caminos de creación: los segundos tienden a ser definidos como una
suerte de imitación inferior del primero y en esa comparación nociva lo
digital, en ocasiones, ha sido tratado (o maltratado) más como una
necesidad de mercado y no como un medio rico en posibilidades creativas.
“Creemos
que lo que estas herramientas nos permiten es reforzar, o crear, el
vínculo entre el niño, el lector, y su padre o su docente, y a futuro
esa relación permitirá la aparición de muchas otras cosas. Estas
aplicaciones permiten una lectura que no sólo es lineal y en soledad,
sino que se hace en varios niveles y en compañía”. Camilo Cáceres,
profesional del área de primera infancia del Ministerio de Cultura,
habla de una serie de tres productos que la entidad está lanzando en la
Feria y que, a diferencia de otras iniciativas que ya están en marcha,
crean una relación entre el papel y lo digital.
Las tres
aplicaciones hacen uso de realidad aumentada y dos de ellas parten de
piezas físicas (un libro y un rompecabezas) para entregar no sólo
contenido extra, sino una forma diferente de lectura. Quizá la más
ambiciosa de estas herramientas es Pombo encantado (disponible para
Android), que funciona en conjunto con Pombo y platillos, uno de los
libros del programa Leer es Mi Cuento, que ya tiene más de un millón de
ejemplares impresos, de entrega gratuita. La aplicación despliega
animaciones en 3D en cada página del texto, además de reproducir una
narración que ya está en el libro; esta función puede ser silenciada por
si alguien quiere leer en voz alta al tiempo con el niño. Las otras dos
aplicaciones son Armanimales, que despliega realidad aumentada sobre un
rompecabezas, y Pombo mágico, que muestra personajes de Rafael Pombo
que pueden mezclarse en cualquier escenario real.
El grupo de
aplicaciones se suma a proyectos como Maguaré, un portal lanzado el año
pasado con más de 300 contenidos digitales para niños. Según Cáceres,
los materiales para trabajar con las aplicaciones (el libro y el
rompecabezas) pueden encontrarse en línea para que los usuarios los
impriman.
“Estamos convencidos de que en libros para niños el
libro de papel no va a desaparecer”. Juan David Saab es uno de los
cofundadores de Lua Books, una editorial que viene por primera vez a la
Feria y que utiliza su propia fórmula de realidad aumentada para realzar
la experiencia del lector con sus productos.
El pájaro de los mil
cantos, con texto de Lizardo Carvajal, otro de los cofundadores de la
editorial, ofrece un viaje por el mundo de criaturas inexistentes, pero
no por eso menos reales, que dibujadas con esmero entregan al lector
sonidos improbables y bellos. A través de una aplicación (BirdTron-iOS y
Android) el usuario puede completar en cada página la ilustración de un
animal imaginario y escuchar los sonidos que el texto describe. Esta es
una aplicación de realidad aumentada que, sin embargo, no depende de la
cámara del dispositivo para realizar un escaneo del material con el
cual se vincula la aplicación.
El cambio en el modelo de realidad
aumentada elimina problemas comunes con esta tecnología, como el foco,
la iluminación necesaria para su funcionamiento o a veces la calidad
misma de las impresiones sobre las que la aplicación realiza el escaneo.
La técnica empleada por Lua Books simplifica la experiencia del
usuario, más aún si se tiene en cuenta que el texto está pensado para
niños pequeños, aunque su atractivo atraviesa las fronteras de las
edades.
“Estamos convencidos de que podemos entregar productos de
calidad, tanto en papel como en términos digitales. No es sólo una
jugada comercial, sino de poder utilizar otros medios y formatos para
complementar la experiencia del lector”.
En una esquina similar se
ubica Catalina Holguín, directora de Manuvo para Colombia, una empresa
que presta servicios editoriales digitales, además de ser editorial
digital, y que para esta edición de la Feria estuvo detrás de por lo
menos cuatro aplicaciones para niños de Fundalectura y el ICBF, una para
la Biblioteca Nacional (centrada en la icónica revista Mito) y la
edición digital del Códice Mendoza, una obra comisionada por la corona
española para documentar en 1540 el hallazgo del imperio azteca.
“El
libro de papel no se va a acabar jamás. Yo nunca he sido editora de
papel y creo que tal vez por esto llego con menos ideas preconcebidas.
Claro, hay libros álbum divinos en papel para niños y es un soporte muy
fácil de entender. Pero mi sobrinita, que tiene seis años, tiene
tabletas y todo el tiempo está frente a una pantalla. A mí me preocupa
que mi generación en particular, en la que tenemos pies sólidos en ambos
mundos, el de papel y el digital, no sea partícipe de esa transición:
que mi sobrinita quiera leer en digital pero no encuentre un buen
contenido. Lo que he visto después de muchos años de hacer esto es que
mis prejuicios sobre el papel no son los de la generación que sigue y
que si no nos ponemos las pilas puede haber una pérdida de lectores. Un
buen lector lo es en ambos mundos”.
El camino por recorrer
“Aunque
toda la producción de nuestro contenido digital es local, aún pensamos
que producir aplicaciones en Colombia sigue siendo muy caro”, asegura
Juan David Saab, director técnico y cofundador de Lua Books. Para
Catalina Holguín, directora de Manuvo para Colombia, en el país se han
hecho grandes esfuerzos en materia de infraestructura de tecnología,
pero siguen existiendo falencias en temas creativos. Este es un reclamo
que también se oye en otros sectores, pues consideran que el enfoque de
las políticas digitales puede girar demasiado en torno a las empresas y
se ha olvidado un poco la formación en procesos creativos para
industrias culturales.