viernes, 28 de noviembre de 2014

Aurelio Arturo en la literatura colombiana

Fue un poeta colombiano, abogado y magistrado de la corte de trabajo y de la corte militar. Ha sido calificado muchas veces como el mejor poeta de Colombia del siglo XX, pesar de su escasa obra

 
Aurelio Arturo, el poeta colombiano de los siete colores./elespectador.com
Morada al sur, editada en 1963 por el Ministerio de Educación de Colombia.

 

- Aurelio Arturo, el hombre

No ha habido en Colombia poeta de mayor significación que Aurelio Arturo, bien sea por la originalidad de su canto, sin par en las letras colombianas, bien por la evocación simbólico-metafórica del cosmos, de la naturaleza, del mundo que lo rodeó y que le fue ensoñación en la añoranza. Nacía Aurelio Arturo Martínez, el 22 de febrero de 1906, en la antigua Venta Quemada –en cuyas montañas de Berruecos fueron sacrificados el Mariscal Sucre y el poeta soldado Julio Arboleda-, hoy La Unión, departamento de Nariño. En 1925 ingresa a estudiar derecho en la Universidad Externado de Colombia, profesión que ejercerá hasta el final de sus días, alcanzando el más alto peldaño en la rama judicial, la de Magistrado. Habiendo ocupado algunos cargos en la administración pública, tuvo la oportunidad de viajar a los Estados Unidos, en donde perfeccionó su inglés, el que le sirvió para conocer obras de algunos escritores anglosajones y norteamericanos, a la vez que para traducirlos a nuestro idioma, y así mismo la oportunidad de conocer poetas que serían de relevancia mundial, como Yeoryos Seferis, Mijaíl Shólojov, Alexander Solzhenitsin, entre muchos otros de igual importancia. En 1931, Rafael Maya publica en la Crónica Literaria del periódico El País sus primeros poemas, y de ahí siempre la admiración por lo novedoso de su estilo, tanto del escritor, como del hombre.

- Obra editada

Hace algunos lustros se difundió la errónea idea de que Aurelio Arturo había sido realmente poco editado y que sus obra tenían una recepción reducida, quizá por la afirmación que William Ospina hace al respecto, “Desconocido por su pueblo, sigue siendo lo que fue en su vida: el más anónimo, el menos editado y el más importante de los poetas de Colombia”, afirmación que ha sido rebatida por críticos como Fernando Charry Lara, R. H. Moreno-Durán, Hernando Cabarcas Antequera, Vicente Pérez Silva, entre otros, en el que es quizá el principal estudio sobre la obra arturiana: Aurelio Arturo, Obra poética completa, publicada por la Colección Archivos en 2003.
Si bien Arturo publicó un solo libro, Morada al Sur, ediciones del Ministerio de Educación en 1963, donde aparecen 14 poemas, también es cierto que sus obras fueron publicadas en los principales periódicos y revistas del país desde 1927, cuando aparece la “Balada de Juan de la Cruz”, publicada por el Suplemento Literario Ilustrado del diario El Espectador de Bogotá, muy significativa, ya que por el semanario habían pasado las plumas de Francisco de Paula Rendón, Carlos E. Restrepo, Baldomero Sanín Cano, Tomás Carrasquilla, Efe Gómez, Luis Tejada, Armando Solano, Luis Eduardo Nieto Caballero, José Vicente Combariza, Alberto Lleras Camargo, Rafael Maya, el caricaturista Rendón, entre muchos otros. En 1928 publicará en el mismo magazín los poemas “La voz del pequeño” y “Noche oscura”. En el mismo año publica en la revista Universidad los poemas “La Vela” y “Balada de Max Caparroja”, los cuales aparecen con el retrato del artista gráfico más importante del momento, Lisandro Serrano.
Sus obras aparecerán en las principales publicaciones literarias de Colombia, entre las cuales tenemos: Cromos de Bogotá, La revista Cervantes de Manizales; El País de Bogotá; Cántico; La Revista de América; Revista Pan; Sábado; La Revista de las Indias; Cuadernillos de Poesía Colombiana de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín; Revista del Colegio Mayor del Rosario; Revista de letras y artes Espiral; Golpe de Dados; Eco; En la Antología Lírica publicada por Carlos Arturo Caparroso en 1951; la Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana No. 84, como Poetas de La Naturaleza; Panorama de la Nueva Poesía Colombiana, publicada por Fernando Arbeláez en 1949; Hojas de cultura popular en 1954); Jaime Tello publica Rapsodia de Saulo en Colombia, el hombre y el paisaje (1955); Andrés Holguín, los poemas Interludio, Morada al sur y Clima, en Las mejores poesías colombianas (1959); Boletín Cultural y Bibliográfico (1963); Panorama de la nueva poesía colombiana (1964); Síntesis de la poesía colombiana (1964); 50 años de poesía colombiana (1973). La Universidad Nacional de Colombia publica en la revista trimestral de cultura moderna Morada al sur, Junio-agosto de 1945, No. 3, el cual aparecerá como texto en 1963, publicado por el Ministerio de Educación, sin que el afán por la publicidad o los méritos fuesen su preocupación. Aurelio Arturo muere en Bogotá el 24 de noviembre de 1974.

- Épica y trascendencia de su obra

Sin duda alguna la obra cumbre de Aurelio Arturo es Morada al Sur, cuyo poema central, que aparece como libro en 1963, publicado por el Ministerio de Educación Nacional, con el que obtiene el premio Nacional de Poesía, Guillermo Valencia. Es de anotar que Arturo despertó la atención de los lectores desde sus primeras publicaciones, si bien Morada al Sur, como anotamos, es su poema esencial, el resto de su obra lo caracteriza como el poeta singular e inclasificable dentro del panorama nacional, como se dijera en su momento. Puede decirse que sí fue un poeta reconocido, atina a decir Oscar Torres Duque, que si bien fue publicado, su obra, difícil de rumiar en un medio provinciano y tardíamente moderno, no permitió generar un estudio crítico de su poemario sino hasta después de su muerte.
Hay con seguridad en la obra de Arturo el deseo interno de renovar el pensamiento literario de su época, por ello ha sido difícil ubicarlo en cualesquiera de los grupos contemporáneos al desarrollo de su obra. Logra imprimirle una vitalidad a su obra, una vitalidad desde la tierra, era la manera como Arturo trataba de encauzar su intensa experiencia en un esquema formal previo; por eso sus poemas no son fruto de una apasionamiento momentáneo, sino de un apasionamiento meditado, planeado antes que construido, en ello denotamos que entre el pensar y el escribir hay un mecanismo complejo de ajuste; sin embargo, al tener el sentido de creador en su pensamiento, trata de plasmar un sentimiento, una pasión, y quizá su estilo es renovador dentro de las letras colombianas porque hay una en su obra una rara conjugación de lo lógico racional con lo pulsional entitivo, hay un acuerdo entre vida y escritura, quien lee Morada al Sur, parafraseando a Whitman, no lee un libro, lee a un hombre.