lunes, 5 de noviembre de 2012

Manhattan Transfer

Opinión

  
Es bien sabido por los lectores atentos de las noticias del desastre que causó el paso del huracán  Sandy-¿por qué los huracanes llevan nombre de mujer?- sobre la ciudad denominada capital del mundo. Creo, sin exagerar, que es la ciudad más nombrada en novelas y películas y canciones. Sus calles, parques, plazas son más reconocidas que las  suyas propias por realizadores y escritores y músicos. En ese listado el que encabezaría el más prolífico homenaje a su imaginario real sería Woody Allen; seguiría Martin Scorsese,  por nombrar sólo dos magníficos directores de cine estadounidenses  que han contribuido queriendo y tal vez sin querer que todos, alguna vez, nos demos un champú de turismo por la Gran Manzana. Así sea en las imágenes de sus películas, donde Nueva York, es el personaje de trasfondo tutelar de esas historias que nos cuentan.
 “Siete millones de historias tiene la ciudad de Nueva York” pregona en una canción salsera  el  cantautor panameño Rubén Blades. Las alusiones  y menciones que tiene la ciudad son numerosas. Por ejemplo,  recordar que en ella se dio el movimiento salsero que precisamente lo denominó César Miguel Rondón, periodista venezolano, en su libro Salsa, el sonido Nueva York. Aludía como allí se conformó un saber hacer un ritmo tan particular y latino que se proyectó al mundo y se llamó desde entonces: Salsa. Recordar los títulos de canciones salseras como Un verano en Nueva York en la voz del boricua Andy Montañez con el Gran Combo de Puerto Rico. Fuego en  el 23 de la poderosa Sonora Ponceña también puertorra. Ahora la celebradísima canción de Franz Sinatra, New York, New York que se constituyó con el paso de los años en una mítica canción himno a la ciudad.
Y sin entrar en erudiciones ociosas con los cantantes de jazz y ni qué decir de los baladistas.
Y los escritores que han hecho de la ciudad de Nueva Yok, el imaginario real y concreto de sus novelas están Paul Auster, con su Trilogía de Nueva York. Y a comienzo del siglo XX, John Dos Passos nos cuenta cómo la ciudad se transformó en lo que ya es hoy la Capital del Mundo, desde su páginas magníficas que constituye en otro merecidísimo homenaje  a su vida total en la novela casi fundacional, titulada precisamente Manhattan Transfer.
Apena  e impresiona ver las duras imágenes que muestran, aún frescas del desastre climático, depredación que los habitantes estadounidenses están contribuyendo sin parar en conciencia. Y uno se pregunta, cómo es posible que ya en muchas películas, se anticipaba de una manera apocalíptica  un desastre nuclear, tomando como sede a la ciudad más cosmopolita pero más contemporánea del planeta, donde vibra el capitalismo icónico más raizal, y el individualismo más feroz que una cultura pueda mostrar como su belleza negra- que me perdonen los afros, es sin ninguna alusión racista- porque belleza rara y extraña si tiene Nueva York. Los más categóricos para designarla dirán, que ella sola es el más puro postmodernismo, porque convive desde lo más sórdido como lo más sublime de la estética del capitalismo voraz que hoy por hoy se tomó el planeta con toda su carga crítica para bien y mal de los seres, porque las utopías,  que nos venden,  se acabaron…
Sin olvidar jamás que el  suceso que cierra y abre una nueva forma de la guerra global que los propios Estados Unidos fomentan al mundo con su demente complejo industrial-militar, son aquellas imágenes que el mundo entero vio y vivió en vivo y en directo por la televisión el 11S de cómo unos fundamentalistas islámicos lanzaban aviones jet a los Torres Gemelas. Ellas están tan impregnadas de Nueva York, que uno piensa que no podía ser en otra ciudad sino justamente allí para que su impacto de escalofrío se diera tan fuerte, donde de paso cada uno piensa, que hacía yo cuando tumban las torres gemelas del New World Center.
Ya existe todo un imaginario real y literario fundamentado en varias novelas, que no los voy a fatigar enumerándolas, en lo qué  y cómo pasó con ese contundente golpe a la ciudad de Nueva York, que hoy poco a poco renueva y fortalece sus ímpetus excepcionales y vuelve a la vida, porque ella es sin ninguna duda La Capital del Mundo.