La crisis pincha la burbuja que hizo creer que se podía vivir de la literatura
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El verdadero escritor vive para escribir./lavanguardia.com |
Un escritor de raza empieza sabiendo que no puede
vivir sin escribir. Con el tiempo, sabrá que no podrá vivir de escribir,
salvo si dispone de suficiente fortuna familiar, pertenece a la
escasísima casta de quienes han logrado un éxito de ventas, tiene otro
oficio o pone su pluma al servicio de alguna instancia política. Hubo un
tiempo de espejismo, cuando a caballo de los dos últimos siglos los
escritores también alimentaron el relato de la burbuja de prosperidad
que vivió el país y creyeron que era posible profesionalizarse.
Muchos recibieron anticipos generosos y con un poco de maña era fácil
acceder a una extensa red de colaboraciones: prólogos, conferencias,
seminarios, charlas, artículos, talleres... Ahora, la estructura
alimenticia se ha evaporado y la realidad vuelve a ser la de siempre.
Aurelio Major, conocedor del sector, ha medido el descalabro: “Si
comparamos en el Nielsen las ventas de los doscientos libros más
vendidos en España de noviembre del 2008 y de noviembre del 2013, se ve
que las ventas han descendido un 48%”. El batacazo es descomunal. Major
también ha consultado las cuentas que las editoriales presentan en el
registro mercantil. Por mucho que los balances puedan maquillarse, la
comparación de las cifras año a año ofrece una tendencia significativa:
“De las cuarenta editoriales principales, sólo quince presentan un balance positivo”. Muchas están en quiebra técnica.
El
autor se siente víctima de una injusticia. Él es quien crea la obra y,
paradójicamente, quien menos porcentaje recibe de su creación. El
escritor recibe el 10 % del precio del libro, cuando el
distribuidor suele quedarse el 53 %. Si se vende, por ejemplo, a 20
euros, al autor le corresponden 2 euros por ejemplar, por lo que el
editor, si calcula que venderá 3.000 ejemplares, le pagará un anticipo
de 6.000 euros por el trabajo de uno o dos años, como mínimo. Entre los
editores hay una jerga de empresa para clasificar a los escritores que,
si tienen un poco de sensibilidad, jamás osarían transmitir a sus
autores: “Este escritor es de 20.000 ejemplares” o “este es de 300
ejemplares”. Si el salario medio bruto anual de un asalariado a jornada
completa en España en el 2013 era de 25.455 euros y si tenemos en cuenta
que el precio medio de la narrativa es de 12,68 euros, un novelista
necesitaría vender 20.000 ejemplares para alcanzar un sueldo medio. Sin
embargo, según el informe del comercio interior del libro, sólo el 1,9%
de los 70.000 libros de todo tipo que se publican en España superan...
los 5.000 ejemplares.
Llegar a esta cifra ya es todo un éxito,
así que las cuentas no salen: además el escritor ha de dar de su exigua
renta de un 10% a un 15% a su agente literario y otro 19% se va en
impuestos. Otra paradoja: el editor considera que debe remunerar
profesionalmente a todos los que intervienen en la cadena del libro
salvo al autor, que no es pagado según su trabajo, sino según el éxito
del libro. Como compensación, si al final las ventas son menores que el
anticipo recibido, no le pedirá que lo devuelva, aunque esta práctica ha
cambiado con la crisis: algunos editores se lo descuentan en el
siguiente libro.
Los lectores han recortado drásticamente su
presupuesto para compra de libros y los precios de venta han bajado, así
que los editores pagan menos. Antonio María Ávila, que confecciona las
estadísticas de la Federación de Gremios de Editores, añade más
desgracias: “Las ayudas a compra de libros para bibliotecas públicas,
contemplada en la ley del libro, no es que hayan sido recortadas, es que
han sido suprimidas. Eso significa la pérdida de doscientos millones . E
igual las ayudas a compra de libros de texto para las familias, que han
sido reducidas a 0 euros, es decir, las editoriales han perdido 308
millones”. También han disminuido las ayudas anuales del Ministerio de
Cultura a las editoriales. En Catalunya, las ayudas públicas a los
libros en catalán sufren recortes similares, aunque la Institució de les
Lletres Catalanes ofrece becas directas al escritor y Cedro, que
gestiona el dinero recaudado en concepto de préstamo de libros o copia
privada, dispone de una asignación social para casos extremos. En
Catalunya, Columna pagaba una mensualidad fija a un escritor a cambio de
lo que escribiera.
En España reina una gran opacidad sobre los
ingresos de los escritores o de los editores. Sabemos lo que cobran
Stephen King o Ana Gavalda, pero no ningún autor español. En Francia,
los estudios calculan que sólo un centenar de autores puede vivir de los
derechos de autor de sus libros. Allí funciona la fórmula 8/10/12, es
decir, el 8% hasta 10.000 ejemplares, el 10% hasta 20.000 y el 12% más
allá. Los grandes ventas llegan al 18%, y los que venden menos de 1.000,
a veces, sólo reciben el 6%.
¿Cuál es el salario del escritor
español, sin contar los trabajos paraliterarios? En el año 2013 se
publicaron en España 13.071 obras de literatura, de las que 4.841 fueron
novelas contemporáneas, con una tirada media de 4.108 ejemplares. Otro
dato: las editoriales facturaron 468 millones por la venta de obras
literarias y, según nuestros cálculos, pagaron un máximo de 35 millones
al conjunto de autores españoles o a sus herederos en concepto de
derechos de autor, una cuarta parte de la cantidad anterior a la crisis.
Pau
Centellas, presidente de la Asociación de Agentes Literarios, que
trabaja en la agencia Silvia Bastos, cree que “la cifra está mal
repartida; hay unos pocos que siguen ganando mucho, y la gran mayoría,
mucho menos”. Centellas reconoce que había una burbuja y que ahora se ha
regresado a la realidad de siempre. “Algunos autores nos han dicho que
por lo que les pagan, prefieren guardar su novela en un cajón en espera
de que se les valore mejor o han dejado de escribir, y hay otros que
para ganar una cantidad que les permita vivir han de multiplicarse tanto
en otras tareas que no disponen del tiempo y la tranquilidad necesarios
para dedicarse a su obra. El escritor es vocacional”. Y la vocación y
la ilusión de ver publicada su obra le lleva a aceptar rebajas en el
porcentaje de derechos de autor e incluso a no cobrar anticipo alguno.
La Associació d’Escriptors en Llengua Catalana (AELC) estableció que
apenas un poco más del 9% de asociados vive de la escritura y de los
trabajos paralelos (colaboraciones en prensa, guiones, etcétera).
Bel
Olid, presidenta de la AELC, dice que “hay editoriales que no cumplen
el modelo de contrato que pactaron con nosotros y nos han llegado quejas
de escritores que son alentados por las editoriales para que se
presenten a un premio. No lo ganan y el editor les propone coeditar la
obra, costeándola entre los dos. Al final, se comprobó que la cifra
dada por el editor era más alta de lo que costaba editar el libro.
Tuvimos un caso así en la asociación, un escritor-editor, y la asamblea
votó expulsarlo”.
Por el contrario, el autor suele mantener un
recelo con su editor respecto a la venta real de sus libros, al no
existir un método irrebatible de demostrarlas (el certificado de
imprenta no es considerado fiable. La queja de los traductores es aún
mayor: pocas editoriales señalan su autoría y las tarifas se han
desplomado. Un gran grupo ha decidido rebajar- las unilateralmente. Bel
Olid dice que eso repercute en la calidad de las traducciones. “Esto
sólo aca- bará cuando el lector se acostumbre a devolver a la librería
un libro mal traducido, como ya hace cuando le venden un objeto en mal
estado”.
Las cifras
- REPARTO. El autor recibe el 10% del precio del libro, #1;y el distribuidor, el 53%
TIRADA. Sólo el 1,9% de los 70.000 libros editados en España supera los 5.000 ejemplares
DERECHOS.
Los editores pagaron en el 2013 alrededor de 35 millones de euros en
concepto de derechos #1;al conjunto de los narradores españoles
PROFESIONALES. En Catalunya, no llegan al 10% quienes pueden vivir de la escritura y actividades paraliterarias
13 NOVELAS AL DÍA. En el 2013 se publicaron 4.841 novelas contemporáneas, #1;sin contar novela negra o erótica.