En el planisferio de la Unión de Editores, el tamaño de cada país depende del volumen de su mercado editor. Brasil, China e India tienen alto crecimiento, pero en África no prospera la cultura del libro
El planisferio editorial de la Unión Internacional de Editores./Revista Ñ |
¿Qué pensarán los responsables del Instituto Geográfico Nacional, que meses atrás presentaron un planisferio con la Argentina en el ombligo del mundo
(para “destacar nuestra presencia geográfica en el marco de la
Unasur”), de un mapamundi en el que nuestro país es poco más que una
tirita casi indescifrable?
La Unión Internacional de Editores
(IPA, por sus siglas en inglés) presentó el mapa de mercados
editoriales que elaboró junto a la Universidad de Sheffield, de Gran
Bretaña. El tamaño de cada país no refleja su verdadera superficie
territorial. Depende, en cambio, del volumen del mercado editorial
local. Estados Unidos, Europa occidental y Japón con un tamaño sideral
se roban la mayoría del espacio, vale decir, casi toda la superficie
global editorial. África es poco más que un punto en el mapa y América
latina tiene una proporción escuálida. Argentina, potencia editorial
hace cincuenta años, es hoy una tirita raquítica.
El estudio
utiliza como eje de medición el Producto Bruto Interno, la población y
la cantidad de libros vendidos en cada país. “El primer paso fue
recopilar datos disponibles para crear una base de datos de registro de
tres indicadores principales: las ventas netas totales de los editores
en un mercado; el valor del mercado en los precios al consumidor y el
número de lanzamientos de nuevos títulos y reediciones”, explica
Benjamin Hennig, investigador de la universidad británica a cargo del
proyecto. Luego se cruzaron esos valores con los indicadores sociales ya
señalados. La IPA distribuyó un listado con las veinte principales
potencias editoriales y sus volúmenes de venta. Estados Unidos lidera el
ránking, seguido por China, Alemania, Japón, Francia, Gran Bretaña,
Italia, España, Brasil, India, Canadá, Corea del Sur, Rusia, Australia,
Turquía, Holanda, Polonia, Bélgica, Noruega y Suiza. “El mapa muestra
un mundo de desigualdades en el que unos pocos países forman verdaderos
centros de poder, luego están aquellos que los economistas llaman
“mercados emergentes” que presentan un tamaño relativamente parecido al
real. Sin embargo, la mayoría de los países son difíciles de
identificar, están perdidos en la periferia”, señaló el consultor
Rüediger Wishenbert, líder del proyecto.
Para el editor alemán
Jens Bammel, secretario general de la IPA, el flamante planisferio
equivale a una fotografía del mercado editorial. “Las novedades son el
gran crecimiento de India, China y Brasil y el fracaso de África para
desarrollar la cultura del libro”, asegura Bammel vía mail, ante la
consulta de Clarín.
Su diagnóstico sobre América latina no
es nada alentador. “Es otra región donde la cultura del libro tiene
serios riesgos de desaparecer. Es un problema de entendimiento y
desarrollo político”, sostiene.
Para Bammel, el informe sincera
las posibilidades reales de desarrollo social y las limitaciones de las
políticas públicas sin ninguna coordinación. “La lectura, la educación y
el desarrollo social van de la mano. Sin una industria ni librerías
locales, la educación por sí sola no prosperará”, afirma. A la hora de
explicar qué tipo de políticas pueden favorecer el desarrollo editorial,
Bammel se acuerda de la Argentina y de las disposiciones de la
Secretaría de Comercio. “Los editores debieran comunicar mejor el valor
de las editoriales locales y exigir que se implementen políticas
nacionales para el libro –afirma–. La terrible decisión de limitar las
importaciones de libros y de exigir pruebas de tinta es absurda y
costosa, demuestra que no entienden la cultura del libro, la economía
del libro o de la sociedad de la información. Ningún país ha progresado
por el cierre de las importaciones de libros”.
Los creadores del
planisferio señalan que éste es una hoja de ruta para cualquier persona
preocupada por la industria editorial. Esperan que sirva como estímulo
para las regiones poco representadas. “El objetivo estratégico de cara
al futuro es el ajuste de este mapa de manera que el mundo editorial se
parezca más al mapa estándar de los geógrafos y demógrafos”, dice
Bammel.
Argentina (no tan) generosa
Editores y consultores de todo el mundo colaboraron con información estadística. Pero más importante fue la tarea de aquellos provenientes de países donde los índices no existen o no son fiables, como, por ejemplo, la Argentina.
Fernando Zambra, director ejecutivo de PROMAGE, una
consultora que funciona como un exhaustivo y preciso observatorio de la
industria editorial local y latinoamericana, aporta un poco de luz entre
índices inexistentes. El primer dato salta a la vista, también en el
mapa: Hispanoamérica iguala la superficie –es decir, la producción– de
Brasil.
Para este ingeniero en sistemas que se crió dentro del
mundo editorial, el planisferio de la IPA permite medir el consumo de
libros por habitante. “Eso es lo que nos pone muy abajo. Las
oscilaciones entre alzas y bajas de un diez por ciento son propias de
esta industria, pero esa franja en la Argentina está un escalón abajo.
En 2011 en la Argentina se vendieron entre 48 y 50 millones de libros,
lo que da un promedio de un libro por habitante”, explica Zambra. En
Estados Unidos, por poner un ejemplo cruel, cada habitante compra 10
libros al año. La cifra argentina parecería estar en consonancia con la
Encuesta Nacional de Lectura que da también un libro por habitante.
Los
libros comerciales –aquellos que se venden– en la Argentina son nada
más que el 45% del total. El resto son ejemplares religiosos,
publicaciones de ONGs y académicas, entre otras.
En 2012 la
venta de libros en la Argentina alcanzó los 3 mil millones de pesos, 300
millones de pesos más que en el año anterior. Las cifras de 2011
–prácticamente iguales a las del año pasado– incluyen las ventas al
sector público que representan nada más que un 15% del total, mientras
que en Brasil esa cifra alcanza el 40%. Los libros de Educación se
quedan con el pedazo más grande de la torta (el 26%), seguido muy de
cerca por Ficción (22%). El resto es para No Ficción (14%), Infantiles y
Juveniles (13%), Divulgación General (11%), Religiosos (5%) y
Profesionales (9%), según PROMAGE.
La crisis económica azota a
buena parte de la industria editorial europea. El mercado español se
redujo un 20% en los últimos tres años, según el Gremio de Editores de
Cataluña, y la industria editorial argentina también sufre las
consecuencias de la hecatombe financiera. Las ventas al exterior, en el
tercer trimestre de 2012 cayeron hasta los 7,7 millones de dólares, el
menor volumen desde enero de 2010, según el análisis de Zambra. Las
restricciones a las importaciones también inciden: en el tercer
trimestre de 2012, cayeron un 43% en comparación con el mismo período
del año anterior. Si bien el índice repuntó en comparación con 2011, el
saldo comercial acumulaba en el año un déficit de 20 millones de dólares
hasta el tercer trimestre.
Algunas conclusiones están a la vista.