Překlady, Traslations, traductions, Übersetzungen, Преводи, prevodi,
traduzioni, oversettelser, traduções, tłumaczenia, fordítások,
itzulpenak, traducció, traducións.
Esa es la palabra traducción en checo, inglés, francés, alemán,
búlgaro, esloveno, italiano, noruego, portugués, polaco, húngaro,
euskera, catalán y gallego. Un pequeño asomo al núcleo de la mítica
Torre de Babel y a lo que ha obligado a la humanidad si quiere
entenderse: Traducir. Y España y el mundo hispanohablante ocupan un
lugar privilegiado porque representa un rasgo de apertura cultural que
en este siglo se ha afianzado.
A este tema dedicó su primera jornada el I Foro Internacional del Español 2.0: El español una alternativa global,
que se celebra en Madrid desde ayer y terminará el domingo. Casi 200
expertos en más de cien ponencias, mesas redondas y talleres en un
programa organizado por Ifema, en colaboración con la Plataforma del
Español, alrededor de cuatro ejes temáticos: Internacionalización de la industria de la traducción, Internacionalización de los contenidos culturales, Turismo idiomático y Sentir en español.
Además de su valor patrimonial, el valor económico del español se ve
directamente reflejado en la industria de la traducción. Y la literaria,
por ejemplo, ha sido un elemento generador de riqueza y empleo en los
años de crisis".
Álvaro Salamanca
La fuerza del español como dinamizador de la economía (es el segundo
idioma después del inglés y el segundo con más hablantes nativos, 500
millones, después del chino mandarín), se aprecia en la traducción en
sus diferentes ámbitos. Por eso, además de su valor patrimonial, el
valor económico del español “se ve directamente reflejado en la
industria de la traducción”, dice Álvaro Salamanca, director de
Relaciones Institucionales de Seprotec. “Y la literaria, por ejemplo",
agrega, "ha sido un elemento generador de riqueza y empleo en los años
de crisis; y la traducción general y técnica ha desempeñado un papel
fundamental en la internacionalización de las empresas, traduciendo y
adaptando su comunicación y mensajes al mercado de destino”.
España es la cuarta industria editorial del mundo, detrás de Estados
Unidos, Reino Unido y Alemania, y con uno de los porcentajes más altos
de traducciones en el mundo: 23,3%, mientras en otros como EE UU no
llega al 2% y en Reino Unido al 3%. Uno de cada cuatro de los 90.000
títulos editados cada año son traducciones; y de ellos, tres de cada
cuatro son obras traducidas de idiomas extranjeros, la otra cuarta parte
corresponde a las lenguas cooficiales (catalán, euskera y gallego).
Uno de cada cuatro de los 90.000 títulos
editados cada año son traducciones (23,3%); y de ellos, tres de cada
cuatro son obras traducidas de idiomas extranjeros, la otra cuarta parte
corresponde a las lenguas cooficiales (catalán, euskera y gallego).
En total se traducen 50 lenguas. El idioma preponderante es el
inglés, seguido del francés, italiano, japonés, catalán, portugués o
ruso; e incluye lenguas minoritarias como el hebreo, el eslovaco y el
finés. La mayor parte son obras de creación literaria (33,7% de los casi
18.000 libros). El apartado infantil y juvenil representa el 21,9% y
las ciencias humanas el 20%.
Aunque siempre ha habido una buena tradición de traducciones, este
siglo han adquirido una mayor importancia, no solo porque ha aumentado
su porcentaje con nuevos autores sino también con nuevas traducciones de
obras clásicas. Todo eso ha hecho que adquiera un gran peso en el
periodo de crisis al ser un valor seguro y más barato. Las editoriales
pequeñas surgidas desde el año 2000 han contribuido a ampliar el
espectro del origen idiomático de los libros, recuerda Antonio María
Ávila secretario de la Federación de Gremio de Editores de España.
Acorde a los nuevos tiempos, la traducción es cultura y tecnología,
dos elementos que se complementan para ofrecer un producto de calidad,
explica Paloma Valenciano, consejera delegada de Traducción Políglota.
La tecnología, agrega, “es un medio, una herramienta que apoya y mejora
el trabajo de los traductores, pero un trabajo impensable si no se
cuenta con las competencias lingüísticas y culturales necesarias”.
Considera que la traducción es un arte que utiliza tecnología para
mejorar determinados aspectos, como consistencia, rigor o rapidez.
“No hay un solo idioma español. Es plural. Y esa es su riqueza”, dijo
Miguel Sáenz traductor y miembro de la Real Academia. Una idea que
confirmó desde sus años en la ONU cuando supo del espíritu panhispánico
que luego ha tomado la RAE en el siglo XXI.
La tecnología es un medio, una herramienta que apoya y mejora el
trabajo de los traductores, pero un trabajo impensable si no se cuenta
con las competencias lingüísticas y culturales necesarias
Por todo eso, los traductores, a través de ACE Traductores,
consideran que las editoriales podrían destacar en la portada de sus
libros el nombre del traductor, y los medios de comunicación
mencionarlos, sugiere Carlos Fortea, presidente de la Asociación. Ello
con el fin de “hacer conscientes a los lectores de que se traduce y de
quién traduce”.
Recuerda, además Fortea, que los profesionales que se dedican a esto
“necesitan de un reconocimiento económico justo. Los plazos vertiginosos
con los que traducimos, a impulsos de las necesidades del mercado, no
lo serían tanto si los traductores no tuvieran que aceptar una multitud
de encargos para sostener su economía. El libro que hoy en día se
sostiene sobre el impulso ético de los traductores, sobre su conciencia
de que hacen bien su trabajo hay que hacerlo bien, debería sostenerse
sobre una remuneración justa”.
¿Son acaso los traductores unos autores invisibles? Miguel Sáenz dice
que son autores de la traducción, y si son invisibles esas son otras
teorías. Aunque aclara que “el traductor invisible no existe. Pero no
debe notarse mucho. El traductor es un farsante. Representa a Chéjov y
debe hacer que el lector crea que le habla Chéjov”.