Un bestseller mundial. J.K Rowling sigue dando datos sobre personajes y lugares a través de Internet. Y hasta reveló una trama fantasma que no llegó a escribir
"Spoiler alert", advierte J.K. Rowling en el dialecto del siglo
XXI, en el que su expresión significa que no conviene entrar ni a foros,
ni a Twitter, ni a Facebook ni a conversaciones de carne y hueso en las
que un grupo de personas discutan el último capítulo de una serie, el
avance de la próxima película de Batman o el final de una saga literaria
de varios tomos. Avisa -y entonces no traiciona- porque quienes no
hayan leído los siete volúmenes de Harry Potter tienen que tener cuidado
por estos días al visitar Pottermore.com, el sitio en el que la autora
se comunica con sus lectores: allí hay juegos, noticias y datos
vinculados a la saga y, cuando se le da la gana a su autora, algunas
historias cortitas sobre los personajes del mundo que empezó a inventar
en 1997. Desde el viernes pasado y por diez días seguidos -con la excusa
de que se viene Navidad-, Rowling está compartiendo algunos textos
nuevos vinculados a su joven mago.
Pero nada es gratis: acceder a
cada una de las historias tiene un precio que no cotiza ni en dólares,
ni en euros, ni en pesos, ni siquiera en bitcoins. En Pottermore.com las puertas se abren a fuerza de saber,
por eso para acceder a cada uno de los diez textos hay que resolver un
acertijo sobre la saga, y recién ahí puede leerse (en inglés) lo que
Rowling va publicando y que, entre otras cosas, alude a "una trama fantasma", según ella misma definió.
Se
refiere a la historia de Florean Fortescue, un vendedor de helados de
la calle mágica que Rowling incrustó en Londres, Diagon Alley -allí
donde Harry consigue varita y búho para llegar equipado a Hogwarts-.
Fortescue, según revela uno de los textos inéditos, "es sujeto de
una trama fantasma que no llegó a incluirse en los libros". Harry
conoce a Florean en el tercer tomo de la saga y descubre a la vez que un
tal Dexter Fortescue -antepasado del heladero, según Rowling contó por
estos días- fue director de su escuela. Según las revelaciones
recientes, la autora había planeado que Florean fuera el conducto de una
serie de pistas que necesitaba que llegaran a Harry: para eso, su
protagonista y sus amigos lo liberarían de un secuestro. Pero finalmente
decidió que el portador de las pistas sería Phineas Nigellus Black: "Parece que lo secuestraron y lo mataron sin razón.
No es el primer mago a quien Voldemort asesinó por saber mucho (o muy
poco), pero es el único por el que me siento culpable, porque fue
totalmente mi error", escribió Rowling.
Otro de sus textos
profundizó sobre Cokeworth, el pueblo donde la madre de Harry y el
profesor Severus Snape vivieron durante su juventud. "El nombre debería
sugerir una localidad industrial y evocar el trabajo pesado y también la
mugre", escribió Rowling sobre el escenario al que los tíos de Harry
llevan al sobrino para intentar esquivar su destino de mago. Y también
contó la historia del pub mágico Leaky Cauldron, el más viejo de Londres
según cuenta la leyenda (en el mundo Potter). Leaky Cauldron está en la
calle Charing Cross: "Es una calle famosa por sus librerías, modernas y
de anticuario. Por eso quise que el pub estuviera en un lugar en el que
se entra a un mundo diferente", señaló Rowling, que seguirá dando
novedades en los próximos días.
Ya se escribió un libro que cuenta
la historia del Quidditch, el deporte que Rowling inventó para que sus
personajes jugaran sobre escobas voladoras. Ahora la autora agrega datos
"de enciclopedia" sobre el universo que imaginó y en el que cada vez
creen más y más lectores.
Unos pasos afuera de lo que llamábamos literatura Harry Potter ya no es un libro, es un mundo. Con
otra lógica que la de la literatura.
Harry Potter es más que un libro a esta altura: es un mundo. Así lo dispuso J.K Rowling, su demiurga.
Es
que Rowling es algo más, o algo distinto, que una escritora. Si una
novela es un universo cerrado y un escritor, alguien preocupado por
exprimir el lenguaje, Harry Potter es un mundo abierto, del que no
paramos de saber cosas, y su autora, alguien preocupado por exprimir la
historia por cualquier medio.
Rowling usa los recursos de Internet
para sus nuevas ficciones (o estos flecos de las viejas). Así,
establece un vínculo cotidiano con los lectores que, en realidad, ya no
son eso: tienen que moverse en una pantalla como en un videojuego y
contestar una pregunta para recién entonces acceder a las novedades. Hay
que clickear mucho –y bien– para enterarse.
Harry Potter
no termina cuando termina el libro. Sigue, pero con otra lógica que la
de la literatura, tal como la conocimos. Sigue pero en otro lado. Ese
lugar donde de a poco vivimos todos.