Un año como cien de soledad
El condado apareció por primera vez en
una novela de William Faulkner, Premio Nobel de Literatura en 1949,
que nunca fue publicada en su edición original: Con Banderas en el polvo
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Ciudades Imaginarias.Ilustración Eder Leandro Rodríguez./elespectador.com |
Su aparición oficial ocurrió en Sartoris, una versión abreviada de
aquel primer manuscrito. El condado apareció de nuevo en Absalom,
absalom, El sonido y la furia, Mientras agonizo, Santuario, Luz en
agosto y otras tantas. La palabra significa “tierra dividida”, aunque
Faulkner solía decir que era una combinación de palabras de la lengua
nativa chickasaw que decían: “Agua que fluye lenta por la pradera”.
Sus
paisajes están llenos de granjas, viejos camiones, campesinos y largos
caminos soleados. Esta ciudad imaginaria fue esencial para que Gabriel
García Márquez creara Macondo, una tierra con muchos puntos y personajes
similares. Sus ríos son torrentosos, pero un grupo de esclavos se
encargó de crear un caudal más seguro en otro tiempo.
Sin embargo,
en Mientras agonizo, sus personajes no pueden cruzarlo porque se ha
desbordado y es imposible transportar el cuerpo de Addie Bundren,
dispuesto para la ceremonia en un cajón de maderas arbitrarias y que ya
empezaba a expeler un riguroso olor a muerte. Sobre el condado, Faulkner
dijo en una entrevista en Paris Review: “Puedo mover a los personajes
como si fuera Dios no sólo en el tiempo, sino también en el espacio
(...). Me gusta pensar que el mundo que creé es una piedra fundacional
en el universo, de modo que, con todo lo pequeña que resulta esa piedra,
si la quitaran, el universo colapsaría. Mi último libro será el Libro
del día final, el libro dorado, del condado Yoknapatawpha”.