miércoles, 22 de mayo de 2013

El retrato desolador del México urbano de Josefina Vicens

Segundas oportunidades

Josefina Vicens, escritora mexicana, rescatada en segundas oportunidades./elpais.com
Mucho antes de que una generación de escritores hispanoamericanos se pusiera a escribir novelas sobre la imposibilidad de escribir novelas, estaba Josefina Vicens con El libro vacío (1958). Esta escritora mexicana nunca fue olvidada del todo y tuvo defensores importantes en cada época, desde Octavio Paz en los años sesenta hasta Alejandro Zambra hoy; aun así, fuera de México es todavía más citada que leída.
El-libro-vacio-josefina-vicensJosé García, el narrador de El libro vacío, es un funcionario anodino, uno más de esos seres de la clase media que pueblan las grandes ciudades; durante el día, su vida discurre entre los sobresaltos familiares –le es infiel a su mujer-, los pequeños dramas económicos y los de su trabajo como contador. Es un retrato desolador de la vida urbana en el México de mediados del siglo XX, el complemento necesario –dijo alguien por ahí—al mundo rural narrado por Juan Rulfo en ese mismo período. García se asume como mediocre, y sin embargo tiene un sueño que podría liberarlo: está obsesionado por escribir un libro (otra aspiración clasemediera). Ha comprado dos cuadernos, con el objetivo de escribir libremente en el primero para pasar después al segundo lo que verdaderamente valga la pena. Así las frases van cayendo en el “pozo tolerante, bondadoso,” del primer cuaderno, pero nunca llegan a graduarse al segundo cuaderno. No importa: García sigue escribiendo, porque es más fuerte el impulso que la conciencia de saber que lo que uno escribe carece de importancia: “esto que ves aquí, este cuaderno lleno de palabras y borrones no es más que el nulo resultado de una desesperante tiranía que viene no sé de dónde”. En El libro vacío, el escritor es una suerte de Sísifo y la literatura aquello que hacemos en el primer cuaderno; al final todo termina donde empieza: es de noche, García debe irse a dormir, pero sigue soñando con comenzar a escribir su libro en el segundo cuaderno. En la literatura en español hay pocas frases más conmovedoras que las  últimas de este narrador perseverante: “En fin, voy a acostarme y seguir pensando. Tengo que encontrar esa primera frase. Tengo que encontrarla”.
Josefina Vicens escribió otro libro, Los años falsos (1988). Los dos libros se pueden encontrar juntos en una edición del Fondo de Cultura Económica (2008).