Invitado especial del Filba, el escritor colombiano pasó por Buenos
Aires y habló del proceso de paz en Colombia, del Islam y, con Sarmiento
de ejemplo, de su causa contra la clase política. “Siempre que escribo
estoy hablando con ironía y sarcasmo”, reconoció
Vallejo: "Respeto la tinta impresa; la más fugitiva y deleznable es la de los libros electrónicos y del internet".foto.fuente: Revista Ñ |
Con un tono de voz apenas audible y sin perder nunca la calma ni
agitarse, Fernando Vallejo se explaya con un profuso rosario de
improperios, descalificaciones y críticas sin caer ni tambalear siquiera
en el insulto o el agravio. El escritor colombiano usa su español
perfecto para ejercitar su versión de un malditismo contemporáneo, que
reniega –con el énfasis de muchos adjetivos encadenados– del poder: el
de la clase política, las religiones todas y la crueldad de los humanos
para con los animales. En cambio, Vallejo es reticente a hablar de sus
ideas de la literatura: con un yo intenso, que es la primera persona
omnipresente en su obra, asegura que sólo encontró la manera de hacer
sus libros, que ya tiene bastante trabajo con eso como para ponerse a
pontificar. “Todo lo que está en letra impresa es verdadero mientras los
procedimientos del escritor no demuestren lo contrario”, concedió. En
su discurso resulta verosímil que no ambiciona dinero ni poder. No
menciona a ningún otro escritor: no le interesa que le cuenten nada, ya
sació toda la curiosidad de lecturas, y sólo ve a sus colegas en las
ferias del libro o en encuentros como el Filba, donde fue invitado a
leer sus textos en el cierre y protagonizó una entrevista pública en el
Centro Cultural Recoleta la tarde de este encuentro con Ñ digital.
-La edición de este año del Filba está dedicada a México, ¿qué tan mexicano se siente?
-Muy poco, sin embargo he vivido la mayor parte de mi vida allá, he escrito todos mis libros allá. Pero más de la mitad de mis diez libros, que son novelas, tratan de Colombia; y he escrito tres biografías de poetas y gramáticos colombianos, o sea que gran parte de mis libros y de mi cabeza siempre ha estado en Colombia.
-¿Conoce a los escritores mexicanos?
-Sí, después de tantos años los conozco mucho, los he ido conociendo. Lo que pasa es que la Ciudad de México es muy grande y termina uno muy aislado porque casi no se ve con los amigos. Al menos yo vivo muy aislado.
-Pero los ha leído…
-No, nunca he tenido mucho interés. Mira, desde que empecé a escribir, hace como 30 años, no volví a leer literatura. De niño y de muchacho leí mucho, después le perdí interés a lo que dicen los demás. No tengo curiosidad que me cuenten cosas.
-Colombia sí está muy presente en su vida, en su literatura. A pesar de que ya no vive allí, ¿viaja de visita?
-Estoy yendo a cada rato y siempre la tengo presente en la cabeza.
-¿Y cómo tomó esta nueva negociación del presidente Santos con las FARC? ¿Hay un nuevo futuro para Colombia?
-No, no tiene ninguno. Colombia es un país perdido. Las FARC están ahí hace 60 años. Son unos criminales y como no pudieron llegar al poder por la vía de las armas (y de la sangre y del secuestro y del terrorismo y del tráfico de estupefacientes), entonces ahora lo quieren por la vía de las urnas, del engaño. Tal como el otro grupo guerrillero urbano, el M19, buscan participar en las próximas elecciones.
-¿Por qué cree que el presidente Santos tiene buena imagen a raíz de esta decisión?
-Buena imagen conmigo no. El presidente busca hacer el cuento de la paz para que lo reelijan, porque el antecesor impúdicamente introdujo en Colombia la reelección.
-No ve diferencias, entonces, entre este presidente y el anterior…
-Ninguna, la clase política colombiana es impúdica y despreciable. Se llaman servidores públicos pero van detrás del botín del poder y los partidos políticos son mafias, son empresas delictivas. Todos los gobernantes del planeta en estos momentos son unos sinvergüenzas cuando no unos hampones cuando no son unos tiranos. Unos más ladrones otros menos, gentuza toda.
-Pero son inevitables…
-Por lo visto sí. Pero definitivamente que no hablemos de que hay democracia porque el hecho de que haya elecciones no quiere decir que haya democracia. Las elecciones de los Estados Unidos tendrán lugar dentro de dos meses, y el partido republicano y el partido demócrata son maquinarias electoreras donde van detrás de un botín que son los altos puestos públicos y todo lo que trae de prebendas y negocios y dinero y prestigio, etc. Eso no es democracia… Y ellos dicen que son el país de la democracia en el mundo.
-¿Entonces es igual que cualquier otro tipo de gobierno?
-No, una dictadura es más mala que uno de estos que se llaman gobiernos democráticos y una tiranía es peor que una dictadura, y por supuesto que una supuesta democracia.
-Tanto en las biografías como las novelas, habla de vivencias suyas, también hizo investigaciones, ¿para usted tiene que ser realista la literatura?
-Yo tengo que resolver un problema mío cómo hago los libros. Me cuesta trabajo, más o menos lo he resuelto hasta ahora, el próximo lo estoy tratando de resolver. No voy a dar fórmulas para los demás. No puedo decir “la literatura debe ser esto”. Que cada quien hable como quiera, que haga lo que quiera y como pueda y que escriba como quiera y como pueda. Ya con lo mío tengo lo suficiente: no pontifico sobre qué debe ser o qué no debe ser.
-Es la manera que tiene para decir lo que quiere.
-Pues todo lo que está en letra impresa es verdadero mientras los procedimientos del escritor no demuestren lo contrario, no revelen que es mentira. Yo respeto la tinta impresa. Ahora es tinta electrónica en los Kindle y letra más fugitiva y deleznable que es la de los libros electrónicos y lo del Internet.
-Es claro que no le gusta.
-No, es la nueva realidad y me tengo que acomodar, pero la realidad para mí siempre ha estado mal. Todo siempre ha funcionado mal. Ahora ésta es otra forma de lo malo, que sea peor que en el pasado, es muy probable.
-¿Puede ser peor?
-Por supuesto. Hasta que deja de ser peor porque esto se acaba: se nos terminan los problemas.
-Su postura crítica, ¿cree que pone más interesante el discurso, los argumentos? ¿Se puede ser más elocuente, más brillante, más claro desde su posición?
-Yo he tomado posiciones sobre muy pocas cosas. Desprecio a la clase política, pero sólo un ciego puede no ver que son unos hampones disfrazados de servidores públicos. Sólo un ciego no puede ver eso. Y unos ambiciosos… pero no digo la gentucita de ahora, digo la gente del pasado. Por ejemplo, ustedes tuvieron de presidentes a Sarmiento o a Mitre –que tenían una estatura o algo–, y eran ambiciosos de poder. Cuando Sarmiento escribía Facundo en realidad era un panfleto contra Rosas. Iba detrás del puesto que ocupaba Rosas. ¿Entonces dónde está la grandeza de Sarmiento? ¿Dónde está la grandeza de alma? ¿Quién lo estaba llamando? Nadie, él se estaba llamando. Y te pongo de los que podemos mencionar como gente honorable del pasado y buen escritor, por lo demás. Y Mitre ni se diga, y el fundador de La Nación, y el traductor de Dante. ¿Qué podemos esperar de la ignorancia de los políticos de ahora?
Eso con respecto a la política. Con
respecto a la iglesia, ¿qué podemos decir de una empresa criminal que ha
sido el Cristianismo en sus dos mil años? O mil novecientos, porque
antes del año 100 no hay cristo, después de año 100 hay diez cristos y
no sabemos de cuál estamos hablando nunca. El Islam ni se diga, esta
horda obnubilada y oscurantista, refrendera, terrorista...
-Tampoco cree que la llamada “primavera árabe” vaya a cambiar el panorama…
-No, van a salir de la de los tiranos y van a caer en la de los granujas. No van para ningún lado porque van a adoptar la democracia que tenemos nosotros aquí en América, en la del norte y en la latina. ¿Para qué adoptan eso? No han dado ningún paso adelante, seguirán igual con unos o con otros. Da lo mismo un reyezuelo que un presidentucho.
-En
“La puta de Babilionia”, habla de las consecuencias que la Iglesia
tuvo en América latina, pero ahora están llegando los nuevos profetas,
los predicadores espiritualistas. ¿Lo conoce a Ravi Shankar?-Sí,
ya lo he oído hablar. Son los hippies marihuanos dándosela de
espirituales y de promulgadores de una superación personal hacia lo
espiritual. Mire: si este señor se cruza de piernas, se siente en el
suelo y levita, le creo; si levita de pie no le creo, tiene que ser
sentado; pero que levite, sino que no hable basura. Pero mire qué rebaño
que convoca, bueno, es el que convocaba la iglesia católica que ya no
convoca más. Y el que está convocando las sectas protestantes que ahora
llaman evangélicas en Latinoamérica. Mire, Brasil está inundado de
ellos, también Colombia, Guatemala, México... Estamos ante un rebaño. La
humanidad es un rebaño y no hay esperanzas ante un rebaño que sigue
produciendo ovejas, contaminando los ríos, los mares, derritiendo los
polos, matando y comiéndose a los animales, atropellándolos; y
hacinándose en ciudades.
-¿En qué consiste básicamente su postura de defensa de los animales?
-Los animales de sistema nervioso desarrollado, los que sienten el hambre, la sed, el dolor, el miedo, son nuestro prójimo. Hay que acabar con los mataderos, con el oficio infame de carnicero, y con el carnivorismo de la gente que se va a comer a su prójimo. Siento amor por ellos, me siento contento de estar a su lado, me tranquilizan el alma y son mis hermanos. Y no puede haber ninguna moral que no parta de esta base. Hay que respetarlos, no tenemos por qué explotarlos ni por qué hacerlos reproducir. El hombre no tiene derecho a intervenir en la vida de los animales si no es para favorecerlos. Hasta el fin de mis días seguiré con esta causa mía, que no me la inventé, que la descubrí, y que no la necesito para mí porque los perros y los animales no dan votos ni dan plata: ni me interesa tampoco el dinero; ni me interesa tampoco el poder.
-¿Y cuándo fue que descubrió que ésta era una causa suya?
-Fue muy paulatinamente, en el curso de muchos años. A mí me pusieron la venda moral que me impedía verlos como mis hermanos, y ver su dolor como el que podía ser el mío. Primero empecé a ver los perros abandonados de la calle: antes no los veía, eran objetos, pasaba frente a ellos y si me los estaba comiendo nunca pensé que si estaba obrando mal. Nunca lo capté, ni con todo lo que había estudiado, con la infinidad de libros que había leído, las ciudades que había visitado y de gente que había tratado: no lo había visto. Fue un proceso muy largo, se toma mucho tiempo cuando pasó en una persona de mi edad: ahora es más fácil para los niños y muchachos que tengan padres o amigos vegetarianos o algo volverse vegetarianos, porque así como cunde el mal ejemplo también cunde el bueno.
-¿Y piensa volcarlo en algún libro suyo?
-Ahora trato de escribir otro libro, pero el libro de los animales no he podido nunca. Lo puedo decir en un discurso, o en una entrevista, pero he querido hacer uno sobre mi hermano Aníbal y su esposa Nora, que desde hace pongámosle 27 años se echaron sobre sus hombros la carga de la sociedad protectora de animales de Medellín, que era una ruina que nadie quería, dejando su vida ahí para recoger a los perros callejeros y defenderlos. Quisiera escribir sobre ellos y no he podido, tal vez porque siempre que escribo me burlo de la gente y estoy hablando con ironía y con sarcasmo, o con insultos… Y con ellos no, porque no puedo, porque es lo contrario: escribiría con admiración. Pero como no soy yo el protagonista tampoco de su historia...
-Es natural para usted escribir con ironía y sarcasmo, es la manera suya...
-Pues, no sé, sí... mucho de lo que escribo está lleno de eso. Pero como el que habla en esos libros míos es medio loco, pues tampoco hay que hacerle mucho caso.