El autor de Donde viven los monstruos quitó remilgos a la literatura infantil
El ilustrador y escritor de literatura infantil Maurice Sendak. foto: Efe. fuente:elmundo.es |
Maurice Sendack murió esta semana y el obituario que Eduardo Suárez publicó
lo retrató en una frase: "[Despojó la literatura infantil] de tramas
ñoñas y personajes de cartón piedra". No es un logro pequeño, si es que
conseguimos aclararnos y definir qué es eso de las tramas ñoñas.
"Algo ñoño es algo sin ninguna sustancia, sin reflexión ninguna. Es
el estereotipo de la ternura, y si algo tiene la ternura es que debe ser
natural y espontánea. Real. Sin impostura". "La ñoñería tiene que ver
con tomar a los niños por idiotas. Tiene que ver con una
pseudomoralidad. Y con una literatura que hace de escudo, con un
lenguaje irreal, finales felices...". "Hasta los años 60, por lo menos,
la literatura para niños era pedagógica, moralista, retraataba lo que
debían ser las cosas, no lo que eran".
Los tres entrecomillados pertenecen, respectivamente, a Pablo Núñez,
diseñador e ilustrador del Grupo SM; Teresa Petit, directora editorial
de infantil y juvenil de Random House Mondadori; y José María Plaza,
autor de novela para niños y adolescentes.
"Por ejemplo: me acuerdo de un libro estadounidense que nos
ofrecieron sobre el deber de tratar a los negros igual que a los
blancos. Acababa por ser bastante ofensivo hacia los negros y hacia los
blancos", recuerda Petit. "Hay una clave que es el momento en el que la
historia se pone de parte de los niños, empieza a ser crítico con los
adultos", añade Plaza, que cree que ese tabú, en realidad, se rompió
antes de que Sendack inventara sus monstruos buenos para niños salvajes.
"Roald Dahl y Christine Nöstlinger ya estaban en ello hace muchísimos
años".
Y los críos... ¿Se dan cuenta de cuando les dan gato políticamente
correcto por liebre? "Absolutamente. Los niños leen porque se lo quieren
pasar bien. Si los libros que les damos tienen que servir para un fin
moral, que también, deben hacerlo por un camino indirecto, porque si no,
se nota", explica Petit.
Pablo Núñez matiza su idea: "Los niños sí que tienen criterio, como
todos, pero son personas en formación, que necesitan de adultos para
poder avanzar en este mundo donde hay un exceso de seducción interesada,
donde se pretenden que consuman, y no que crezcan y se formen. ¿A su
hija le da sólo chuches o pasteles? Seguro que no, intentará que su
dieta sea sana y equilibrada, esforzándote en que valore alimentos que
en un principio les pueden parecer ajenos a su gusto. Pues esto es
igual".
Hablando de hijas. Cualquier lector que tenga niñas en su casa
recordará ese momento en el que la cría, a los dos años cortos,
enloqueció por las princesas y por el color rosa. Como por arte de
magia, se volvió una cursi, por decirlo groseramente. "Hay cosas que son
así y no tienen nada de malo. A las niñas les gustan las princesas así
que nosotros hacemos libros de princesas. Otra cosa es que uno se puede
valer de ese tema para transmitir otros valores. Haces princesas con
gafas, con el pelo corto, vestidas de verde, le das una vuelta al
tópico...", explica Petit. "Piense en Dora la Exploradora, el éxito que
tiene; y es una niña cabezona latina...". "Lo cursi", añade Plaza, "es
otra cosa, se puede emplear a tu favor. No hay que abolirlo sino
renovarlo y sacarle partido".
"Está bien que a las niñas les guste el rosa, o que a los chavales
les gusten historias más de acción", termina Núñez. "Pero el abanico es
mucho más amplio. No sólo eso. Ofrecerles una panoplia amplia de
posibilidades, es abrirles las oportunidades de elección. Qué
privilegio, ¿no? Y permitirles ser como ellos piensan que deben ser,
aunque a nosotros no nos guste. No todos los niños, adultos, ancianos,
somos iguales, más que les pese a algunos".
Última pregunta: ¿hay menos ñoñería hoy en las librerías que hace 10,
20 o 30 años? "Hay un público que pide historias ñoñas y, por tanto,
hay libros ñoños. Uno puede ver a esas familias en cualquier parque, con
los críos vestidos como de hace un siglo...", explica la editora de
Random House Mondadori. "Pero también hay una oferta muy cañera que se
mueve con la sociedad. La sociedad cambia rápido, la definición de
familia es más laxa, más amplia... Y los libros que hacemos recogen
eso".
"Ahora desde luego, hay más de todo. Ñoño, sí. Pero bueno también",
añade Pablo Núñez, de SM. "Tenemos afortunadamente muchas posibilidades
de elegir muchos otros caminos, si no nos da pereza. Hay mucho, mucho,
mucho de todo, pero lo bueno de verdad, es igual de difícil que siempre.
Hay que esforzarse... Y este es el punto que se une con el principio.
Lo difícil cuesta esfuerzo, y es más fácil circular por caminos que no
necesiten una gran reflexión ni sean demasiado sustanciosos".