"Cada vez que llegaba una caja de libros de Buenos Aires, hacíamos fiesta". Los libros de los que habla Gabriel García Márquez en esta cita fueron obra de las legendarias editoriales argentinas que dieron un impulso fundamental a la literatura latinoamericana
Borges contribuyó al boom, sin saberlo.García Márquez se descubrió escritor en una traducción de Kafka por Borges./lainformacion.com |
"Eran los
libros de Sudamericana, de Losada, de Sur, aquellas casas magníficas que
traducían los amigos de Borges", escribe el nobel colombiano en "El
olor de la guayaba".
La Argentina de los años sesenta es un país
con una ebullición cultural sin procedentes, alimentada por figuras como
Victoria Ocampo, Jorge Luis Borges o Adolfo Bioy Casares,
y por la inquietud de los grandes editores del momento, en buena parte
españoles exiliados, como es el caso de Sudamericana, Losada o Espasa-Calpe.
No
por casualidad es Sudamericana la primera en publicar "Cien años de
soledad", en mayo de 1967, en una arriesgada apuesta de su editor,
Francisco Porrúa, por el entonces desconocido escritor colombiano.
Gloria
Rodrigué, nieta de Antonio López Llausas, fundador de Sudamericana, aún
recuerda las anécdotas de su abuelo sobre los autores del "boom" y se
enorgulleces de haber trabajado durante 40 años en la mítica editorial
que también fue la primera en publicar a Julio Cortázar.
"Cien
años de soledad" se contrató con la lectura de un solo capítulo, con una
primera edición de 8.000 ejemplares. Una apuesta muy fuerte para un
autor desconocido", explica a Efe Rodrigué, que hoy lleva las riendas de
Edhasa.
La
editora relata que, en agosto de 1967, García Márquez viajó a Buenos
Aires y su abuelo le llevó, en un maletín, un adelanto de los 500
dólares de los derechos del libro al hotel donde se alojaba con su
esposa, en el barrio porteño de Recoleta.
"Gabo sacó los billetes, los tiró sobre la cama y le dijo a Mercedes: ahora sí puedes ir a comprarte el vestido que quieras".
"'Cien
años de soledad' se empezó a vender entonces y no ha parado", continúa
Rodrigué, que admite que no todo fueron éxitos en el "boom".
"Los
primeros libros de Cortázar no se vendían. "Bestiario" (1951) estuvo
once años sin venderse, pero el mercado era distinto y los editores
apostaban entonces a los autores. Si los libros no se vendían, se
mantenía la apuesta y se iba construyendo al autor", explica.
"Cuando
salió 'Rayuela' (1963), Cortázar pasó a la fama, y tuvo y tiene un
éxito extraordinario. Había que esperar a los autores", insiste.
Junto a la apuesta decidida de los editores, el lenguaje
común fue determinante para impulsar el "boom", surgido de una
generación de intelectuales con una extraordinaria formación cultural,
muchos de ellos traductores, como era el caso de Borges y Cortázar.
"Traducíamos a Simone de Beauvoir, Camus, Malraux... No era sólo un 'boom' en Latinoamérica, sino también en Europa", salvo, puntualiza Rodrigué, en España, donde la censura impuesta por la dictadura franquista impedía publicar a muchos de los autores de vanguardia.
"Muchos
de los libros se hacían aquí porque en España no se podían hacer. Para
evitar la censura, a veces mandábamos libros a un depósito clandestino
en España y se vendían con una tapa falsa".
La efervescencia de la
izquierda latinoamericana y el triunfo de la revolución cubana fueron
también fundamentales para impulsar la obra de escritores
latinoamericanos, apunta Susana Cella, investigadora de la Universidad de Buenos Aires.
"Ya no era como en los años de las vanguardias, que el punto de encuentro era París,
ahora los intelectuales se reunían en La Habana, un país con un proceso
de cambio que generaba mucha expectativa", continúa Cella en
declaraciones a Efe.
Paralelamente, las editoriales argentinas
"tenían voluntad de riesgo, de no ir a lo seguro o a la marca registrada
como ocurre ahora, sino de difundir nuevos autores, de buscar nuevas
expresiones".
Y en este caldo de cultivo, la publicación de "Los
Nuestros" en 1966, del influyente crítico argentino Luis Hars,
contribuyó a delimitar lo que luego se llamaría la generación del
"boom".
En "Los Nuestros", Harss incluye a figuras consagradas, como Borges, Miguel Ángel Asturias o Juan Rulfo, junto a escritores ascendentes, como Alejo Carpentier, Cortázar, Carlos Fuentes o Mario Vargas Llosa, y a un desconocido: García Márquez.
Hoy,
Rodrigué sostiene que ni autores ni editores fueron conscientes de que
formaban parte de un fenómeno que marcaría la historia de la literatura.
"No
eran conscientes de su trascendencia. El boom latinoamericano fue una
época gloriosa que difícilmente se puede repetir. Ahora parece que la
cultura dejó de ser un bien universal y hay una tendencia a encerrarse
en los nacionalismos en todos lados. Eso atenta porque la cultura tiene
que ser universal", concluye