Se cumple un siglo del nacimiento del hombre que a los 25 años cambió para siempre el paisaje del cine con Ciudadano Kane y luego perdió el control de sus películas, mutiladas por productores o abandonadas por él mismo
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Ciudadano Kane, es la película magistral de innovación con el lenguaje del cine./latercera.com |
Once años de rápido e infatigable ascenso hacia las cumbres de la
fama, seguidos de 43 de lenta agonía. Más o menos así se puede dividir
la vida profesional de Orson Welles, quien a los 16 años se hizo pasar
por una estrella de Broadway para conseguir trabajo en el Gate Theatre
de Dublín, a los 22 era el actor de teatro mejor pagado de Estados
Unidos, a los 23 realizó la famosa transmisión radiofónica de La guerra
de los mundos y a los 25 dirigió Ciudadano Kane, la película por la que
RKO Pictures le pasó un cheque en blanco. Con él haría lo que querría .
El resto ya se sabe: Ciudadano Kane transformó para siempre el orden y
la relación de las fuerzas en la historia del cine mundial.
La película dirigida, protagonizada y coescrita por Welles, fue el
único largometraje en el que tuvo el absoluto dominio del montaje y la
producción. El resto de su vida sólo sería una infinita lucha por hacer
filmes que tropezaban con la mediocridad de los productores, el
conservadurismo de Hollywood y la propia ambición de Welles. En fin, la
tragedia de un adelantado.
Ante la inminente celebración de los 100 años de su nacimiento, los
especialistas, los estudiosos y los seguidores otra vez se frotan las
manos. Las películas inconclusas, editadas por otros o dejadas en manos
de nadie serán material de libros y exhibiciones en salas. Este año,
por ejemplo, se estrenará en Estados Unidos la esperada The other side
of the wind, obra rodada por Orson Welles a principios de los años 70 y
que llega a salas el miércoles 6 de mayo, el mismo día de su
cumpleaños. También en mayo se publica Orson Welles’ s last movie: the
making of The other side of the wind, investigación de Josh Karp, que
cuenta con lujo de detalles el rodaje de esta cinta. Luego, en agosto,
se editará algo así como la otra cara de la moneda en la vida de Welles.
Es el libro Young Orson: The years of luck and genius on the path to
Citizen Kane, trabajo de Patrick McGilligan que aborda el prodigioso
período previo a la obra maestra de 1941.
En el terreno de las ediciones en blu-ray también hay bastante para
recoger. Por fecha de lanzamiento destaca primero la reedición de La
dama de Shanghai, película que Welles estrenó en 1948 y que a través del
sello Mill Creek llega en una copia restaurada. Lanzada en marzo, la
cinta donde Welles también actúa y en que Rita Hayworth tiene el rol de
la femme fatale de pelo rojo Elsa Bannister es una de las piedras
fundacionales del cine negro en Hollywood. Probablemente más rutilante
será la edición de Othello, que la compañía boutique The Criterion
Collection prepara para el segundo semestre de este año. Ganadora del
Festival de Cannes en 1952, se trata de una de las tres adaptaciones de
shakespereanas que Welles realizó para el cine junto a Macbeth (1948) y
Campanadas a medianoche (1965). Esta última no es otra que la historia
de Sir John Falstaff, un grueso, pícaro y bufonesco caballero que
aparece en cinco obras de Shakespeare y que el realizador ya había
intentado plasmar en su malograda pieza teatral Five kings. Producida y
filmada en España, la cinta era la preferida de Welles, que llegó a
decir: “Si algún día debo ir al Cielo por alguna película, me gustaria
que fuera por Campanadas a medianoche”. La versión que el sello
británico Mr. Bongo publicará dentro de los próximos meses fue
restaurada por la Filmoteca de Madrid y se enmarca además en la
celebración de los 50 años de la película, que se estrenó en diciembre
de 1965 en España y en mayo de 1966 en el Festival de Cannes.
Orígenes e influencias
Hijo de un inventor de mediana fortuna y una concertista de piano,
Orson Welles acostumbraba a contar que uno de sus grandes maestros fue
el director de fotografía Gregg Toland, el hombre que antes de Ciudadano
Kane ya había iluminado Las uvas de la ira de John Ford y Cumbres
borrascosas de William Wyler. También repetía aquella sentencia sobre el
mencionado John Ford, su mentor en la lejanía: “Prefiero a los viejos
maestros, por eso prefiero a John Ford, John Ford y John Ford”. Entre
los avances vanguardistas de Toland, quien llevó a nuevos niveles la
profundidad de campo, y las enseñanzas de los pioneros de la narración,
Welles entró a un terreno formal que haría escuela y sería imitado y
replicado infinitamente. Ciudadano Kane y, un año después, Los
magníficos Ambersons (donde ya perdió el control del montaje) serían
ejemplos pioneros de este tipo de cine ambicioso, con una clara
influencia teatral y shakespereana, totalmente lejos de la órbita
technicolor a la moda en Hollywood. Entre los 25 y los 27 años, es decir
entre 1940 y 1942, el realizador pasó de genio imparable a un bicho
raro en el complicado universo de la industria fílmica.
En términos formales, Welles heredó de Gregg Toland su desconfianza
en el color (el gran director de fotografía, que murió en 1948, auguraba
que el color jamás reemplazaría al blanco y negro) y su inquietud por
detonar las puestas en escenas tradicionales. De su formación teatral,
el cineasta tomaría esa capacidad casi de guerrilla para trabajar con
pocos recursos, para hacer magia con escasos decorados y para encantar a
los espectadores. No hay que olvidar que Welles fue ademas un consumado
mago y que Campanadas de medianoche, financiada con mínimos dineros
españoles, contiene una de las más espectaculares batallas jamas
filmadas, influencia manifiesta en filmes tan disímiles como Enrique V
(1989) de Kenneth Branagh, Corazón valiente (1995) de Mel Gibson y
Rescatando al soldado Ryan (1998) de Spielberg.
Defensor incontrarrestable del blanco y negro y abogado incansable de
los personajes consumidos por la megalomanía, el cinismo y la miseria
moral, Orson Welles se propuso hacer la más autobiográfica de sus cintas
en 1970. Sería por primera vez en color y la llamó The other side of
the wind. Reunió a un grupo de amigos y colaboradores para que le dieran
vida a un conjunto de personajes que se alimentaban de cinefilia, egos
inabarcables y fiestas hippies en Los Angeles en 1970. John Huston
hacía de director de cine y Peter Bogdanovich era su protegido. Huston,
como Welles en la vida real, lucha por dirigir una película que sea algo
así como su retorno triunfal a Hollywood tras un autoexilio de 10 años
en Europa. En mitad del rodaje, el personaje de Huston muere, justo
cuando cumple los 70 años. Todo se va al traste.
La película jamás se estrenó, pero en un ejemplo perfecto de aquello
que llaman la vida imitando el arte, Orson Welles fallecería a los 70
años, en octubre de 1985. Ahora, en el centenario del nacimiento del
genio y a 30 años de su muerte, el libro de Josh Karp y, sobre todo, el
estreno de la perdida The other side of the wind, permitirán apreciar
una nueva faceta del hombre que brilló hasta quemarse.