El Círculo de Lectores cumple 50
años, en los que ha vendido más de trescientos millones de libros y ha
jugado un papel clave en el fomento de la lectura en España
En el
año 62, España era territorio donde el hábito de la lectura estaba
circunscrito a contextos muy reducidos. El grueso de la población,
pluriempleado en los años del desarrollismo, aprovechaba el poco tiempo
libre que tenía en otros menesteres. Algunos hablan de un páramo
cultural. Quizá . exagerado. Pero sí es cierto que no andábamos
boyantes en lo que a afición por los libros se refiere. Por esta razón,
los logros alcanzados por el Círculo de Lectores en esa época tienen
algo de milagroso. El Club de Lectura más popular en nuestro país
celebra ahora sus 50 años de vida. Es una buena excusa para repasar su
trayectoria, marcada, en buena medida, por el éxito.
Hans Meinke, que llegó al Círculo en 1965 como asesor de su primer director en España (Arnold Schmitt), y luego lo dirigió desde finales de los 70 hasta 1997, recuerda como una alta autoridad intentó -así de contradictorios somos en este rincón del planeta- disuadir a sus fundadores de la idea de asentarse aquí. "En España no se lee", sentenció con severidad. "No voy a revelar su identidad, pero, ya le digo, era uno de las máximos responsables de la gestión cultural en el país", confiesa -a medias- a elcultural.es. Esa afirmación, sin embargo, lejos de desmoralizarles, la tomaron como un reto.
El proyecto surgió impulsado codo con codo entre el empresario Reinhard Mohn, presidente la editorial alemana Berltesmann, y José Esteve, de la editorial española Vergara. Ambos querían romper el hermético modelo de comercialización de los libros: "Había pocas librerías, sólo en ciudades grandes, con un mostrador y un librero detrás, sin que se pudiesen tocar los ejemplares". Así era difícil que el españolito medio se enganchara al carro de la literatura. El Círculo se propuso romper esa barrera intimidatoria. "Hacer lectores, eso es lo que buscábamos", dice Meinke. ¿Y eso cómo se hace? "Sembrando". Pusieron en marcha una siembra que dio una cosecha formidable: "Conseguimos estar en casi el 15% de los hogares españoles. En la mejor época tuvimos más de un millón y medio de socios [ahora hay 1.007.000]. Lo de que en España no se leía era casi un sarcasmo. La gente estaba deseando dejar de ser inculta. Vimos que había una gran sensibilidad hacia los libros pero no tenían los caminos abiertos para acceder a ellos". Estudios realizados con motivo del aniversario por el Círculo arrojan un resultado que parece un espejismo en estos tiempos de crisis: más de 300 millones de libros vendidos a lo largo de este medio siglo de existencia.
Pero antes de llegar a esas cifras de vértigo tuvieron que atravesar
unos años de incertidumbre. Hacer lectores lleva su tiempo. Además,
toparon con dificultades estructurales que estuvieron a punto de dar al
traste con toda esperanza. Por ejemplo, Correos no enviaba paquetes que
superaran los 300 gramos. Era un escollo que parecía insalvable. Al
socio español, de hecho, se le agotó la paciencia y se retiró. Veía los
potenciales réditos situados en un horizonte demasiado lejano. Quedó
Bertlesmann en solitario. Aguantó hasta que la locomotora de ventas se
embaló por fin. Gracias a una red de agentes, que en los 80 llegó a
contar con casi 4.850 miembros, se produjo el despegue. Casa por
casa, fueron llamando a las puertas de la casi totalidad de domicilios
españoles. Captaban suscriptores, les llevaba las revistas con las
novedades para que pudieran elegir los títulos de su gusto, les aconsejaban y luego, para rematar el proceso, le llevaban los volúmenes comprados en mano.
"Eran un ejército maravilloso. Yo siempre se lo agradecía, porque ellos no tenían conciencia de lo importante que era lo que estaban haciendo. Nuestro éxito se sustentó en gran medida en su labor. Eran sobre todo gente humilde que trabajaba a media jornada para redondear sus ingresos en otros trabajos", añade Meinke. Él mismo, en esos primeros años, también peregrinó por los barrios de Barcelona en busca de nuevos socios. "Siempre me acordaré del día que subí a uno de los nuevos bloques de Ciudad Meridiana, en la periferia de la ciudad. Me abrió un hombre. La casa tenía un mobiliario mínimo. Lo básico. No había ni un solo libro pero aceptó hacerse suscriptor, lo que me dio mucha alegría, claro. Sólo que cuando fue a firmar estampó tres cruces sobre el papel. Le dije que no podía ser, que nuestro producto estaba destinado a personas que pudieran leer. Pero me contestó que los libros no eran para él, sino para sus hijas, que todavía estaban a tiempo de aprender".
En el catálogo del Círculo se combinaba la literatura popular con lecturas más exigentes. A sus socios se les ofrecía colecciones a cargo de Mario Vargas Llosa, Martín de Riquer, Emilio Lledó... "Nunca quisimos bajar el listón, que es lo que hace ahora, creo que equivocadamente", lamenta Meinke. Con el tiempo, llegaron a lanzar títulos en exclusiva, como las bibliotecas de Laín Entralgo y Julio Caro Baroja. La relevancia de estas obras despertó el interés de los libreros, que no podían acceder a un material blindado a los miembros del club. Para satisfacer esa demanda, nació en 1992 el sello Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg, entre cuyas señas de identidad destaca un prestigioso ramillete de Obras completas que abarcan autores como Octavio Paz, Gómez de la Serna, Elias Canetti, Francisco Ayala, García Lorca, Cortázar, Delibes, Martín Gaite, Vargas Llosa (de este último salen ahora los tomos que compilan su obra periodística).
En la actualidad, sin embargo, este sello se ha separado del Círculo de Lectores. Lo hizo en 2010, tras la entrada de Planeta en el club (ahora posee un 50% de su capital, la misma cantidad que Berltesmann). La colaboración, en cualquier caso, se mantiene para títulos concretos, que se distribuyen igualmente entre los suscriptores del Círculo (también ha sobrevivido el nombre de la editorial: Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Con la llegada de José Manuel Lara al accionariado del Círculo, fue Joaquín Álvarez de Toledo, que llevaba vinculado a Planeta 17 años, el que tomó el timón de la nave, con un objetivo bien delimitado: mantenerla navegando con éxito en el océano digital y que la tempestad de la crisis no provocara el naufragio. Este último parece improbable que se produzca, sobre todo porque la masa social en que se asienta todavía supera, por poco, el millón afiliados, que compra cada año al menos ocho libros (ahora también cuentan cedés y deuvedés). Joaquín Álvarez de Toledo deja bien claro a elcultural.es que los socios del Círculo no son vejestorios apegados al papel impreso por inercia histórica. "El perfil medio más común es un varón de 45 años casado y con un hijo". Y como curiosidad explica que todavía hay 73 suscriptores que llevan completos los 50 años de andadura ligados al club.
A comienzos de año, Álvarez de Toledo y su equipo lanzaron la plataforma digital Booquo, que facilita a sus socios una suerte de tarifa en la lectura de libros electrónicos a cambio de una cuota mensual de 9'99 euros. Aun no siendo exactamente igual, tiene muchos paralelismos con el exitoso modelo de Spotify en el terreno musical. En la actualidad dispone de un catálogo con alrededor de un millar de títulos, que esperan incrementar hasta los 1.500 o 2.000 hacia finales de año. "La intención es mantener la filosofía que ha seguido el Club hasta ahora: seleccionar aquello que nos parece más interesante para nuestros socios y ponerlo a su disposición". En el ámbito del papel, filtran los alrededor de 80.000 títulos que se publican cada año en España para dejarlos en 300 (ese es el número de novedades que presentan a sus socios a través de su revista). Y eso es lo que buscan seguir haciendo en el marco digital.
Ilustración de Javier Mariscal que representa a los agentes del Círculo de Lectores /elcultural.es |
Hans Meinke, que llegó al Círculo en 1965 como asesor de su primer director en España (Arnold Schmitt), y luego lo dirigió desde finales de los 70 hasta 1997, recuerda como una alta autoridad intentó -así de contradictorios somos en este rincón del planeta- disuadir a sus fundadores de la idea de asentarse aquí. "En España no se lee", sentenció con severidad. "No voy a revelar su identidad, pero, ya le digo, era uno de las máximos responsables de la gestión cultural en el país", confiesa -a medias- a elcultural.es. Esa afirmación, sin embargo, lejos de desmoralizarles, la tomaron como un reto.
El proyecto surgió impulsado codo con codo entre el empresario Reinhard Mohn, presidente la editorial alemana Berltesmann, y José Esteve, de la editorial española Vergara. Ambos querían romper el hermético modelo de comercialización de los libros: "Había pocas librerías, sólo en ciudades grandes, con un mostrador y un librero detrás, sin que se pudiesen tocar los ejemplares". Así era difícil que el españolito medio se enganchara al carro de la literatura. El Círculo se propuso romper esa barrera intimidatoria. "Hacer lectores, eso es lo que buscábamos", dice Meinke. ¿Y eso cómo se hace? "Sembrando". Pusieron en marcha una siembra que dio una cosecha formidable: "Conseguimos estar en casi el 15% de los hogares españoles. En la mejor época tuvimos más de un millón y medio de socios [ahora hay 1.007.000]. Lo de que en España no se leía era casi un sarcasmo. La gente estaba deseando dejar de ser inculta. Vimos que había una gran sensibilidad hacia los libros pero no tenían los caminos abiertos para acceder a ellos". Estudios realizados con motivo del aniversario por el Círculo arrojan un resultado que parece un espejismo en estos tiempos de crisis: más de 300 millones de libros vendidos a lo largo de este medio siglo de existencia.
Hans Meinke dirigió el Círculo de Lectores durante casi veinte años |
"Eran un ejército maravilloso. Yo siempre se lo agradecía, porque ellos no tenían conciencia de lo importante que era lo que estaban haciendo. Nuestro éxito se sustentó en gran medida en su labor. Eran sobre todo gente humilde que trabajaba a media jornada para redondear sus ingresos en otros trabajos", añade Meinke. Él mismo, en esos primeros años, también peregrinó por los barrios de Barcelona en busca de nuevos socios. "Siempre me acordaré del día que subí a uno de los nuevos bloques de Ciudad Meridiana, en la periferia de la ciudad. Me abrió un hombre. La casa tenía un mobiliario mínimo. Lo básico. No había ni un solo libro pero aceptó hacerse suscriptor, lo que me dio mucha alegría, claro. Sólo que cuando fue a firmar estampó tres cruces sobre el papel. Le dije que no podía ser, que nuestro producto estaba destinado a personas que pudieran leer. Pero me contestó que los libros no eran para él, sino para sus hijas, que todavía estaban a tiempo de aprender".
En el catálogo del Círculo se combinaba la literatura popular con lecturas más exigentes. A sus socios se les ofrecía colecciones a cargo de Mario Vargas Llosa, Martín de Riquer, Emilio Lledó... "Nunca quisimos bajar el listón, que es lo que hace ahora, creo que equivocadamente", lamenta Meinke. Con el tiempo, llegaron a lanzar títulos en exclusiva, como las bibliotecas de Laín Entralgo y Julio Caro Baroja. La relevancia de estas obras despertó el interés de los libreros, que no podían acceder a un material blindado a los miembros del club. Para satisfacer esa demanda, nació en 1992 el sello Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg, entre cuyas señas de identidad destaca un prestigioso ramillete de Obras completas que abarcan autores como Octavio Paz, Gómez de la Serna, Elias Canetti, Francisco Ayala, García Lorca, Cortázar, Delibes, Martín Gaite, Vargas Llosa (de este último salen ahora los tomos que compilan su obra periodística).
Reinhard Mohn, fundador del Círculo, en una de las motos de los agentes del club. |
En la actualidad, sin embargo, este sello se ha separado del Círculo de Lectores. Lo hizo en 2010, tras la entrada de Planeta en el club (ahora posee un 50% de su capital, la misma cantidad que Berltesmann). La colaboración, en cualquier caso, se mantiene para títulos concretos, que se distribuyen igualmente entre los suscriptores del Círculo (también ha sobrevivido el nombre de la editorial: Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Con la llegada de José Manuel Lara al accionariado del Círculo, fue Joaquín Álvarez de Toledo, que llevaba vinculado a Planeta 17 años, el que tomó el timón de la nave, con un objetivo bien delimitado: mantenerla navegando con éxito en el océano digital y que la tempestad de la crisis no provocara el naufragio. Este último parece improbable que se produzca, sobre todo porque la masa social en que se asienta todavía supera, por poco, el millón afiliados, que compra cada año al menos ocho libros (ahora también cuentan cedés y deuvedés). Joaquín Álvarez de Toledo deja bien claro a elcultural.es que los socios del Círculo no son vejestorios apegados al papel impreso por inercia histórica. "El perfil medio más común es un varón de 45 años casado y con un hijo". Y como curiosidad explica que todavía hay 73 suscriptores que llevan completos los 50 años de andadura ligados al club.
A comienzos de año, Álvarez de Toledo y su equipo lanzaron la plataforma digital Booquo, que facilita a sus socios una suerte de tarifa en la lectura de libros electrónicos a cambio de una cuota mensual de 9'99 euros. Aun no siendo exactamente igual, tiene muchos paralelismos con el exitoso modelo de Spotify en el terreno musical. En la actualidad dispone de un catálogo con alrededor de un millar de títulos, que esperan incrementar hasta los 1.500 o 2.000 hacia finales de año. "La intención es mantener la filosofía que ha seguido el Club hasta ahora: seleccionar aquello que nos parece más interesante para nuestros socios y ponerlo a su disposición". En el ámbito del papel, filtran los alrededor de 80.000 títulos que se publican cada año en España para dejarlos en 300 (ese es el número de novedades que presentan a sus socios a través de su revista). Y eso es lo que buscan seguir haciendo en el marco digital.