sábado, 28 de julio de 2012

El coronel no tiene quien la escriba

 El escritor de la novela



Gabriel José de la Concordia García Márquez (Aracataca, Colombia, 6 de marzo de 1927)1. Escritor, novelista, cuentista, guionista y periodista colombiano. En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura. Es conocido familiarmente y por sus amigos como Gabito (hipocorístico guajiro para Gabriel), o por su apócope Gabo desde que Eduardo Zalamea Borda subdirector del diario El Espectador, comenzara a llamarle así.3. Está relacionado de manera inherente con el realismo mágico y su obra más conocida, la novela Cien años de soledad, es considerada una de las más representativas de este género literario e incluso se considera que por su éxito es que el término se aplica a la literatura desde los años setenta.4 5
En 2007, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española lanzaron una edición popular conmemorativa de esta novela, por considerarla parte de los grandes clásicos hispánicos de todos los tiempos. El texto fue revisado por el propio Gabriel García Márquez.6
Vive la mayor parte del tiempo en su casa en Ciudad de México en donde fijó su residencia a principios de los años 60.2 9
Hijo de Gabriel Eligio García y de Luisa Santiaga Márquez Iguarán, Gabriel García Márquez nació en Aracataca, en el departamento del Magdalena, Colombia, «el domingo 6 de marzo de 1927 a las nueve de la mañana...», como refiere el propio escritor en sus memorias.3
Cuando sus padres se enamoraron, el padre de Luisa, coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, se opuso a esa relación pues Gabriel Eligio García, que había llegado a Aracataca como telegrafista, no era el hombre que consideraba más adecuado para su hija, por ser hijo de madre soltera, pertenecer al Partido Conservador Colombiano y ser un mujeriego confeso.3 Con la intención de separarlos, Luisa fue enviada fuera de la ciudad, pero Gabriel Eligio la cortejó con serenatas de violín, poemas de amor, innumerables cartas y frecuentes mensajes telegráficos. Finalmente la familia capituló y Luisa consiguió el permiso para casarse con Gabriel Eligio, lo cual sucedió el 11 de junio de 1926 en Santa Marta. La historia y tragicomedia de ese cortejo inspiraría más tarde a su hijo la novela El amor en los tiempos del cólera.3
Poco después del nacimiento de Gabriel, su padre se convirtió en farmacéutico y, en enero de 1929, se mudó con Luisa a Barranquilla, dejando a Gabriel en Aracataca al cuidado de sus abuelos maternos. Dado que vivió con ellos durante los primeros años de su vida, recibió una fuerte influencia del coronel Márquez, quien de joven mató a un hombre en un duelo y tuvo, además de los tres hijos oficiales, otros nueve con distintas madres. El Coronel era un liberal veterano de la Guerra de los Mil Días, muy respetado por sus copartidarios y conocido por su negativa a callar sobre la Masacre de las bananeras, suceso en el que murieron cientos de personas a manos de las Fuerzas Armadas de Colombia durante una huelga de los trabajadores de las bananeras, hecho que García Márquez plasmaría en su obra.3 Si bien hay ciertos aspectos que casi siempre los lectores pueden esperar encontrar en la obra de García Márquez, como el humor, no hay un estilo claro y predeterminado, de plantilla. En una entrevista con Marlise Simons, García Márquez señaló: “En cada libro intento tomar un camino diferente [...]. Uno no elige el estilo. Usted puede investigar y tratar de descubrir cuál es el mejor estilo para un tema. Pero el estilo está determinado por el tema, por el ánimo del momento. Si usted intenta utilizar algo que no es conveniente, apenas no resultará. Entonces los críticos construyen teorías alrededor de esto y ven cosas que yo no había visto. Respondo solamente a nuestro estilo de vida, la vida del Caribe”.28
García Márquez también es conocido por dejar fuera detalles y eventos aparentemente importantes de tal manera que el lector se ve obligado a cumplir un papel más participativo en la historia desarrollada. Por ejemplo, en El coronel no tiene quien le escriba de los personajes principales no se dan nombres. Esta práctica se ve influida por las tragedias griegas, como Antígona y Edipo rey, en el que ocurren eventos importantes fuera de la representación que se dejan a la imaginación del público.11

Releer a los años esta novela corta y magistral me vincula inexorablemente a mi formación de lector. Recuerdo con nostalgia por asomarme al universo literario de Gabriel  García Márquez. También es un texto de homenaje a uno de sus maestros, Ernest Hemingway, porque usa una prosa concisa, económica y seca. Y el propio tema del relato: un viejo coronel que espera una carta con una notificación; el autor trasmuta la propia circunstancia de su angustia por la espera cuando la escribió. Es una novela de personajes muy humanos, marcados por una elocuente necesidad de sobrevivir, pero no por ello van a ceder en sus valores humanos más intrínsecos como son la dignidad y la honradez por no claudicar ante las circunstancias de dificultades de penuria. Su lectura reanima a conocer el universo original del creador de Macondo. MDLC.
Fuentes:Wikipedia 





El director de la película: El coronel no tiene quien le escriba

Arturo Ripstein y Rosen (Ciudad de México, 13 de diciembre de 1943).  Cineasta mexicano de origen judío, naturalizado español desde junio del 2003, autor de una extensa filmografía y ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 1997, el segundo cineasta (el primero fue Luis Buñuel) que lo ha conseguido.1
 Hijo del productor Alfredo Ripstein, comenzó su carrera muy joven como asistente de Luis Buñuel. En 1965 dirigió su primera película, Tiempo de morir, escrita al alimón por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez.
Arturo Ripstein comenzó su carrera muy joven. Como hijo del productor Alfredo Ripstein Jr., el joven Arturo se familiarizó desde muy pequeño con las prácticas y ritmos de la cinematografía mexicana. A los quince años presenció el rodaje de Nazarín (1958) y descubrió a Luis Buñuel, con quien desarrolló una estrecha relación maestro-alumno que se mantuvo hasta la muerte del genio aragonés, en 1983.
Ripstein fue asistente de dirección, sin crédito, en la filmación de El ángel exterminador (1962). Con esta experiencia y dos cortometrajes realizados en su adolescencia, realizó su debut como director de cine a los 21 años. Su padre había adquirido los derechos de un guion escrito por Gabriel García Márquez, titulado El charro, y le confió la dirección con la condición de que lo convirtiera en un western, género de marcada popularidad en aquellos años. El resultado fue Tiempo de morir (1965), que contó con la colaboración de afamados personajes, como el escritor Carlos Fuentes, el fotógrafo Alex Phillips, el editor Carlos Savage y el ya mencionado García Márquez.
El temprano debut de Ripstein constituyó una situación extraordinaria para la época, considerando que la rígida estructura sindical de la industria cinematográfica mexicana mantenía cerradas sus puertas a nuevos directores. Dos factores se conjugaron para facilitar, indirectamente, la llegada de Ripstein al cine: por un lado, la creación del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), primera escuela de cine de América Latina; por el otro, la organización de los concursos de cine experimental por la Sección de Técnicos y Manuales del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC) en 1965 y 1967. Aunque Ripstein no participó en ninguno de los concursos, ni era egresado del CUEC, la renovación de las filas del anquilosado gremio de directores era una necesidad imperativa y su atrevido debut fue recibido muy favorablemente. Su ingreso formal a la industria se produjo tres años después, con la adaptación de la novela de Elena Garro Los recuerdos del porvenir (1968). Durante los años setenta, Ripstein se consolidó como director e inició una de las etapas más fructíferas de su carrera, la cual incluye tres de las cintas más importantes del cine mexicano contemporáneo: El castillo de la pureza (1972), El lugar sin límites (1977) y Cadena perpetua (1978). Las dos últimas lograron colocarlo en el selecto grupo de jóvenes cuya filmografía comenzó a ser estudiada con detenimiento por especialistas nacionales y extranjeros.
Después de un breve periodo caracterizado por producciones poco afortunadas, Ripstein encontró en 1985 a la escritora Paz Alicia Garciadiego, quien se convirtió en su mancuerna más efectiva. A partir de El imperio de la fortuna (1985), el binomio Ripstein-Garciadiego emprendió un viaje directo rumbo a la definitiva internacionalización de la filmografía ripsteiniana. España y Francia le rindieron tributo a través de muestras, exhibiciones y premios, y su nombre comenzó a mencionarse repetidamente junto al título de "el mejor director mexicano de nuestro tiempo".
La soledad de las almas y la imposibilidad de cambiar la propia naturaleza son temas recurrentes en la filmografía de Ripstein. Variaciones sobre estos temas se localizan en todas sus películas, particularmente en El castillo de la pureza (1972), Principio y fin (1993), La reina de la noche (1994) y Profundo carmesí (1996). Sus filmes han sido calificados como lentos, sombríos y depresivos. El plano-secuencia es su herramienta fundamental para la puesta en escena. Estas características han hecho de Ripstein un director controvertido: amado y odiado por partes iguales, pero nunca ignorado.
Durante los años noventa, Arturo Ripstein pasó por uno de los mejores momentos de su carrera. En una década amarga para la producción cinematográfica en México, Ripstein fue el único director capaz de sostener un ritmo constante de producción: nueve películas en poco más de diez años. Principio y fin (1993) obtuvo el máximo galardón en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián y el reconocimiento internacional hacia su obra facilitó la realización de películas como El evangelio de las maravillas (1998), El coronel no tiene quien le escriba (1999), La perdición de los hombres (2000) o Así es la vida (2000), todas ellas coproducciones con empresas europeas.

Gabriel García Márquez: Homenaje: 85.45.30*
*85 años de Gloria. 40 años de la publicación de Cien años de soledad. 30 años del otorgamiento del Premio Nobel de Literatura.