lunes, 14 de mayo de 2012

Ñoñe-ñoñerías

El autor de Donde viven los monstruos quitó remilgos a la literatura infantil

El ilustrador y escritor de literatura infantil Maurice Sendak. foto: Efe. fuente:elmundo.es
Maurice Sendack murió esta semana y el obituario que Eduardo Suárez publicó lo retrató en una frase: "[Despojó la literatura infantil] de tramas ñoñas y personajes de cartón piedra". No es un logro pequeño, si es que conseguimos aclararnos y definir qué es eso de las tramas ñoñas.
"Algo ñoño es algo sin ninguna sustancia, sin reflexión ninguna. Es el estereotipo de la ternura, y si algo tiene la ternura es que debe ser natural y espontánea. Real. Sin impostura". "La ñoñería tiene que ver con tomar a los niños por idiotas. Tiene que ver con una pseudomoralidad. Y con una literatura que hace de escudo, con un lenguaje irreal, finales felices...". "Hasta los años 60, por lo menos, la literatura para niños era pedagógica, moralista, retraataba lo que debían ser las cosas, no lo que eran".
Los tres entrecomillados pertenecen, respectivamente, a Pablo Núñez, diseñador e ilustrador del Grupo SM; Teresa Petit, directora editorial de infantil y juvenil de Random House Mondadori; y José María Plaza, autor de novela para niños y adolescentes.
"Por ejemplo: me acuerdo de un libro estadounidense que nos ofrecieron sobre el deber de tratar a los negros igual que a los blancos. Acababa por ser bastante ofensivo hacia los negros y hacia los blancos", recuerda Petit. "Hay una clave que es el momento en el que la historia se pone de parte de los niños, empieza a ser crítico con los adultos", añade Plaza, que cree que ese tabú, en realidad, se rompió antes de que Sendack inventara sus monstruos buenos para niños salvajes. "Roald Dahl y Christine Nöstlinger ya estaban en ello hace muchísimos años".
Y los críos... ¿Se dan cuenta de cuando les dan gato políticamente correcto por liebre? "Absolutamente. Los niños leen porque se lo quieren pasar bien. Si los libros que les damos tienen que servir para un fin moral, que también, deben hacerlo por un camino indirecto, porque si no, se nota", explica Petit.
Pablo Núñez matiza su idea: "Los niños sí que tienen criterio, como todos, pero son personas en formación, que necesitan de adultos para poder avanzar en este mundo donde hay un exceso de seducción interesada, donde se pretenden que consuman, y no que crezcan y se formen. ¿A su hija le da sólo chuches o pasteles? Seguro que no, intentará que su dieta sea sana y equilibrada, esforzándote en que valore alimentos que en un principio les pueden parecer ajenos a su gusto. Pues esto es igual".
Hablando de hijas. Cualquier lector que tenga niñas en su casa recordará ese momento en el que la cría, a los dos años cortos, enloqueció por las princesas y por el color rosa. Como por arte de magia, se volvió una cursi, por decirlo groseramente. "Hay cosas que son así y no tienen nada de malo. A las niñas les gustan las princesas así que nosotros hacemos libros de princesas. Otra cosa es que uno se puede valer de ese tema para transmitir otros valores. Haces princesas con gafas, con el pelo corto, vestidas de verde, le das una vuelta al tópico...", explica Petit. "Piense en Dora la Exploradora, el éxito que tiene; y es una niña cabezona latina...". "Lo cursi", añade Plaza, "es otra cosa, se puede emplear a tu favor. No hay que abolirlo sino renovarlo y sacarle partido".
"Está bien que a las niñas les guste el rosa, o que a los chavales les gusten historias más de acción", termina Núñez. "Pero el abanico es mucho más amplio. No sólo eso. Ofrecerles una panoplia amplia de posibilidades, es abrirles las oportunidades de elección. Qué privilegio, ¿no? Y permitirles ser como ellos piensan que deben ser, aunque a nosotros no nos guste. No todos los niños, adultos, ancianos, somos iguales, más que les pese a algunos".
Última pregunta: ¿hay menos ñoñería hoy en las librerías que hace 10, 20 o 30 años? "Hay un público que pide historias ñoñas y, por tanto, hay libros ñoños. Uno puede ver a esas familias en cualquier parque, con los críos vestidos como de hace un siglo...", explica la editora de Random House Mondadori. "Pero también hay una oferta muy cañera que se mueve con la sociedad. La sociedad cambia rápido, la definición de familia es más laxa, más amplia... Y los libros que hacemos recogen eso".
"Ahora desde luego, hay más de todo. Ñoño, sí. Pero bueno también", añade Pablo Núñez, de SM. "Tenemos afortunadamente muchas posibilidades de elegir muchos otros caminos, si no nos da pereza. Hay mucho, mucho, mucho de todo, pero lo bueno de verdad, es igual de difícil que siempre. Hay que esforzarse... Y este es el punto que se une con el principio. Lo difícil cuesta esfuerzo, y es más fácil circular por caminos que no necesiten una gran reflexión ni sean demasiado sustanciosos".