Gabriel García Márquez: Homenaje: 85.45.30*
Hermano del Nobel comentó ante jóvenes de Ruta Quetzal que el escritor padece de demencia senil
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| Gabriel García Márquez, la peste del olvido empieza a atacarlo. Pero nos lega sus libros para hacer que viva siempre en nuestra memoria. foto:archivo. fuente:elpais.com | 
 Casi todas las tardes, Jaime García Márquez, hermano pequeño de Gabo (se
 llevan 13 años) recibe en su casa de Cartagena de Indias, donde reside,
 una llamada desde México.
Premio Nobel de Literatura, el genio, que 
es su hermano, está al otro lado de la línea, y entonces Jaime se dedica
 a recordarle lo que la demencia senil le está arrebatando al genio: los
 recuerdos. Jaime García Márquez es ahora la memoria de Gabo. 
"A veces lloro. Pero siento una felicidad dolorosa, porque tengo el 
privilegio de hablar con él", dijo instantes antes de quebrársele la voz
 y que los ojos se le humedecieran, en la conferencia que impartió a los
 expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA en
 el Museo de la Inquisición en Cartagena de Indias, en Colombia. Después
 le salió sincero, como un desgarro: "Lloro porque siento que se me 
escapa de las manos".  
Gabriel García Márquez
   (Aracataca, 1928) no se está yendo, se está marchando su memoria. Y 
con   ella su genialidad. Su hermano lamenta que los estragos le hayan  
 llegado antes de tiempo, por la quimioterapia que le salvó en 1999 de 
un   cáncer linfático. Pero físicamente se encuentra bien. "A veces da 
la   sensación de que hay personas que quisieran que se muriera, porque 
la   noticia de su muerte sería importante, pero se van a quedar 
pendientes   mucho rato", expresó con malestar Jaime García Márquez, 
ingeniero civil y   exsubdirector de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano creada por Gabo. "Todavía
   le tenemos, podemos hablar con él, sigue con alegría, con entusiasmo,
   lleno de humor". Y lanzó al aire, con un suspiro: "Que se demore, que
 se   demore mucho ese momento".
El relato del hermano del Nobel discurrió, gracias a las preguntas de   
los chicos en el patio del museo a la sombra de un bonga   
centenario, con saltos en el tiempo, del Gabito de ahora al de   
antes; pero siempre genial. "Desde muy temprana edad ya sabíamos que era
   un genio, era muy despierto". Su abuelo, con el que vivió los 
primeros   años, le influyó decisivamente en la "vocación temprana", 
cuando le puso   a pintar con acuarelas de colores en papel de periódico
 virgen. Así   nacieron las primeras obras de García Márquez, como 
novelas gráficas.   Nació genio, y también en sentido científico. Su 
hermano reveló que   Günter Grass le hizo en el año 99 un test de 
inteligencia que desveló un   coeficiente intelectual altísimo. La 
obsesión hizo el resto.
"Estaba obsesionado con la perfección". Al principio escribía con   
una máquina de escribir, y los tachones le perturbaban tanto que tenía  
 que repetir, mecanografiar de nuevo, las hojas que tenían   
equivocaciones, hasta que quedaban impolutas. El proceso le llevaba   
tanto tiempo que cuando por fin utilizó el ordenador - y fue de los   
primeros escritores en hacerlo en Latinoamérica- ahorraba un 70% del   
tiempo invertido en escribir. Ese tiempo extra que le regaló la   
tecnología no lo empleó en nuevas obras, sino en perfeccionar las que ya
   había escrito. "No quiso hacer más, quiso hacer la mejor".
El hermano de Gabo, en el centro, con   el
 viceministro de Turismo de Colombia (izquierda) y el subdirector de   
la Ruta Quetzal (derecha). foto: Ángel Colina 
La mirada luminosa del Jaime García Márquez, que vestido con guayabera y pantalón de lino blanco parecía Gabo solo unos años más joven, se tornaba mustia cuando volvía al presente. Tigra y Agosto nos vemos
   son dos relatos inconclusos del Nobel. El primero cuenta la historia 
de   una hembra de tigre que se venga de un cazador -un magnate   
neoyorquino- que mató a su pareja. Lo hace matándole en su oficina   
después de coger un tren y hasta un ascensor. Del segundo, que ya se   
publicó, García Márquez tiene cinco versiones diferentes. No las ha   
compartido con nadie, y su hermano teme que las haya destruido, porque  
 elimina en una trituradora de papel lo que no le gusta.
Los hermanos no se ven desde hace dos años, salvo esas conversaciones   
telefónicas en las que uno hace de memoria del otro. Por eso y porque   
la sombra de un Nobel en la familia tiene que pesar como una losa, Jaime
   les confesó a los chicos que a veces preferiría no ser el hermano de 
  Gabriel García Márquez. Para poder hablar con libertad. Pero fue solo 
un   momento, antes de volver a expresar su anhelo porque su Gabito aguante: "Aún siento que le tenemos agarrado por el cuello".
Fue la última pregunta: ¿Leeremos un nuevo relato de Gabriel García   
Márquez? Y Jaime García Márquez contestó, sincero, y lo hizo con un   
desgarro que en esta ocasión fue para todos, no solo para él. Lo dijo   
claro: "Desgraciadamente, no vamos a tener esa oportunidad". Aunque   
pareciera probable, escucharlo se hizo duro. No habrá más letras   
escritas por Gabo
*85 años de Gloria. 45 años de la publicación de Cien años de soledad. 30 años del otorgamiento del Premio Nobel de Literatura. Homenaje. Café Literario Bibliófilos: El coronel no tiene quien le escriba. Inicio, sábado 7 de julio: 3pm. Biblioteca Pública Virgilio Barco. Biblored.
