Un tema fascinante es el de los escritores que se desempeñan alguna vez como traductores, consiguiendo a veces resultados idiomáticamente más notables que el original traducido, o bien siendo, en otras ocasiones, una auténtica catástrofe
Traducción es igual a traición, según la acepción latina de traducttoree./elespectador.com/blogs |
Ejemplo de lo primero lo tenemos en la traducción de Las minas del Rey Salomón, de Rider Haggard, vertida al portugués por Eça de Queiroz: una maravilla tal que, en verdad, debiera decirse que King Salomon’s Mines es una pálida traducción inglesa, anticipada, de una obra maestra que se publicaría en Lisboa cinco años después.
[Otro caso semejante, entre los que yo he leído, es el de un libro
que mejoró notablemente al traducirse, sin que fuese malo en el
original. Me refiero a Nicaragua: Ein Land wie Pulver und Honig,
de Hermann Schulz. Lo tradujo Sergio Ramírez al español, pero al que se
habla en su país, hasta el punto de que siendo además Sergio un
buenísimo escritor, y nicaragüense, parece como que primero se escribió
la traducción al alemán, para que al final pudiera escribirse el
original nica: Nicaragua: Una tierra de pólvora y miel].
Y un ejemplo de lo segundo podría ser la traducción de los Papeles póstumos del Club Picwick,
de Charles Dickens, fusilados en castellano por nadie menos que Pérez
Galdós, a quien sólo se puede disculpar en razón de su juventud e
inexperiencia, y tomando en cuenta que es bastante posible que en el
horror resultante influyera la redacción del diario donde la publicó.
Hay casos en que la editorial quiere darle un especial relieve al
lanzamiento de un nuevo libro de un gran autor, y elige para traducirlo a
un gran autor del propio idioma. Es lo que pasó con El amor en los tiempos del cólera, al publicarse en Brasil.
He aquí los cinco elementos que componían la portada: 1° Gabriel García Márquez, 2° Premio Nobel de Literatura, 3° O Amor nos Tempos do Cólera,
4° Tradução de Antonio Callado, y 5° el logotipo de la editorial con
una sola palabra que casi parece aludir al contenido prometido por
semejante portada: RECORD. Con cinco elementos homologables se puede llegar a vender condones en el Vaticano.
Y además, la traducción no estaba mal, aunque encerraba fallos
clamorosos, como “la papayera de la próspera población de Gayra”
convertida en “a gente da plantação de mamão”; a mis lectores
colombianos (sobre todo costeños) no tengo necesidad de explicarles que
una papayera es lo que Pacho Zumaqué me definió de manera tan gráfica
como inolvidable: “Un combo de chupacobres”. O sea, una
banda de música con predominancia de instrumentos de viento, y no, como
tradujo Callado, la gente de la plantación de papaya.
Un gran traductor alemán, Wilhelm Muster, elogiado por Ernst Jünger,
en su prólogo a una antología de cuentos de Juan Carlos Onetti, dejó
dicho que “Traducir no es tan sólo el traslado de un original de un
idioma extranjero al propio, sino ante todo el testimonio del efecto de
un original en un traductor”, y añadió: “De cualquier
modo, a partir del naufragio que toda traducción significa, y del mismo
modo que un buscador de restos frecuentemente les saca partido, a veces
se consigue volver a hacer navegar el barco, con otras planchas y otros
mástiles”.
Está muy puesto en razón, pero luego, en su traducción del cuento Jacob y el otro,
la frase “La vida había sido siempre difícil y hermosa” la tradujo como
si Onetti hubiese escrito “La viuda había sido siempre difícil y
hermosa”, con lo cual el naufragio fue sin remisión en este caso. Sobre
todo porque aunque Muster hubiese manejado una edición con una errata,
lo cierto es que en todo el cuento no aparece jamás una viuda, y eso
tendría que haberlo puesto alerta.
Sea como fuere, este de los autores metidos a trujamanes es un tema
que promete mucho, y en el que trabajo ahora por encargo de la revista
Vasos Comunicantes, de la sección autónoma Traductores de Libros, de la
ACE (Asociación Colegial de Escritores), de España, cuya página web es
la siguiente: http://www.ace-traductores.org/historia. Prometo pasarles el resultado después de que se publique allá.