Vía armada. Juan B. Yofre indaga sobre los mitos revolucionarios y el rol cubano-soviético
El Che y Fidel. El autor se pregunta si la partida del Che de Cuba fue parte de un pacto con Moscú./revista Ñ |
Hoy, un cascote del muro de Berlín equivale a una pieza de
museo… Y sigue siendo difícil explicarse cómo un Estado que quiso
transformar el mundo y realizó proezas increíbles, terminó suicidándose.
Acaso haga falta ese tipo de mirada, distante y con destino
literalmente fatal, para encarar esta investigación sobre la génesis de
una violencia política que quiso por la vía armada hacer la revolución,
fracasó, instaló a la región en el corazón de la Guerra Fría y dio paso a
una larga secuela de terror.
Fue Cuba. La infiltración cubano-soviética que dio origen a la violencia subversiva en Latinoamérica
(Editorial Sudamericana) es el último trabajo del escritor,
periodista, embajador y ex jefe de la SIDE, Juan Bautista Yofre. Tal
como reza el título, no quedan dudas sobre la impronta que domina su
contenido y la rotunda posición del autor en el tema. Con todo, más que
por una postura ideológica determinada, que puede ser cuestionada, la
investigación importa por exhumar, con lo inexorable de los documentos,
un tema tan controversial y oscuro como ausente de debate. Al hurgar en
los orígenes de esa violencia, Yofre cuestiona, salvo escasas
excepciones, buena parte de lo conocido hasta la democracia de 1983, y
aun después, lo que fue configurando una suerte de “relato” que terminó
groseramente enfatizado en la última década.
El papel de La Habana
Dice el autor que este libro cierra un ciclo de investigaciones en
torno a la violencia política durante los 60 y 70, abordados en textos
anteriores, así como “el papel de La Habana en la fratricida guerra
Argentina y latinoamericana”. En línea con aquellos trabajos, la
información documentada vuelve a ser el arma elegida en la construcción
de su pesquisa. Esta vez se trata de documentos hasta ahora desconocidos
–que exhibe– básicamente de la Agencia de Inteligencia de la ex
Checoslovaquia. Son unos quince mil folios que recorren prácticamente
todo el libro, muy especialmente en el marco de la llamada “Operación
Manuel”, montada tras la Crisis de los Misiles y basada en Praga, que
empezó en 1962 a pedido de los cubanos.
Este esquema permitió a
miembros de movimientos insurreccionales de la región, la entrada y
salida secreta a y desde Cuba, donde recibían instrucción teórica y
militar para instalar focos guerrilleros en sus países de origen. Hasta
el 31 de mayo de 1968, última fecha mencionada, habían pasado de modo
encubierto 1.017 latinoamericanos. Los archivos dan cuenta, con nombres
reales o falsos, de las planas mayores de la guerrilla argentina.
El
libro también incluye documentación de la ex Unión Soviética y de otros
estados ya inexistentes; de la CIA y de dirigentes políticos y
militares de EE.UU., Cuba y la Argentina. Se cita una abrumadora
bibliografía especializada, así como información surgida de diálogos
directos con “viejos militantes de la izquierda radicalizada. Aquella
que prefirió el lenguaje de las armas”, escribe.
El trabajo abarca
desde la huida de Fulgencio Batista y la casi simultánea entrada de
Fidel Castro Ruz a La Habana, a comienzos de enero de 1959, hasta los
umbrales del asalto militar de 1976 en la Argentina. En esos cortos 17
años tuvieron lugar acontecimientos que provocaron –aún constreñidos al
marco de la Guerra Fría– un cambio de paradigma en el acontecer
político, económico y militar internacional. Entre otros, el proceso de
descolonización (y el nuevo concepto, “lucha por la liberación
nacional”, hasta entonces desconocido en la izquierda y el
establishment); la guerra de Vietnam y la crisis chino-soviética, que
dividió al comunismo y sembró el “foquismo” armado, y una Guerra Fría
que estuvo a punto de estallar y terminó marcando el destino de uno de
los polos enfrentados.
No siempre de modo cronológico, el autor va
revisando los sucesos y sus protagonistas regionales, sin olvidar la
vigilia de Washington, sus presiones y actitudes. Construye así una
radiografía minuciosa de la revolución cubana, la responsabilidad del
Che en el llamado “paredón”, los lazos con Moscú y la influencia de
Pekín, deserciones como la de Huber Matos o muertes misteriosas como la
de Camilo Cienfuegos. No faltan los fracasos de la CIA o los intentos
por matar a Castro, el papel de Kennedy en el fiasco de Playa Girón o
los aviones espías U2 derribados. Se destacan los golpes militares, en
la Argentina y en la región. También figuran las cartas de Juan Domingo
Perón a Fidel Castro, su vínculo con el Che y las variadas posiciones
del peronismo frente a la guerrilla. Hay numerosos perfiles (John
William Cooke, Janio Quadros, Jorge Ricardo Masetti, etcétera) y no
pocas anécdotas.
Muestras y preguntas
Yofre contrapone
lo que hasta ahora se conoce, con lo que testimonian los papeles en su
poder, lo que a veces ilumina dudas, en otras surgen contradicciones y
en otras más aparecen nuevos interrogantes. Algunos ejemplos: *¿Pidió
Fidel Castro los misiles soviéticos para defender a Cuba de una
invasión? ¿O fue una maniobra de Moscú? El autor sostiene que fue una
jugada de Nikita Kruschev, muy bien recibida por Castro. Cuando los
misiles se fueron de Cuba, EE.UU. levantó los suyos de Italia y Turquía.
El riesgo de invasión se disipó, pero la retirada soviética fue vivida
en la isla como una “traición” a su revolución, ya que aparecía
subordinada a otros intereses estratégicos de Moscú.
*No parece
irrazonable que la inteligencia checoslovaca actuara bajo control de la
KGB. Pero por lo menos la “Operación Manuel” se montó para la
instrucción militar en Latinoamérica, con vistas a la lucha armada.
¿Cómo se compadece entonces con la coexistencia pacífica? Yofre entiende
que el empeoramiento de la Guerra Fría y la presión china, que le
disputaba a Moscú la hegemonía comunista y le desguazaba los “viejos”
PP.CC., indujo al Kremlin a una suerte de “doble estándar”.
*¿Fue
pactado el alejamiento del Che? ¿Con Castro, o con Castro y Moscú? Su
renuncia a cargos y honores, incluida su nacionalidad cubana, ocurrida
tras la debacle en el Congo, estalla en el marco de una crisis en la
dirigencia cubana y fuertes desavenencias con Fidel. No casualmente a
fines de 1966, un iracundo Leonid Brezhnev fustigaba el “foquismo” y el
aventurerismo armado. Al parecer, tras una estadía en Praga, Guevara
volvió clandestinamente a Cuba para preparar su cruzada en Bolivia, y
pasó brevemente por la Argentina, su verdadera y final obsesión. Los
archivos secretos nunca desclasificados (si es que existen) siguen
enterrados en La Habana. Pero los indicios sugieren que Castro habría
desaprobado otra intentona en la Argentina (en 1964 la Gendarmería había
desbaratado la comandada por Jorge Ricardo Masetti), y habría
consentido el escenario boliviano, un destino que el Che había
descartado por inviable. Esta interpretación coincide con el dramático
testimonio de Ciro Roberto Bustos ¹, quien tras 40 años rompió su
silencio. Bustos, un mendocino incondicional elegido por Guevara,
participó fusil en mano de las dos peripecias, y escribió que en
Bolivia, “el Che fue abandonado”.
Saltando a la estructura de la
obra, cabe señalarle al autor un énfasis innecesario en su
posicionamiento político, máxime cuando su fuerza reside en la
información documentada que posee. Hay, también, cierto exceso en los
espacios que ocupa la “interna” cubana, y también la argentina, mientras
algunos temas abordados parecen demandar una mayor contextualización,
capaz de vencer el tiempo transcurrido o la cruda ignorancia de los
hechos.
Con todo, la ambiciosa y exhaustiva investigación de Juan
Bautista Yofre se compadece con una frase del gran historiador militar
británico Antony Beevor: la historia nunca termina de estar del todo
contada.
(1) El Che quiere verte. La historia jamás contada del Che en Bolivia (Vergara Bs.As. 2007)