Mario Bellatin
Biografía fantasma
Ahora, precisamente en este momento, estaba tratando de
describir parte de la angustia que debió de sentir mi abuela cuando
destruyeron su casa para construir –en medio de la ciudad– una vía
rápida, a la cual bautizaron como el by pass.
Estuvo dentro,
realizando su rutina habitual, hasta el día anterior a que la obligaran a
salir a la fuerza. Al aparecer en la entrada, frente a las grandes
máquinas que aguardaban para empezar su labor, dio la impresión de ser
una vieja dama –lo era en realidad– acompañada de una perra. En esa
época la raza –se trataba de una spaniel– era poco común en nuestra
comunidad.
Al día siguiente regresé a la demolición. Encontré a mi
padre tratando de negociar algunas puertas y ventanas que habían
sobrevivido a la tragedia. Esas puertas y ventanas seguramente habían
pertenecido al cuarto que, tanto él como sus hermanos, habitaron desde
niños. En aquella habitación mi padre fue acusado de homosexual por una
mujer mala, que tiempo después se casó con un pariente de la familia.
Era curioso apreciar –en el álbum de fotos– algunas imágenes de aquella
boda. De la novia se veía sólo una porción del brazo. La figura completa
había sido arrancada, seguramente con la intención de abolir su
recuerdo. En las fotos se apreciaba al pariente desposado, vestido para
la ocasión, tomado de la mano por un brazo interrumpido. En esas
imágenes violentadas aquel pariente daba la sensación de estar casándose
consigo mismo. Algunos años más tarde instaló una granja de pollos en
lo alto de una montaña.
En esa especie de granja, se trataba más
bien de un minúsculo galpón ubicado en un barrio marginal, aquel
pariente parecía feliz, sobre todo cuando realizaba en mi presencia
cierta prueba, donde se demostraba cómo cualquier ave con
características diferentes a las ordinarias en su especie, era picoteada
por las demás hasta morir. Solía conducirme al área de los pollos
recién nacidos y ataba una tirita roja a la pata de alguno escogido al
azar. Lo soltaba luego entre la multitud.
En la foto, el pariente
mantenía un vaso de licor en la mano. Nunca entendí por qué causó tanto
revuelo la acusación que profirió la mujer mala. Yo me enteré después de
quince años de formulada. Parece que fue hecha cuando mi padre todavía
era soltero.
Al día siguiente, cuando regresé junto a mi padre a
la casa derruida, noté que algunos de los aparatos del baño estaban en
medio de la acera. El excusado, el lavabo y la tina. En esa casa no se
contaba con bidets. En ese momento, un hombre se disponía a subirlos a
una carretilla.
A partir de entonces, la gente saqueó lo que mi
padre –quien decidió abandonar la vigilancia de la propiedad– no pudo
comercializar. Noté, entre un grupo de objetos, parte de la cabecera de
la cama donde mi padre descubrió muerta a su tía preferida. Dicen que
cuando la hallaron estaba con el pecho manchado de sangre y mostraba una
extraña mueca.
Hace relativamente poco tiempo descubrí que las
medicinas modernas contra la tuberculosis empezaron a utilizarse desde
el año cincuenta y cinco. La tía de mi padre murió tiempo después. ¿No
contaban en ese entonces con los recursos suficientes para adquirir
aquellos remedios?
Pero lo más deslumbrante de la jornada fue la
figura de una mamacha –mujer indígena mayor que conserva su traje
tradicional. La recuerdo claramente, sus espesas faldas eran de color
fucsia, sentada en la cumbre de un montículo de escombros.
Desde
siempre esa casa estuvo situada frente a un campo ferial. Todos los
años, durante la fiesta nacional, se instalaban allí infinidad de juegos
mecánicos.
En ciertas épocas del año, la casa se plagaba de
pulgas. Mi madre me lo ha contado. Dijo que a veces, cuando era niño,
salía corriendo desnudo a la calle con el cuerpo lleno de piquetes. Para
los miembros de la familia lo peor no era que escapase de la casa, que
lo hiciera desnudo, sino que mi cuerpo luciera de ese modo las
picaduras.
En el segundo piso había un departamento que
acostumbraban rentar. Era pequeño pero luminoso. Contaba con una terraza
con vista al campo donde se aposentaban los juegos mecánicos, y podían
apreciarse también las copas de los árboles que mi abuela solía cultivar
en su jardín.
Recuerdo que, en cierta ocasión, entre la salida de
un inquilino y la entrada de otro, mi padre se ofreció a pintar las
paredes del pequeño departamento. Yo lo acompañé. Ni bien entramos nos
atacaron las pulgas. Era curioso verlas subiéndose por mis piernas, por
mi pecho. Cientos de pulgas, que habían proliferado en el tiempo en que
el departamento estuvo vacío.
Una situación similar la viví años
después, en la época en que estaba empeñado en criar cerca de una docena
de gatos. En ese entonces dos hembras acababan de parir, y la
multiplicación de pulgas fue también impresionante. La diferencia era
que se trataba de pulgas de gatos, inofensivas para otras especies, y no
propias de seres humanos.
Una tía me contó el método utilizado en
la casa para controlar las plagas periódicas. Se hacía una bola con
varios calcetines unidos, se ponía debajo de las sábanas y las pulgas,
después de picar a alguno de los habitantes, se iban a refugiar allí
buscando el calor. Al día siguiente era muy fácil introducir la bola
formada con calcetines en una olla de agua hirviendo.
Al igual que
la tía preferida de mi padre, un primo mío sufrió también de
tuberculosis, pero muchos años después. Algunos dicen que una fuerte
depresión lo llevó a hacerse adicto a las drogas, y que ese tipo de vida
hizo que se tocara del pulmón, como se acostumbraba nombrar en ese
tiempo a los enfermos. Tocados del pulmón. En esa época, felizmente, los
medicamentos estaban ya al alcance de cualquiera. Recuerdo que poco
antes de ser diagnosticado, me dijo que su vida era verdaderamente
saludable pues había decidido beber en forma regular un vaso de jugo de
naranja.
Tengo otro primo que también se aficionó a las drogas.
Pero su adicción nunca tuvo cura. Pasa su existencia recluido en una
serie de instituciones. Cada vez que sale de una de ellas, aparentemente
curado, la vida de los demás se convierte en un infierno. Pocas semanas
después lo vuelven a internar.
Una vez restablecido de su
enfermedad, el primo que tomaba jugo de naranja se fue a vivir a una
ciudad lejana, donde ha sido contratado, junto a su mujer, para realizar
labores domésticas en una mansión.
Cuento con otro primo, quien
trabaja trepado en los postes de luz cambiando los focos del alumbrado
público, y una prima más, que no está segura de dónde se ubica
exactamente la ciudad en que vive. Sin embargo, intuye que se encuentra
cerca de la frontera.
Actualmente, por el centro de lo que fue el
salón principal, circulan diariamente cientos de automóviles. La
angustia de mi abuela supongo que ya no existe. Espero, eso sí, que los
excusados, tinas y lavabos se encuentren, en algún lugar desconocido,
todavía en funcionamiento.
Mario Alfredo Bellatin Cavigiolo (Ciudad de México, 23 de julio de 1960) Escritor mexicano, cuya novela Salón de belleza
figura en el número 19 de la lista seleccionada en 2007 por 81
escritores y críticos latinoamericanos y españoles de los mejores 100
libros en lengua castellana de los últimos 25 años.1
Hijo de padres peruanos, Bellatin nació sin el brazo derecho;2 a los cuatro años de edad se fue con su familia a Perú, donde estudió Teología durante dos años en el seminario Santo Toribio de Mogrovejo y, después, Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima.
Fue allí, en 1986, que publicó su primer libro —Mujeres de sal—, pero su primera obra la había escrito a los 10 años y la había inspirado su afición por los perros.2 Al año siguiente viajó a Cuba con una beca para estudiar guion cinematográfico en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y al regresar a Perú, dos años más tarde, continuó publicando hasta 1995, cuando volvió a México.
Bellatin fue director del Área de Literatura y Humanidades de la Universidad del Claustro de Sor Juana y miembro del Sistema Nacional de Creadores de México de 1999 a 2005.
Es director de la Escuela Dinámica de Escritores en la Ciudad de México, que, creada en 2001 como asociación civil sin fines de lucro,3
propone un metódo de preparación literaria alternativo a los espacios
académicos y a los talleres tradicionales. En 2009 Bellatin anunció la
renovación de la Escuela, con programas televisivos y una editorial a
partir de 2010.4
Su preparación académica fue una influencia decisiva para el
desarrollo de su escritura. Su experiencia cinematográfica le llevó a
concluir que la realidad puede estar encapsulada en un fragmento de
tiempo pequeño y sin embargo ser capaz de provocar sensaciones
importantes en el espectador. De ahí se desprende el carácter
fragmentario de su escritura, que sólo ofrece los datos precisos de la
realidad que compone en sus novelas.
Su obra, de gran difusión, ha sido traducida al inglés, alemán y
francés. Mario Bellatin es considerado uno de los escritores
contemporáneos latinoamericanos experimentales, en cuyas novelas se
plantea un juego lúdico entre realidad y ficción, matizado con
protocolos apócrifos, crónicas, biografías o documentos científicos,
provocando así situaciones inverosímiles e incluso graciosas.
Su novelas no contienen referencias biográficas, pues el autor cree
que el texto debe sostenerse por sí mismo y que la literatura se
desarrolla de mejor manera con la menor intervención posible de parte
del autor. Premios. Finalista del Premio Médicis 2000 a la mejor novela extranjera publicada en Francia. Premio Xavier Villaurrutia 2000 por su novela Flores. Beca Guggenheim, 2002.Premio Mazatlán de Literatura 2008 por su novela El gran vidrio5
Obra. Mujeres de sal, Editorial Lluvia, Lima, 1986.Efecto invernadero, Jaime Campodónico Editor, Lima, 1992. Canon perpetuo, Jaime Campodónico Editor, Lima, 1993. Salón de belleza, Jaime Campodónico Editor, Lima, 1994 (Tusquets Editores, México D. F., 1999). Damas chinas, Ediciones El Santo Oficio, Lima, 1995 (Editorial Anagrama|Anagrama]], 2006). Tres novelas, Ediciones El Santo Oficio, Lima, 1995). Poeta ciego, Tusquets Editores, México D. F., 1998. El jardín de la señora Murakami, Tusquets Editores, México D. F., 2000). Flores, Matadero-LOM, Santiago de Chile, 2000 (Anagrama 2004). Shiki Nagaoka: Una nariz de ficción, Editorial Sudamericana, Barcelona, 2001. La escuela del dolor humano de Sechuán, Tusquets Editores, México D. F., 2001. Jacobo el mutante, Aguilar / Alfaguara, 2002. Perros héroes, Alfaguara, 2003 (a fines de 2011 la editorial chilena Pehuén lo reeditó con ilustraciones de Tomás Ives6 ). Obra reunida, Alfaguara, 2005; contiene: Salón de belleza; Efecto invernadero; Canon perpetuo; Damas chinas; La escuela del dolor humano de Sechuán; El jardín de la señora Murakami; Bola negra; Shiki Nagaoka: Una nariz de ficción; La mirada del pájaro transparente, Flores; y Underwood portátil. Lecciones para una liebre muerta, Anagrama, 2005. Underwood portátil modelo 1915, Sarita Cartonera, Lima, 2005. La jornada de la mona y el paciente, Almadía, 2006. Pájaro transparente, Mansalva, 2006, "rearmado de obras anteriores"7. El gran vidrio, Anagrama, 2007.Condición de las flores, Entropía, 2008. Los fantasmas del masajista, Eterna Cadencia, 2009. Biografía ilustrada de Mishima, Entropía; Matalamanga, 2009. El pasante de notario Murasaki Shikibu, Editorial Cuneta, Santiago de Chile, 2011. Disecado, Sexto Piso, México, 2011.La clase muerta, Alfaguara, México, 2011; contiene dos textos: Biografía ilustrada de Mishima y Los fantasmas del masajista. La mirada del pájaro transparente, con ilustraciones de Daniel Bravo; Pehuén Editores, Santiago de Chile, 2011. El libro uruguayo de los muertos, Sexto Piso, México, 2012.
Semblanza biográfica: Wikipedia. Textos y foto: El cuento del día.