jueves, 12 de julio de 2012

Raponazo a las bibliotecas

Nuevamente, las bibliotecas públicas despiertan el hambre de los congresistas colombianos. Apetito voraz tienen por presa grande y pequeña, de manera que, mientras se les cae el entuerto de la reforma de la justicia, ya avistan otra plata y otros votos
Las bibliotecas públicas colombianas están en la mira del saqueo de los congresistas.foto.fuente:eltiempo.com
Repetición de la historia: a principios del 2010, un 10 por ciento de la sobretasa del IVA que paga la telefonía móvil para cultura y deporte fue destinado por la ley de bibliotecas a planes de lectura, infraestructura, dotaciones de libros e interconexión informática de las bibliotecas en todos los municipios del país.
Seis meses más tarde, vinieron por el botín (algo más de 20.000 millones de pesos anuales). Sin importar que los colombianos tengamos uno de los índices de lectura más bajos del continente, que haya librerías apenas en unos 30 de los más de 1.000 municipios, o que exista una especie de apartheid social debido a que la población pobre no puede, por imposibilidad económica, llegar al universo de la lectura, hicieron lo suyo: una ley de reforma tributaria de la salud (la 1393), y con esta les quitaron la plata a los libros y se la pasaron al deporte que, por supuesto, en su conocimiento de las urnas, da más curules.
Ese 'mico' lo tumbó la Corte Constitucional hace un par de meses. Según esta, además de que se violaron principios mínimos que no permitían en una norma de salud quitarle presupuesto a la cultura, tampoco tenía sentido que en tan escaso tiempo el Congreso produjera semejante retroceso.
Pero se apertrechan y vuelven: la Comisión Tercera de la Cámara acaba de aprobar un proyecto del representante Pablo Sierra para volverles a quitar los recursos a las bibliotecas e, insólitamente, redistribuir el IVA que financia a la cultura.
¿Por qué el absurdo? Porque para los congresistas, entre quienes se cuentan escasas y notables excepciones, el país es el Capitolio, y la sociedad es irrelevante.
No los asusta que, como en este caso, los puedan sancionar porque está prohibido revivir normas declaradas inconstitucionales, ni los inquieta la revocatoria.
El desquite que fraguan contra las bibliotecas y contra la sentencia de la Corte también lo aplicarán en el lío de la reforma de la justicia.
Aunque Simoncito, "la nueva sangre política", reconoce que ellos legislan sin leer, ojalá ahora se ruboricen y, de pronto, no les rapen a otros la oportunidad de leer en una biblioteca.