Un día de abril de 2014 el cielo se llenó de mariposas amarillas para despedir a Gabriel García Márquez, el maestro del realismo mágico, el colombiano eterno que se marchó tras dejar un enorme legado que queda entre las joyas de la literatura
Era el 18 de abril cuando se
apagaba a los 87 años la vida de García Márquez en su domicilio de la
capital mexicana, ubicado en la calle Fuego, tras no superar una
infección pulmonar.
El novelista había llegado el 8 de abril a su
casa en camilla, trasladado por una ambulancia del hospital donde estuvo
internado unos días y, como pasó con su estado de salud en los últimos
años, el hermetismo fue total sobre su evolución hasta el fallecimiento.
Fue
precisamente junto a esa fachada de piedra y ladrillo donde el
galardonado con el Nobel de Literatura en 1982 fue visto en público una
de las últimas veces, el 6 de marzo, día de su cumpleaños, cuando salió a
saludar a los periodistas que acudieron a felicitarlo.
Con una
rosa amarilla en la solapa, su flor favorita, y una gran sonrisa, Gabo
fue festejado por los comunicadores con "Las Mañanitas", la canción
típica de cumpleaños en México.
Cada 6 de marzo decenas de
periodistas acudían a su casa y eran testigos de la llegada de flores y
regalos para celebrar cada cumpleaños del maestro del realismo mágico.
Aunque pasaba temporadas en su Colombia natal, sobre todo en Cartagena de Indias,
García Márquez convirtió en su hogar hace más de medio siglo a México,
donde escribió su novela más universal, "Cien años de soledad".
De
su mudanza a México presumía su amigo y escritor Álvaro Mutis
(1923-2013), pero lo cierto es que un viaje circunstancial, el 2 de
julio de 1961 y que solo duraría una semana, se convirtió en definitivo y
con el tiempo se fue vinculando al país.
Casi siempre sin avisar y
cada vez con menos frecuencia, aparecía en eventos públicos de sus
amigos, en conciertos de sus artistas favoritos, como Joaquín Sabina o
Diego "El Cigala". Sigiloso, sin querer llamar la atención, pese a que
movía multitudes.
En
sus últimos años de vida corrieron rumores de que estaba perdiendo la
memoria, que se estaba apagando poco a poco la mente brillante que
enamoró al mundo
con obras eternas como El amor en los tiempos del cólera, El coronel
no tiene quien le escriba, La hojarasca, El otoño del patriarca, Crónica de una muerte anunciada, El general en su laberinto.
Sin embargo, estos últimos tiempos no quitaron un ápice de valor al legado que el escritor deja a la literatura universal.
García
Márquez "se queda en sus libros, y se va a quedar no ahora, no para
nosotros, porque dentro de 500 años y dentro de mil, si existimos, habrá
quienes estén leyendo al Gabo", asegura su amiga y escritora Ángeles
Mastretta.
La venta de su archivo personal, compuesto por manuscritos, notas, fotos y correspondencia, al Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas (Estados Unidos) suscitó polémica hace unos días. Sin embargo, personas de su entorno defendieron la decisión de la familia.
Jaime
Abello, director general de la Fundación Gabriel García Márquez para el
Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), dijo a Efe que el "legado" más
importante de Gabo no era otro sino "su propia obra literaria" y sus
"ideas", aún por estudiar y evaluar.
Queda, además, el cine, en el
que trabajó como guionista en la escuela de cinematografía de Cuba y el
festival de cine de Cartagena, "con el que se comprometió tanto",
comentó Abello.
Y otro gran legado, fruto de su gran pasión, es la
Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, ya que Gabo quería ser
recordado como periodista antes que nada y como el creador del mejor
periódico del mundo, un sueño que intentó en varias etapas de su vida,
pero que no pudo realizar.
"No quiero que se me recuerde ni por Cien años de soledad ni por lo del nobel, sino por el periódico", dijo
en alguna ocasión García Márquez. "Nací periodista y hoy me siento más
reportero que nunca, lo llevo en la sangre, me tira", decía.
A lo largo de su vida, trabajó en
numerosos medios, sobre todo en Colombia, como El Heraldo, El Universal,
El Espectador o la Agencia de Prensa Latina, entre otros.
Sin
embargo, por diferentes motivos nunca pudo cumplir su sueño, dijo
Abello, por lo que decidió crear la fundación para "entrenar a los
jóvenes" y que algún día haya alguien que haga el mejor periódico del
mundo y con ello cumpla en su nombre su sueño.