sábado, 22 de noviembre de 2014

Fotos inéditas de Ernesto "Che" Guevara publicadas tras su muerte

Son publicadas por familiares de un misionero español que predicó en la ciudad boliviana de Sucre


"Mi tío las trajo cuando vino para la boda de mis padres, que se casaron a finales de noviembre de 1967", relata Imanol Arteaga, sobrino del misionero Luis Cuartero Lapieza, que durante "once o doce años" predicó en la ciudad boliviana de Sucre.
"Lo que me importaba de esas fotos es que eran de mi tío, su valor sentimental", afirmó, antes de asegurar que "ahora me doy cuenta de que tienen un valor histórico", aunque no piensa desprenderse de ellas.
Casi cincuenta años han tenido que pasar para que vean la luz  fotos de Ernesto "Che" Guevara, tomadas tras su muerte y llegadas a España por medio de un misionero, cuya familia ha guardado estos clichés realizados por un periodista de la AFP.

Hutten, que murió en 2012, "nos dijo que había enviado cuatro o cinco carretes a la AFP en París" del cadáver del Che, relata Sylvain Estibal, responsable de fotografía de AFP para Europa y África. 

Sin embargo, cuando Hutten pasó por París unos meses después de la muerte del Che constató que "sólo había unas pocas fotos de su reportaje. Dónde fueron a parar el resto sigue siendo un misterio", añadió Estibal.

Arteaga ni siquiera había pensado en hacer públicas las fotos entregadas a su tío, hasta que habló con unos reporteros de un periódico local, El Heraldo de Aragón, que se pusieron en contacto con él por otro asunto. Estos periodistas incluso le ayudaron a hablar con un experto que le aseguró que el papel en que están positivadas dejó de fabricarse hace tiempo, confirmando la época en que se hicieron.
"Mi tía y mi madre me cuentan que se las dio un periodista francés", relata Arteaga, ahora depositario de los ocho clichés en blanco y negro, que su tío, al que estaba muy unido, trajo de Bolivia.

El Che fue capturado el 8 de octubre de 1967 y ejecutado al día siguiente antes de ser sepultado a escondidas por los militares bolivianos la madrugada del 11 junto a otros seis guerrilleros.

Intrigado por estas instantáneas, Arteaga inició entonces una pequeña investigación empezando por su origen: "un periodista francés". En un buscador de internet, "puse +periodista francés Che muerto+ y salió Hutten y unas fotos que son clavadas a las que tenía yo", explica.

Este concejal, que aún se emociona cuando recuerda a su tío, asegura que "en los últimos 14 años" hasta su muerte "hablábamos todos los días", pero que nunca le preguntó por esas fotos o su autoría. "Las fotos es una de esas conversaciones que se me quedó en el tintero", concluyó.

Las fotos parecen corresponder a distintos momentos ya que en unas aparece el cuerpo del famoso médico argentino, convertido en mito revolucionario, vestido con una cazadora abierta, mientras en otras parece sin la chaqueta y dispuesto para ser mostrado.



También hay una foto de una compañera del Che en Bolivia, Tamara Bunke, alias Tania, y otra que supuestamente muestra su cádaver en una camilla, con una camiseta y la cara manchadas.

"Si le pidió (al misionero) que trajera las fotos sería porque era el único europeo que en ese momento se iba" de Bolivia, por si él mismo tenía algún problema para sacarlas, considera Arteaga.

 Che, la sospecha confirmada 

Documentos. Una biografía ratifica el papel protagónico de la CIA en la muerte de Guevara
Exhibición. Luego de matarlo, lo llevaron a Valle Grande y lo mostraron en una conferencia de prensa.
El ‘Che’ tiene entre 25 y 30 años. Es un hombre de aproximadamente 1,80 metros de alto y alrededor de 75 kilos. Es más bien bajo, fornido y fuerte, que magro y fibroso. Tiene cabello castaño y lleva barba y bigote (…) El otro rasgo físico notable del ‘Che’ es su suciedad. Odia bañarse y nunca lo hace. Es mugriento, incluso para los estándares bastante bajos de pulcritud que rigen en las fuerzas de Castro en Sierra Maestra (...) El ‘Che’ es bastante intelectual para ser un ‘latino’”, se lee en uno de los documentos de la CIA, recopilado por los abogados estadounidenses Michael Ratner y Michael Smith en su último libro Quién mato al Che, cómo logró la CIA desvincularse del asesinato , editado recientemente (Planeta y Paidós). Michael Smith vino a Buenos Aires a presentar el libro y entonces contó en esta entrevista cómo nació la idea de esta publicación cuando llegaron a sus manos documentos de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos en los que se demuestra que fue la CIA la que dio la orden de asesinar al Che en Bolivia.
–¿Cuáles fueron las principales motivaciones para escribir este libro?
–Cuando recibimos los documentos y los leímos, así como la bibliografía y las biografías sobre el Che, nos dimos cuenta de que aunque sospechábamos, como la gente de la Argentina y Cuba, que la CIA lo había asesinado, hasta que escribimos el libro no se podía demostrar. Estos documentos prueban que el gobierno de Estados Unidos, especialmente la CIA, junto al Estado cliente de la dictadura militar de Bolivia, asesinaron al Che. Veintiún hombres de los 23 líderes del Ejército boliviano fueron entrenados en la Escuela de las Américas en Panamá. La Revolución Cubana devolvió la propiedad de la tierra al pueblo y fue el Che Guevara quien escribió la primera reforma agraria. Antes de la Revolución, un típico campesino vivía en una choza, trabajaba sólo por temporada, era analfabeto y siempre estaba enfermo. En represalia, el gobierno de Estados Unidos comenzó con el bloqueo y aquellos países que no estuvieron de acuerdo con el aislamiento a Cuba pagaron un precio muy alto: cinco gobiernos democráticos fueron derrocados, primero en Bolivia, después en Brasil, luego en Uruguay, en Chile y en la Argentina y las dictaduras que les siguieron fueron respaldadas por Estados Unidos.
–¿Cómo consiguieron los documentos?
–Los conseguimos porque Michael Ratner los solicitó en 1990 en virtud de la Ley de Libertad de Información, cuya premisa era que los documentos producidos por un gobierno democrático les pertenecían al pueblo. Al tiempo le llegó a Michael una caja enorme de documentos del FBI, de la CIA, del Departamento de Defensa y de la Casa Blanca. Publicamos este libro en inglés hace 3 años. Y ahora se tradujo al castellano.
–El prólogo del libro es de Ricardo Alarcón, que hasta el año pasado fue el presidente del Parlamento Cubano, ¿llegó el libro a manos de Fidel o Raúl Castro?

–Estoy seguro de eso. Debby (mi mujer) y yo conocemos a Ricardo, nos encontramos con él el año pasado cuando todavía era el presidente del parlamento. Entonces el gobierno cubano tradujo este libro y ahora está haciendo una edición económica para el pueblo.
–Ustedes dicen en el libro que desde que fue creada la CIA en 1947 actúa como una organización paramilitar y que el gobierno de Estados Unidos estuvo involucrado en otros asesinatos de líderes políticos en los 50 y 60. ¿Cómo lo demostraron?
–Cuando la CIA fue creada, su tarea era la de proporcionar servicios de inteligencia al presidente. Un año después, en 1948, su misión cambió totalmente cuando se le permitió realizar muchas operaciones ilegales, que tenían que ser realizadas en secreto porque justamente estaban fuera de la ley. Debían hacerlo de una manera en que la CIA pudiera luego negarlas, y lo hicieron a partir de la negación plausible que es un concepto orwelliano para mentir. En 1975, el senador Frank Church le preguntó a Richard Helms, que era el líder de la CIA en ese momento, si alguna vez le habían informado al presidente sobre lo que habían hecho y Helms le dijo: ‘No, no queremos ponerlo en ninguna situación embarazosa’. Entonces tenían cierta autonomía para actuar. En cuanto a los asesinatos, nos basamos en el libro de William Bloom Matar la esperanza , en el que se relata que desde 1948 hasta 1967, cuando asesinaron al Che, la CIA mató o intentó matar a líderes de 19 países.
–En los documentos que ustedes reproducen hay una extensa descripción del Che que demuestra la mirada que la CIA tenía sobre él...
–Cuando el Che estuvo en Sierra Maestra, un infiltrado de la CIA estuvo con él en el campamento por una semana y luego escribió un reporte que está entre los documentos: dijo que el Che apestaba, que fumaba grandes cigarros, que todas las noches les leía a sus hombres y que parecía demasiado inteligente para ser latino.
–¿En qué medida fueron útiles las biografías ya escritas sobre el Che?
–La biografía que ha sido de mayor ayuda para nosotros fue un libro escrito por un ex diplomático estadounidense llamado Foz Buterfly Ryan que fue profesor en la Universidad de Georgetown en Washington y que tenía muchas conexiones con muchos miembros del Senado y del Congreso y que pudo recibir muchísimos documentos que luego nosotros utilizamos. Su conclusión fue que Estados Unidos quería al Che muerto y que se regocijaron con este asesinato, pero se mantuvieron al margen como Poncio Pilato. Creo que su libro fue excelente y lo agradecemos, pero creemos que no entiende de manera completa el proyecto del imperialismo estadounidense, la venalidad de la CIA. Otras biografías como las de Taibo, Castañeda y Jon Lee Anderson fueron de gran ayuda.
–Ustedes dicen también que el interés de Estados Unidos era que no se propagara la revolución en América Latina, por eso la muerte del Che Guevara era uno de los “intereses de Seguridad Nacional” clave para los Estados Unidos.
–Históricamente la CIA ha estado cercana a los intereses estadounidenses, especialmente sobre el petróleo. En los documentos se lee cómo Walt William Rostow, uno de los asesores más cercanos al presidente Lyndon Johnson, le escribió una carta y le dijo: ‘Las tropas que entrenamos fueron quienes capturaron al Che Guevara’. Luego de que mataron al Che, lo llevaron a Valle Grande y pusieron su cuerpo en el piso, en el sótano de un hospital y lo exhibieron para una conferencia de prensa, lo llevaron atado al ala de un helicóptero. Luego le cortaron las manos y las llevaron a Virginia, a la sede central de la CIA, para analizar sus huellas dactilares y se las comparó con las que tenía la Agencia de Inteligencia, que habían sido proporcionadas por el gobierno argentino. Rostow –con papel membretado de la Casa Blanca– le escribió otra carta al presidente Johnson en la que le decía que no había ninguna duda de que el Che Guevara estaba muerto. Félix Rodríguez, otro agente de la CIA, fue quien localizó al Che en Bolivia y quien trasmitió la orden de matarlo. Sin embargo, dijo ‘no pude hacer nada, no lo pude impedir’, lo cual es ridículo porque él era el oficial con mayor rango, el gobierno boliviano era un cliente del gobierno estadounidense. Esta historia de que Estados Unidos no pudo hacer nada para evitar el asesinato fue justamente el pretexto que movilizó la publicación de este libro, porque era ampliamente aceptada en algunos círculos, incluso en espacios de izquierda.

  Smith/ Ratner

Smith escribió “Notebook of a Sixties Lawyer: An Unrepentant Memoir” y “Lawyers You’ll Like: Putting Human Rights First”. Ratner es presidente del Center for Constitutional Rights (Smith también es miembro); ex presidente del National Lawyers Guild y autor de “Hell No, Your Right to Dissent in Twenty-First-Century America”, escrito con M. Ratner Kunstler.

Fuentes: Fotos: AFP. Texto: Gabriel Rubio. Elespectador.com. Ines Hayes: revista Ñ