Amantes de la tinta y el papel, recuperen el aliento. Los informes sobre la muerte del libro impreso podrían ser exagerados
Una encuesta realizada en 2012 reveló que sólo 16% de los estadounidenses compraron un libro electrónico./Brain Stauffer./gerente.com |
Desde que Amazon presentó su popular lector electrónico Kindle hace
cinco años, los expertos han asumido que el futuro de la edición de
libros es digital. Las opiniones sobre la velocidad del cambio desde la
página a la pantalla han cambiado. Pero el consenso ha sido que la
digitalización, luego de dominar la música, la fotografía y los mapas,
se impondría con el tiempo también sobre los libros. Para 2015, un
experto en medios predijo hace unos años, los libros tradicionales
habrían desaparecido.
Media década después de la revolución del libro electrónico, sin
embargo, el diagnóstico de los libros tradicionales de repente parece
más alentador. Los libros de tapa dura están mostrando una resistencia
sorprendente. El crecimiento de las ventas de libros electrónicos se
está volviendo marcadamente más lento. Y las compras de libros
electrónicos de hecho se están reduciendo, en momentos en que los
consumidores eligen en cambio tabletas multipropósito. Quizás los libros
electrónicos, en lugar de reemplazar los libros impresos, terminarán
cumpliendo un rol más parecido al de los libros de audio: un complemento
a la lectura tradicional, no un sustituto.
¿Cuán atraídos se sienten los estadounidenses a los libros
anticuados? Basta con observar los resultados de una encuesta del Centro
de Investigación Pew divulgada el mes pasado. El informe mostró que el
porcentaje de adultos que han leído un lector electrónico aumentó
moderadamente durante el último año, de 16% a 23%. Pero también reveló
que 89% de los lectores habituales de libros indicaron que habían leído
al menos uno impreso durante los 12 meses anteriores. Sólo 30% reportó
haber leído al menos un libro electrónico durante el último año.
Es más, la Asociación de Editores Estadounidenses informó que la tasa
de crecimiento anual de ventas de libros electrónicos cayó de forma
abrupta durante 2012, a alrededor de 34%. Eso sigue siendo una cifra
saludable, pero es una marcada caída frente a las tasas de crecimiento
de tres dígitos registradas en los cuatro años previos.
La explosión inicial de los libros electrónicos está comenzando a
parecer una aberración. Los primeros en adoptar la tecnología, un grupo
pequeño pero entusiasta, se pasó al libro electrónico enseguida y
durante un período concentrado. Será difícil encontrar más conversos.
Una encuesta de 2012 realizada por Bowker Market Research reveló que
sólo 16% de los estadounidenses de hecho compraron un libro electrónico y
que un abultado 59% afirma que no tiene "ningún interés" en comprar
uno.
En tanto, el cambio desde los lectores electrónicos a las tabletas
también podría estar afectando las compras de libros electrónicos. Las
ventas de lectores electrónicos se derrumbaron 36% en 2012, según
estimaciones de IHS iSuppli, mientras que las ventas de tabletas
explotaron. Cuando se ven forzados a competir con los placeres fáciles
de los juegos, videos y Facebook en aparatos como el iPad y el Kindle
Fire, los libros electrónicos pierden gran parte de su atractivo. El
hecho de que un libro electrónico no pueda venderse ni regalarse luego
de haberlo leído también reduce el valor percibido del producto.
Más allá de las razones prácticas de la caída del crecimiento del
libro electrónico, algo más profundo podría estar sucediendo. Quizás
hayamos evaluado mal la naturaleza del libro electrónico.
Desde el comienzo, las compras de libros electrónicos se inclinaron
de forma desproporcionada hacia la ficción, y las novelas representan
cerca de dos tercios de las ventas. Las listas de libros digitales más
vendidos son dominadas por novelas de género, como de suspenso o
románticas. La lectura en pantalla parece ser particularmente adecuada
para la clase de entretenimiento liviano que se ha vendido
tradicionalmente en supermercados y aeropuertos como libros de bolsillo
masivos.
Estos son, por diseño, los libros más fáciles de desechar. Los leemos
con rapidez y no nos interesa conservarlos luego de terminarlos.
Incluso nos podría dar un poco de vergüenza que nos vean leyéndolos, lo
que hace que las versiones digitales anónimas sean más atractivas. El
fenómeno "Cincuenta sombras de Grey" probablemente no se hubiera
producido si los libros electrónicos no existieran.
Los lectores de textos de más sustancia, incluida la ficción
literaria y la no ficción narrativa, se han inclinado menos hacia lo
digital. Parecen preferir el peso y la durabilidad, los placeres
táctiles, de lo que aún llamamos "libros reales", del tipo que se puede
colocar en un estante.
Los libros electrónicos, en otras palabras, podrían resultar ser
simplemente otro formato, un libro de bolsillo aún más liviano y
desechable. Eso encajaría con el descubrimiento de que una vez que las
personas comienzan a comprar libros digitales, no necesariamente dejan
de comprar los impresos. De hecho, según Pew, casi 90% de los lectores
de libros electrónicos siguen leyendo volúmenes físicos. Los dos
formatos parecen tener propósitos distintos.
Tras haber sobrevivido 500 años de revolución tecnológica, el invento
de Gutenberg también podría salir airoso de la ofensiva digital. Hay
algo especial en un libro recién impreso y bien encuadernado que no
parecemos ansiosos por dejar ir.
—Nicholas Carr es autor del libro "The Shallows: What the Internet Is Doing to Our Brains".