Se fue Mutis, dejándonos a Maqroll el Gaviero...
Recorrido por toda la obra del escritor colombiano
Portadas de la producción literaria de Álvaro Mutis./semana.com |
La balanza, 1948. Fue su primer libro, escrito a los 24
años en colaboración con Carlos Patiño Roselli. La edición, de 200
ejemplares y con ilustraciones de Hernando Tejada, se quemó casi toda en
las librerías del centro de Bogotá durante El Bogotazo. En 1997 se
publicó una edición facsimilar.
Los elementos del desastre, 1953. Contiene una mezcla de versos,
prosa y poemas en prosa, lo cual demuestra que desde un comienzo Mutis
se propuso combinar la narración y la poesía. Predominan los temas del
deterioro y la desesperanza, los cuales serán una constante en su obra.
Reseña de los hospitales de ultramar, 1959. Se
publicó en una separata de la revista Mito y consolidó su prestigio como
poeta gracias a un elogioso comentario de Octavio Paz: “Un poeta de la
estirpe más rara en español: rico sin ostentación y sin despilfarro”.
Aquí aparece por primera vez su emblemático personaje Maqroll el
Gaviero.
Diario de Lecumberri,
1960. Cuatro crónicas sobre su experiencia como recluso en la
cárcel de Lecumberri (México), en la cual permaneció 16 meses. Un
testimonio honesto y desgarrador pero contenido en su lenguaje.
Los trabajos perdidos, 1965. Reúne poemas escritos
en la cárcel y otros sobre el exilio, que evocan con una conmovedora
nostalgia de su hacienda Coello. Es, quizá, su mejor libro de poesía.
La mansión de Araucaíma, 1973. Un relato gótico en
tierra caliente. En una vieja casa, varios personajes marginales
construyen un precario orden basado en ritos sexuales. La aparición de
una muchacha precipita el desastre. Esta obra respira erotismo y
sensualidad.
Caranvansary, 1981. Caravaneros del Asia central,
oficiales del Imperio napoleónico, Alexander Pushkin en su lecho de
muerte, un príncipe elector y, por supuesto, Maqroll el Gaviero en el
trópico, hablan en las páginas de estos intensos poemas en prosa y nos
revelan momentos epifánicos de sus vidas.
Los emisarios, 1984. Retoma los personajes
históricos –hay un poema a Cesare Borgia– pero este libro se distingue
por su reencuentro con España –Tríptico en la Alhambra, Una calle de
Córdoba– y por su incursión en la poesía lírica con Diez Lieder.
Crónica regia, 1985. El palacio de El Escorial,
construido para desafiar el tiempo, la infanta Catalina Micaela y Felipe
II, pintados por Sánchez Coello: el reino del siglo XVI español es
evocado por Mutis quien a su vez intenta perpetuar ese orden monárquico
con la palabra escrita.
La muerte del estratega, 1985. Este relato
extenso, escrito en Lecumberri, cuenta una historia de amor en los
últimos días de la caída de Bizancio. Es una síntesis de su
contradictorio universo narrativo: el anhelo de un orden sagrado y la
afirmación del deseo terrenal.
Un homenaje y siete nocturnos, 1986. Cierra el
ciclo de su poesía con una celebración de la música –Mario Lavista,
Chopin– y un gran escepticismo frente al poder de las palabras. Es,
también con su Nocturno en Compostela, el más espiritual de sus libros.
La nieve del almirante, 1986. Es la primera novela
de la saga de Maqroll, en la cual el viejo marinero emprende un viaje
por el río Xurandó en busca de unos aserraderos. Metáfora de la
inutilidad de las empresas humanas y de la necesidad de resistir hasta
el final.
Ilona llega con la lluvia, 1988. Aparece aquí un
Maqroll menos filosófico y más mundano que se involucra en actividades
al margen de la ley y es testigo impotente de la pasión fatal de su
amiga Ilona. Fue llevada al cine por Sergio Cabrera, en 1996.
Un bel morir, 1989. En esta novela, que en
principio cerraría la saga de Maqroll con su muerte, Mutis se aproxima
al amor senil y a la demente violencia colombiana.
La última escala del Tramp Steamer, 1989. Narrada
por el propio Mutis –Maqroll aparece tangencialmente– cuenta con gracia
los tristes amores de un veterano marinero vasco y la joven y bella
Warda Bashur, contrastados con el final de un barco de otros tiempos.
Amirbar, 1990. Es un homenaje a esos hombres que
en la gesta de colonización antioqueña se enloquecieron por el oro y
también una reflexión sobre el simbolismo que hay en esa quimérica
búsqueda.
Abdul Bashur, soñador de navíos, 1991. Abdul
Bashur, el amigo entrañable de Maqroll, cuenta sus andanzas con los
episodios más novelescos que puedan encontrarse en la obra de Mutis.
Tríptico de mar y tierra, 1993. Un elogio de la amistad –Maqroll y Alejandro Obregón–; una parodia del puritanismo y el nacimiento de la
desesperanza en un niño; tres historias disímiles conforman este
tríptico que da fin a las empresas y tribulaciones de Maqroll el
Gaviero.