viernes, 25 de enero de 2013

Granés:"Entrevistar a Vargas Llosa es facilísimo"

El investigador Carlos Granés habla de lo que dejó la alharaca del arte del siglo XX y su relación con el Nobel peruano

Carlos Granés entrevista hoy a Mario Vargas Llosa, en el Hay Festival./semana.com
El puño invisible podría ser el título de una buena biografía de Mohamed Ali o una marca de camisetas de golfistas. Pero en este caso se trata de una de las más francas y refrescantes miradas a las vanguardias 
El puño invisible podría ser el título de una buena biografía de Mohamed Ali o una marca de camisetas de golfistas. Pero en este caso se trata de una de las más francas y refrescantes miradas a las vanguardias del arte en el siglo XX. Por este extensa reflexión que repasa desde el futurismo de Marinetti, o el surrealismo de Tzara hasta la era de Mickey Mouse, el investigador Carlos Granés recibió el premio de ensayo Isabel Polanco en 2011.
"A  veces los círculos artísticos se cierran y resulta refrescante que entren personas con otras miradas a dar su opinión," dice Granés, quien se formó como investigador social y no como crítico de arte. "Supongo que mi interés por la aproximación biográfica a los artistas viene de la psicología, y que la sensibilidad para detectar los cambios de valores en una sociedad me lo da la antropología".
¿Y cuáles son esas actitudes de las primeras vanguardias del siglo XX que, según él, estiran la mano hasta nuestros días? 
Para Granés una de ellas es el infantilismo que utilizó el movimiento Dada como antídoto al heroismo bélico que condujo a la Primera Guerra Mundial. "Si los generales que se mataban en las trincheras, valoraban el heroísmo y la belicosidad, ellos iban a valorar el juego y la espontaneidad",  explica que la misma actitud contagió a los surrealistas y después a los hippies.
Otra es la telerrealidad, ese intento por representar la vida real en directo.  Granés se remonta a los artistas del grupo Fluxus que intentaron hacer de sus rutinas cotidianas una muestra para galería. "Yoko Ono se encamó con John Lennon en 1969 en un hotel de Ámsterdam. Decenas de cámaras los filmaron. Ellos no hacían nada; estaban ahí, en pijama. Pretendían hacer un happening e hicieron un reality", dice Granés quien cree que el intento resultó en otra cosa;"en realidad no lograron convertir la vida en arte sino en espectáculo", remata.
Antes de lanzarse a escribir su exitoso trabajo, Granés pasó varios años inmerso en la obra de otro gran ensayista, con quien conversará en este Hay Festival: Mario Vargas Llosa. Después de elogiar sin tapujos el libro de Granés en su columna de El País de Madrid, el Nobel lo escogió para que compilara sus mejores reflexiones  "Yo escribí un libro sobre Vargas Llosa, La revancha de la imaginación, que le debió parecer bueno, o al menos no tan malo, porque después de leerlo consideró que yo podía hacer ese trabajo."
Desde entonces entre ambos se ha tejido una cierta amistad, aunada por una convicción compartida. Ninguna teoría, ningún discurso y ninguna escándalo podrá reemplazar lo único que importa de un artista: su obra. De este y otros temas conversarán el viejo sabio de 76 (parte de esa otra vanguardia llamada el Boom) con un bogotano de 37 que se atrevió a revisar lo que parecía intocable.
Entrevistar al Nobel puede parecer una tarea difícil, pero Granés ya conoce a su contendor. "Entrevistar a Vargas Llosa es facilísimo. No importa la idiotez que le preguntes. Él siempre va a decir algo interesante," dice Granés con cierto consuelo. "Hace quedar muy bien a entrevistadores inexpertos como yo".

Mario Vargas Llosa conversa con Carlos Granés.HOY:Viernes 25, 15:30 a 16:30. Centro de Convenciones Cartagena de Indias 
¿Qué le aporta la sicología y la antropología a la hora de escribir sobre arte? ¿Le falta a la crítica de arte mirar desde otros puntos de vista a los de la misma crítica¿Podría explicarnos al menos tres rasgos de las vanguardias artísticas del siglo pasado que usted considera siguen vivas en expresiones contemporaneas?
El infantilismo es la primera. Los dadaístas del 1916 defendieron las conductas infantiles como antídoto al heroísmo bélico que condujo a la I Guerra Mundial. Si los generales que se mataban en las trincheras valoraban el heroísmo y la belicosidad, ellos iban a valorar el juego y la espontaneidad. Eso resultó muy seductor. La misma actitud sedujo a los surrealistas y después al movimiento hippie. De ahí, la sociedad en general también le cogió el gusto. Savater, en su última novela, se burla de este rasgo contemporáneo. Ahora los decanos de las universidades se mandan por la red fotomontajes jocosos del papa. 
Otra es la telerrealidad. El sueño de muchas vanguardias, entre ellas, por ejemplo, Fluxus, fue cerrar la distancia entre arte y vida. Quisieron estetizar la existencia llevando las rutinas cotidianas a la galería. En realidad no lograron convertir la vida en arte sino en espectáculo. Yoko Ono, una miembro de Fluxus, participó en el primer reality antes de que existieran los realities: se encamó con John Lennon en 1969 en un hotel de Ámsterdam. Decenas de cámaras los filmaron. Ellos no hacían nada; estaban ahí, en piyama. Pretendían hacer un happening e hicieron un reality. La vida real en directo.
El tercero es el fervor por lo revolucionario. Los vanguardistas promovieron mejor que nadie la revolución. Fueron más efectivos incluso que los bolcheviques. La convirtieron en algo tan sexy que se convirtió en un elemento fundamental de las campañas publicitarias desde los sesenta. Para vender, todo producto debe ser revolucionario. Después de Mickey Mouse, la imagen más rentable es la del Che. Eso dice bastante.  
¿Vargas Llosa lo escogió para reunir algunos de sus mejores ensayos. ¿Cómo se dio esa relación y qué fue lo más difícil de escoger entre una obra tan prolífica?
Yo escribí un libro sobre Vargas Llosa, La revancha de la imaginación, que le debió parecer bueno, o al menos no tan malo, porque después de leerlo consideró que yo podía hacer ese trabajo. 
Lo difícil fue encontrar los ejes que le dieran orden a los cientos de artículos escritos a lo largo de 50 años. Eran miles de páginas sobre muchísimos temas. Tan pronto definí los temas –revoluciones, dictadura, obstáculos al desarrollo en América Latina, democracia y liberalismo, arte y literatura-  pude rastrear a los largo de la historia las opiniones y contribuciones de Vargas Llosa sobre estos temas. Entonces fue fácil. Hasta no tener los referentes que introducían orden en el caos, parecía una tarea imposible.
¿Cómo entrevistar a un escritor tan famoso (y entrevistado) sin caer en lo mismo? ¿Cuál fue su estrategia?
Entrevistar a Vargas Llosa es facilísimo. No importa la idiotez que le preguntes. Él siempre va a decir algo interesante. El efecto retrospectivo es que fue tu pregunta la que lo hizo decir cosas interesantes. No suele ser así. Hace quedar muy bien a entrevistadores inexpertos como yo.