Una producción novelística que fue más allá de la renovación estética, descubrió una tradición literaria riquísima que era casi desconocida
Gabriel García Márquez, Premio Nobel, es sin duda el autor del boom más aplaudido.Lainformacion.com |
Los escritores del "boom" latinoamericano rompieron el esquema tradicional de la literatura, con el realismo mágico como común denominador y con una riqueza narrativa que sacudió los cimientos de Europa, según señalan expertos consultados
"La
vitalidad de las historias contadas, que no eluden lo exótico, lo
imaginativo, incluso, lo maravilloso" es una de las principales
aportaciones de esta tendencia en opinión del secretario general de la
Real Academia Española, Darío Villanueva.
Para Villanueva,
catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, la
repercusión de esta tendencia significó el "redescubrimiento de la
narratividad y la riqueza expresiva para una novela que en Europa se
había adocenado".
Los autores introducen técnicas vanguardistas de
narración, "rompen con el esquema tradicional y añaden toda una
experimentación de géneros derribando fronteras", afirma Victorino Polo,
catedrático emérito de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de
Murcia.
Se trata de hacer compatibles lo racional y lo
irracional, "que lo mítico casara con lo cotidiano, y todo de una manera
que la narración misma convertía en natural", explica, por su parte, el
catedrático de Universidad de Murcia José María Pozuelo.
Pozuelo,
también teórico y crítico literario, prefiere evitar el término
"realismo mágico", y se refiere a lo "real maravilloso", una categoría
ya formulada por Carpentier, o a la "naturalización narrativa de lo
maravilloso", propuesta por él mismo.
Pero aunque se considera el "realismo mágico" -"Cien años de soledad", de García Márquez,
uno de sus mayores ejemplos- como común denominador en la novela del
"boom", varios expertos insisten en la dificultad para encontrar rasgos
comunes en las novelas emblemáticas del "boom".
Darío Villanueva
incide en que el éxito de dicho fenómeno dependió en "gran medida" en la
diversidad de "los talentos, temáticas, estilos y procedencias" de sus
autores.
Una nómina de autores "muy amplia", explica Pozuelo, quien detalla que en un primer término estaría el "núcleo de Barcelona", en el que incluye a "los exiliados americanos que eran amigos: Vargas Llosa, Carlos Fuentes y García Márquez".
Pero
el éxito de este "trío nuclear", subraya el especialista, se proyectó
"retrospectivamente hacia los seniors que les precedían" y entre ellos
cita a Juan Rulfo, Alejo Carpentier, Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti, sin olvidarse del chileno José Donoso, que estuvo en los orígenes, y a discípulos como Jorge Edwards.
Del mismo modo que otros especialistas incluyen en este movimiento a otros autores como Jorge Luis Borges, también hay dificultad para citar la primera obra que dio origen al "boom".
"La
primera son siempre varias obras", asegura Villanueva, quien cita como
"fundamental" la producción de 1962; es el año, apunta, de "La ciudad y
los perros", de Vargas Llosa, pero también de "Bomarzo",
de Manuel Mugica Láinez, de "La muerte de Artemio Cruz", de Carlos
Fuentes, y de "El siglo de las luces", de Alejo Carpentier.
En lo
que sí coinciden las distintas voces es en el papel determinante de los
editores en el éxito de la respuesta latinoamericana a la novela del
siglo XX.
"Sin el apoyo editorial, que suponía por otra parte una renovación en el panorama literario español (a través de Seix Barral)
y americano (por medio de Sudamericana), esa tendencia generacional
posiblemente habría quedado sumergida o no habría tenido tanta
repercusión", apunta Pozuelo.
"Lo que hubo es una sensibilidad
acusada que llevó a cierta industria editorial a estar atentos y
apostaron por lo nuevo, dándoles resultado", añade.
Un éxito que
se ha extendido hasta nuestros días de tal modo que para las nuevas
generaciones "el legado del 'boom' ha sido una herencia envenenada",
afirma Eduardo Becerra, profesor de Literatura Hispanoamricana en la Universidad Autónoma de Madrid,
para añadir que si hubo algo común entre las últimas generaciones fue
"la necesidad de apartarse de ese legado, algo nada fácil".
No
obstante, en opinión de Becerra, ello "no ha supuesto una negación de la
calidad de aquella literatura por parte de las nuevas generaciones".
Una
producción novelística que fue más allá de la renovación estética,
descubrió una tradición literaria riquísima que era casi desconocida,
impulsó los estudios de Literatura Hispanoamericana en universidades de
todo el mundo, con un reconocimiento crítico indiscutible, acompañado de la traducción de muchos textos a otros idiomas y ventas exitosas.