Ad portas de la muerte y sufriendo por un cáncer de estómago que terminaría por llevárselo en noviembre de 2005, el escritor Rafael Humberto Moreno-Durán, R.H, recopiló varias citas de su obra y sus reflexiones en un solo lugar
Rafael Humberto Moreno-Durán, autor colombiano de la densamente feminista Femina Suite./elespectador.com |
Carnets: aforismos y reflexiones hace parte del gran legado
manuscrito que sobrevivió a la partida del autor de Femenina Suite y
fueron encontrados recientemente por su familia. Estos aforismos, además
de otros cuadernos manuscritos del archivo, se han venido trabajando
desde el 2013 en un grupo compuesto por estudiantes de literatura de la
Universidad de los Andes bajo la dirección de Jerónimo Pizarro. Carnets:
aforismos y reflexiones, recoge una serie de comentarios en torno a
diversos temas que fueron centrales al pensamiento de R.H. Así, en las
mismas páginas del cuaderno colindan reflexiones en torno a la política,
el lenguaje, la literatura, la sexualidad y la mujer. Para efectos del
presente se decidió presentar unas cuantas frases que versan sobre la
visión de R.H en torno a la literatura, actividad que desempeñó desde
siempre e incluso en estas mismas páginas cuando regentaba El rincón del
cuento, hace ya algunos años.
Queda mucho por hacer para el
estudio de la obra de este autor tan relevante en la historia de la
literatura colombiana, por lo pronto se seguirá trabajando en el
proyecto en la Universidad de los Andes del que ya existe una página web
(http://augustasilaba.uniandes.edu.co), como evidencia de los adelantos
que se han logrado y que se puede visitar para adentrarse en ese
profundo pozo que es el pensamiento de uno de los intelectuales más
originales que ha dado esta tierra. El resto de Carnets: aforismos y
reflexiones, está en su versión manuscrita para la consulta, así como
una gran cantidad de material que irá aumentando conforme el proyecto
siga en marcha.
Todo escritor es un halcón que, gracias a su incesante vuelo, revela y perpetúa los territorios de la imaginación.
La literatura es la única parcela del lenguaje donde el pan no se llama pan ni el vino, vino.
El origen de la lengua no es el amor sino el miedo. El amor es un gesto de aproximación, el miedo una súplica de protección. Grita más no quien más quiere sino quien más teme.
Qué sugestivo resulta comenzar una historia de amor con un crimen. Al contrario de lo que ocurre en la vida real, donde el amor suele ser el crimen de todo final.
Los escritores se dividen en dos clases: los que escriben y los que no escriben. Y los que escriben, presentan y alaban la obra de los que no escriben...
Un escritor es alguien que, enfrentando a las 27 letras del alfabeto, debe combinarlas a fin de inventar o interpretar al mundo sobre la nada blanca de la página. El mundo aparece inédito ante sus ojos y es el azar de sus dedos el que lo revelará en su plenitud o lo ocultará para siempre.
Nunca me he sentido tan desolado y fuera de lugar como ante el polvo de los gruesos volúmenes de la Biblioteca Palafoxiana 1, de Puebla. Al lado de la mujer amada, cuán inútiles me parecieron los libros, es decir, tantas vidas consagradas a querer atrapar el tiempo en la escritura. Fue entonces cuando me repetí en voz alta para que ella lo oyera, porque para ella lo escribí, mi aforismo más sensato: en el ajedrez de mi vida presente, la torre le da jaque mate al libro.
Estaba triste como un traductor.
Conozco un editor que jamás leyó ninguno de los libros que publicó. Su analfabetismo le ennoblece la barba.
¿Por qué escribo? Porque cada nueva línea me hace comprender el sentido de la libertad. Escribo para ser libre. Al escribir, siento que soy otro, que mi mundo tal como lo veo y lo recreo no es como el de los demás. La libertad es tomar de la realidad lo que me interesa para que los demás miren la vida de otra forma.
A medida que un editor es más ignorante, más blanco se le pone el pelo.
La literatura es la única parcela del lenguaje donde el pan no se llama pan ni el vino, vino.
El origen de la lengua no es el amor sino el miedo. El amor es un gesto de aproximación, el miedo una súplica de protección. Grita más no quien más quiere sino quien más teme.
Qué sugestivo resulta comenzar una historia de amor con un crimen. Al contrario de lo que ocurre en la vida real, donde el amor suele ser el crimen de todo final.
Los escritores se dividen en dos clases: los que escriben y los que no escriben. Y los que escriben, presentan y alaban la obra de los que no escriben...
Un escritor es alguien que, enfrentando a las 27 letras del alfabeto, debe combinarlas a fin de inventar o interpretar al mundo sobre la nada blanca de la página. El mundo aparece inédito ante sus ojos y es el azar de sus dedos el que lo revelará en su plenitud o lo ocultará para siempre.
Nunca me he sentido tan desolado y fuera de lugar como ante el polvo de los gruesos volúmenes de la Biblioteca Palafoxiana 1, de Puebla. Al lado de la mujer amada, cuán inútiles me parecieron los libros, es decir, tantas vidas consagradas a querer atrapar el tiempo en la escritura. Fue entonces cuando me repetí en voz alta para que ella lo oyera, porque para ella lo escribí, mi aforismo más sensato: en el ajedrez de mi vida presente, la torre le da jaque mate al libro.
Estaba triste como un traductor.
Conozco un editor que jamás leyó ninguno de los libros que publicó. Su analfabetismo le ennoblece la barba.
¿Por qué escribo? Porque cada nueva línea me hace comprender el sentido de la libertad. Escribo para ser libre. Al escribir, siento que soy otro, que mi mundo tal como lo veo y lo recreo no es como el de los demás. La libertad es tomar de la realidad lo que me interesa para que los demás miren la vida de otra forma.
A medida que un editor es más ignorante, más blanco se le pone el pelo.