jueves, 9 de mayo de 2013

Citas citables de Fernando Vallejo

Peroratas se titula el libro en el que se recopilan las conferencias, discursos y ensayos del escritor colombiano

Portada de Peroratas de Fernando Vallejo./elespectador.com
La publicación por parte de Alfaguara del ideario político y cultural del escritor Fernando Vallejo resulta una acertada decisión editorial que permite a los miles de seguidores del novelista revisar su visión crítica e irreverente del país y del mundo, y a quienes todavía no han leído la obra de uno de los autores fundamentales de la literatura colombiana advertir la importancia y trascendencia de su valiente voz de autor en una sociedad donde muy pocos acostumbran a decir la verdad.
Bien lo dijo el director de cine español Pedro Almodóvar: “Su ira explosiva es tan brillante, tan sonora, real, sincera, divertida a veces, cruel casi siempre, que su lectura es algo gozoso y tonificante”. El escritor mexicano Juan Villoro lo llamó “maestro de la injuria como una de las bellas artes”, porque “sus peroratas imprecatorias caen sobre Colombia como una lluvia ácida, una tempestad desaforada, un cataclismo del idioma”.
Él desde México me dice que no vino a la Feria del Libro porque esta obra sólo “es una recopilación de escritos míos de muchos años: artículos, ensayos, conferencias, discursos”. Vallejo tal vez venga a mitad de año para la publicación de Hablar en nombre propio, “un libro de muchos autores, sobre mis libros, publicado por las Universidades Javeriana y Nacional y editado por Luz Mary Giraldo”. Mientras tanto, basta recordar algunas citas de sus memorables intervenciones, contenidas en los 32 textos del volumen ‘Peroratas’, que se consigue en todas las librerías:
“Porque los ríos los volvimos alcantarillas y el mar un resumidero de cloacas. Por eso. Porque ya acabamos con el águila real, con el cóndor de los Andes y con el nido de la perra. Porque somos un país de cagamierdas vándalos”.
“Se toma pues usted, señora, dos pastillas de Cytotec con agua, se inserta otras dos en la vagina y listo, santo remedio, ya no va a parir la marrana. No le nacerá a Colombia otro Tirofijo, otro Pablo Escobar, otro Gaviria, otro Samper, otro Pastrana, otro mono Jojoy, otro Raúl Reyes, otro Mancuso, otro Uribe, otro Romaña...”.
“La patria que les cupo en suerte, que nos cupo en suerte, es un país en bancarrota, en desbandada. Unas pobres ruinas de lo poco que antes fue. Miles de secuestrados, miles y miles de asesinados, millones de desempleados, millones de exiliados, millones de desplazados, el campo en ruinas, la industria en ruinas, la justicia en ruinas, el porvenir cerrado: eso es lo que les tocó a ustedes. Los compadezco. Les fue peor que a mí”.
“El destino de los colombianos de hoy es irnos. Claro, si antes no nos matan. Pues los que se alcancen a ir no sueñen con que se han ido porque adondequiera que vayan Colombia los
seguirá. Los seguirá como me ha seguido a mí, día a día, noche a noche, adonde he ido, con su locura. Algún momento de dicha efímera vivido aquí e irrepetible en otras partes los
va a acompañar hasta la muerte”.
“Y si veo el televisor es porque está ahí y me lo enseñaron a prender apretando un botoncito. Aprieto el botoncito y me sale entonces de la caja idiota un idiota de presidente, una figura gris, borrosa, verbosa, ignorante, inepta, cobarde, estúpida, rebuznando entre un hormigueo de electrones. O me sale algo peor, un papa”.
“La maternidad degrada a la mujer, la vuelve una vaca. Con perdón de mis hermanas las vacas”.
“(García Márquez) Tu vida me la sé al dedillo, pero ay, desde fuera, no desde dentro porque no soy narrador de tercera persona y no leo, como vos, los pensamientos. Vos me llevás a mí en esto mucha ventaja desde que descubriste a Faulkner, la tercera persona, el hielo y el imán”.
“¿Quién te puede probar Gabito que le robaste a Balzac el tono? Robarle un autor a otro el tono es como robarle un hombre a otro el alma. Y si a ésas vamos, también a vos te lo robó Salvador Allende. Ah no, fue su sobrina, ¿cómo es que se llama?”.
“Al monstruo bicéfalo liberal-conservador últimamente le salieron otras cabezas: la guerrilla, los paramilitares y el narcotráfico. Y así tenemos hoy pesando sobre Colombia a la hidra de cinco cabezas”.
“Dios no existe. Dios es un pretexto, una abstracción brumosa que cada quien utiliza para sus fines propios y acomoda a la medida de su conveniencia y de su infamia. Caprichosa, contradictoria, arbitraria, inmoral, la religión cristiana no tiene perdón del cielo, si es que el cielo es algo más que el atmosférico”.
“No votes. No te dejes engañar por los bribones de la democracia, y recuerda siempre que no hay servidores públicos sino aprovechadores públicos”.
“(El Quijote) Tres veces lo he leído, en tres épocas muy distintas de mi vida, y las tres con la misma mezcla de asombro y devoción y riéndome a las carcajadas como si alguien me hubiera soltado la cuerda de la risa”.
“¡Al diablo con Dostoievsky, Balzac, Flaubert, Eça de Queiroz, Julio Verne, Cronin, Zola, Blasco Ibáñez y todos, todos, todos los narradores omniscientes de todas las dañinas novelas de tercera persona que tanto mal les han hecho a los zafios llenándoles de humo los aposentos vacíos de sus cabezas! ¡Novelitas de tercera persona a mí, narradorcitos omniscientes! ¡Majaderos, mentecatos, necios!”.
“¿Y qué es la realidad, pregunto yo, sino mera ilusión? A ese paso también existiría yo, cosa que no me haría ninguna gracia. Las ventas no son ventas y las rameras no son rameras. Las ventas son castillos y las rameras son princesas, y todo es humo que llena los aposentos vacíos de la cabeza”.
“Así me quiero morir yo, tratando de apresar este idioma rebelde hecho de palabras de viento, y llorando en mi interior por él, por lo que no tiene remedio…”.
“El sexo es bueno. Es conveniente, inocente, inocuo, entretenido, divertido, sano. Y bendito para la salud mental: despeja mucho la cabeza. Bendito seas, sexo, y con lo que
sea: con hombre o mujer, perro o quimera”.
“‘Violencia es como se debería llamar ese país de nombre equivocado, y sus habitantes ‘violentanos’ y los académicos que lo estudian en las universidades norteamericanas ‘violentanólogos’”.
“Ya saben lo que fue la mano firme: la mano tendida a los secuestradores, asesinos y genocidas paramilitares, la mano traidora que les ha estado extendiendo el remilgado a los de las FARC. Don bellaco es un hombre generoso, tiene el corazón muy grande. Colombianos: roben, atraquen, secuestren, maten que aquí tenemos de primer mandatario a nuestro primer alcahueta. No teman ningún castigo que se quedarán impunes, esto es el reino de la impunidad. ¡Y yo que creía que lo más vil que había producido Colombia eran César Gaviria y Andrés Pastrana! ¡Pendejo! Este país se supera”.
“Antiguallas del siglo xix que dan risa en el xxi . Hoy la gloria es el éxito y la patria un equipo de fútbol”.
“No habrá futuro para Colombia mientras la plaga de la Iglesia católica (a la que en los últimos años se le han venido a sumar las sectas protestantes) siga pesando sobre nosotros
como detentadora de la verdad y la moral en contubernio con el poder político”.
“Paz no es sinónimo de impunidad. No se puede construir una sociedad sobre la impunidad como no se puede construir un edificio sobre un pantano. Los delitos hay que castigarlos”.
“Y si el hampa y el narcotráfico pesan hoy sobre todos nosotros como una condena diferida de muerte que día a día uno por uno de nosotros debemos enfrentar, es porque esta clase inepta los permitió, cuando no es que los toleró beneficiándose de ellos, y les dejó tomar fuerza hasta que no hubo control posible. La moneda del desastre de Colombia tiene dos caras: una inocente y otra delincuente. Y la acuñó la Ley. La Ley atropelladora y prostituta que dictaron los partidos liberal y conservador”.
“No fui músico, que es lo que me habría gustado ser, y me tuve que contentar con esto, la literatura, unos libritos miserables, efímeros, hechos de deleznables palabras que se lleva el
Viento”.
“Estoy convencido de que a mí, tarde o temprano, hable un poquito más de la cuenta o me calle, a mí también uno de estos días este país me terminará por condecorar: con una bala”.
“Me pienso poner al final esto de epitafio: ‘Pasó por esta vida como un ventarrón tumbándole la cal a una tapia’.