martes, 22 de octubre de 2013

Industria del libro: ¿agonía o renacer?

VI Congreso de la Lengua Panamá

El segundo día del VI Congreso Internacional de la Lengua Española (www.cile.org.pa) abrió con un tema que ha creado mucho debate durante los últimos años: la amenaza de que la era digital se convierta en un gigante capaz de hacer desaparecer la imprenta

Mesa redonda sobre el futuro del libro en Panamá./elpais.com
Sin embargo, para Raúl Padilla López, “el futuro, más que de amenazas, está lleno de oportunidades para el libro en español y para nuestra lengua en general”.
Padilla recordó cómo en 2001, durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la cual fundó y preside, Apple y Adobe presentaban la viabilidad del libro electrónico pero nadie creía en que pudiera tener éxito.
Nos encontramos ahora, una década después, con Kindles y iPads con los cuales tenemos acceso a miles de títulos que podemos descargar sin añadir peso a nuestras carteras o maletines. Y entramos en una propuesta interesante, la bibliodiversidad que “debería ser un derecho humano pues todos debemos tener acceso a libros y conocer nuestra propia historia a través de ellos”, afirma Padilla.
Hoy en día los jóvenes con acceso a una Tablet leen más, y es que nos encontramos en un proceso de “redefinición” del libro. “Debemos pasar del espacio donde el lector comulgaba solo con la palabra y abrirnos a la posibilidad de una experiencia multimedia donde existe la palabra acompañada de video, fotografías y hasta juegos”.
El libro impreso, tradicional y fiel amigo, es el pilar de una industria que genera 151 millones de dólares al año, más que la industria del cine o la música. Sin embargo, el crecimiento de la industria se ve frenado por las dificultades de distribución. Ana María Cabanellas sabe que la medida correcta para superar esta situación es la libre circulación y que lo digital es una herramienta que lo facilita. “No se puede negar la importancia de la libre circulación que permitiría llegar a más lectores y es sabido que la lectura colabora a la formación ciudadanos libres. Con mayores ofertas y precios más bajos enfrentaríamos la piratería.”, afirma Caballenas.
Y es justamente el auge de la piratería, más allá de la crisis económica, la que ha afectado tanto al mercado que es 22% más pequeño que hace 5 años. “Solo 32% de los que se descargan libros en España, lo pagan”, aporta José Creuheras, vicepresidente de Grupo Planeta. “El consumidor tiene poca conciencia sobre el valor de la creación intelectual y la ausencia de leyes que la protejan ayuda al quiebra la cadena de valor del libro. La piratería es un delito que se afronta con un verdadera compromiso por parte de los legisladores y la sociedad”.
La industria del libro vive la mayor transformación de su historia. No sabemos qué nos espera, porque como dijo Padilla, “no nos espera descubrir un nuevo mundo como Colón, sino que nosotros debemos construirlo y debemos construirlo juntos”.
El libro entre la creación y la comunicación:El desafío de acercar la palabra a las masas
“Desde la palabra y gracias a ella, hemos construido el edificio de la civilización”. Así dio inicio Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo del Grupo Prisa, a la segunda plenaria del día: El libro entre la creación y la comunicación. El libro tradicional, afirmó, el escritor y académico, no es solo un recipiente de historias y relatos, "es un objeto valioso en sí mismo por su textura, por su olor, por su tipografía". Insistió en que más allá de la discusión sobre si es mejor o no el libro de papel o el electrónico, al final, contar historias seguirá siendo la esencia de nuestros orígenes.
La manera en que esas palabras con que se ha construido a través del tiempo el edificio de la civilización han evolucionado mucho desde entonces y ha penetrado hasta el libro electrónico simplificando el trabajo de los escritores, reduciendo los costos de producción y multiplicando el universo de lectores. “Las ediciones digitales comienzan a superar a las impresas y son el camino para que los países alcancen el anhelado fin de la democratización de la lectura”, asegura Osvaldo Hurtado, ex presidente de Ecuador.
Esta era digital ha traído consigo la inmediatez de la noticia y a su vez, la saturación de información. Según Fernando Iwasaki, escritor, filólogo e historiador peruano, “nuestra época de desafíos creativos y comunicativos tiene mucho en común con la Europa de los años 1500, abrumada por exceso de información que casi nunca logró convertirse en conocimiento”.
Es necesario decantar la información, el problema es que solo una minoría escoge la cultura: “Las personas eligen más entretenimiento que cultura, más deporte que literatura, más chismorreo que información”. Para ello el autor chileno Antonio Skármeta propone abordar la literatura de manera diferente, evitando colocarla como algo lejano y ausente. “Es necesario insertar el cuerpo extraño (la literatura) en un paisaje familiar”.
Lo dice por experiencia, pues fue algo que él logró a través de la serie El Show de los Libros que desmitificó la creencia de que la televisión amena no puede ser inteligente, y viceversa, presentando la literatura como algo cercano a la audiencia, brindándoles otra perspectiva.
“Contar las cosas es una manera de poseerlas, apoderarse y compartirla con los demás”, dice Cebrián para recordarnos la importancia del contador de historias y la responsabilidad que tenemos de defender nuestra cultura a través de la literatura.
“El futuro de la literatura está en Latinoamérica”
“El derecho de autor está en crisis” según Fernando Serrano Migallón, profesor de Ciencia Políticas y Derecho Constitucional mexicano. Durante su intervención en la mesa sobre Propiedad intelectual y derechos de autor explicó que el principal problema es su naturaleza. “No sabemos si es un derecho público, privado, social, personal… tiene algunas características de cada uno y en definitiva, es un derecho humano y un derecho moral. Pero es un derecho complejo”. Esto dificulta su legislación y la aplicación de la ley.
Ante los 25 millones de dólares que la piratería literaria genera anualmente, Héctor Abad Faciolince, autor, periodista y editor colombiano, considera que se necesita una ley universal que regule el derecho de autor pero no existe un legislador que proteja a todos. “Para solucionar los problemas cibernéticos, debemos crear nuevas técnicas más eficaces. Hay que crear un nuevo modelo de regulación”.
Si hablamos sobre derechos de autor, también es importante resaltar los derechos del lector. En el panel de Edición digital y libro electrónico donde se realizó una ronda de preguntas, nos encontramos con un señor preocupado por la volatilidad de los libros electrónicos, “¿Qué pasará cuando lleguen nuevas tecnologías que no sean compatibles con mis e-books? ¿Cómo dejarle el legado de mis libros favoritos a mi hijo?”
A esto Pablo Arrieta, profesor en la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, respondió: “El lector tiene derechos, entre ellos el derecho de permanencia de la cultura. A la hora de hablar de libros electrónicos, no es simplemente cambiar el formato sino cambiar un chip de cómo vamos a acceder a la información”. Hizo énfasis en la forma en que los libros electrónicos han ayudado a personas con discapacidad a través de audiolibros y los enlaces multimedia que muchos ya contienen, intentando dejar claro que no debe existir miedo a esta evolución del libro.
 “Cada libro encuentra su lector y cada lector encuentra el formato en que quiere leer. Al final, cada elemento (el libro impreso y el digital) va a tener su propio espacio. A nosotros nos queda defender nuestro derecho como lector”.
Al hablar de Edición y canales de distribución, Claudio López Madrid, editor de Random House Mandadori, afirma que el futuro de la literatura está en Latinoamérica. Sin embargo, no siempre fue así. El mercado americano servía de apoyo para la industria del libro en España. “Hoy en día es otra historia y yo le aconsejo a nuestros autores que se ganen su natal primero, luego los pueblos vecinos y después, solo después se expandan a nuevos horizontes como Estados Unidos y España”.
Finalmente, nos deja esperanza a los aspirantes novelistas cuando insiste en que “no hace falta ganar el Premio Alfaguara para estar en todos los países de la lengua. Lo que hace falta es imaginación y esfuerzo”.