En el año de la Copa del Mundo, el museo LACMA de Los Angeles, EEUU, se adelantó al inaugurar una muestra que examina el alcance internacional del fútbol a través de la lente de 30 artistas contemporáneos. Del Pelé de Warhol a la película de Zidane, en Fútbol: The Beautiful Game, sin embargo, no están Messi ni Maradona. ¿Una escandalosa omisión?
El fútbol lo atraviesa todo. Despierta pasiones que alcanzan la
religiosidad, engendra belleza en los pasos de gacela de los delanteros,
es vehículo de explotación, negociados e infunde los peores
sentimientos, del nacionalismo al racismo, en nombre de una camiseta. El
fútbol genera pasiones, y sobre todo en el año de la Copa del Mundo.
Pero unos cuantos meses antes que comience Brasil 2014, el museo de arte
contemporáneo de Los Angeles (LACMA), inauguró Fútbol: The Beautiful Game, una exposición con 50 obras de 30 artistas de todo el mundo que eligieron este deporte "rey" como motivo o metáfora.
"Es una gran oportunidad para explorar el alcance internacional del fútbol a través de la lente del arte", dijo Michael Govan, director general del museo que no casualmente organiza esta exhibición. En Los Angeles están literalmente locos por el fútbol: es la única ciudad de los Estados Unidos con dos equipos en la liga nacional y lo llaman directamente fútbol (en lugar de soccer), como en todo el resto del mundo. "No sólo se refleja en el terreno de juego lo que estamos viendo como espectadores sino como parte de la vida", explicó Franklin Sirmans, el curador de la muestra, que ya había tenido experiencias de fútbol y arte: durante la Copa del Mundo de 2006, organizó exposiciones en Manhattan y Brooklyn. "El fútbol es algo en lo que pienso todo el tiempo", reconoció el curador que se maravilló a fines de los 70 con el juego de Pelé y Beckenbauer, cuando todavía estaba en el secundario.
Entre las obras, que exploran también el lado más oscuro del juego, está la pintura de un gigantesco botín Adidas junto a la silueta de un rifle de Lyle Ashton Harris, o las fotografías de la policía antidisturbios enfrentándose con los aficionados italianos, junto a la serigrafía de Carolyn Castaño en homenaje a Andrés Escobar, el defensor colombiano asesinado en Medellín después de que convirtiera un gol en contra en la Copa del Mundo de 1994, en Estados Unidos (Al parecer, un señor de la droga perdió algo de dinero a causa del error de Escobar.)
La exposición, que estará abierta hasta el 20 de julio, toma la segunda parte del título de la frase en portugués jogo bonito. Según la leyenda, un comentarista la acuñó para describir la carrera de estilo elegante, el juego exultante que los brasileños prácticamente inventaron y que convirtieron a Pelé, Garrincha y Jairzinho en estrellas nacionales.
Es verdad que casi no hay referencias al fútbol argentino, más allá de una pintura en la que se observa la leyenda Argentina vs. England entre otros clásicos rivales. Ni está Messi ni Maradona con el gol a los ingleses, ¿serán estas obras de arte en sí mismas? ¿Será que desde otra perspectiva el planeta fútbol se ve distinto? ¿O simplemente se trata de una escandalosa omisión?
"Es una gran oportunidad para explorar el alcance internacional del fútbol a través de la lente del arte", dijo Michael Govan, director general del museo que no casualmente organiza esta exhibición. En Los Angeles están literalmente locos por el fútbol: es la única ciudad de los Estados Unidos con dos equipos en la liga nacional y lo llaman directamente fútbol (en lugar de soccer), como en todo el resto del mundo. "No sólo se refleja en el terreno de juego lo que estamos viendo como espectadores sino como parte de la vida", explicó Franklin Sirmans, el curador de la muestra, que ya había tenido experiencias de fútbol y arte: durante la Copa del Mundo de 2006, organizó exposiciones en Manhattan y Brooklyn. "El fútbol es algo en lo que pienso todo el tiempo", reconoció el curador que se maravilló a fines de los 70 con el juego de Pelé y Beckenbauer, cuando todavía estaba en el secundario.
Entre las obras, que exploran también el lado más oscuro del juego, está la pintura de un gigantesco botín Adidas junto a la silueta de un rifle de Lyle Ashton Harris, o las fotografías de la policía antidisturbios enfrentándose con los aficionados italianos, junto a la serigrafía de Carolyn Castaño en homenaje a Andrés Escobar, el defensor colombiano asesinado en Medellín después de que convirtiera un gol en contra en la Copa del Mundo de 1994, en Estados Unidos (Al parecer, un señor de la droga perdió algo de dinero a causa del error de Escobar.)
La exposición, que estará abierta hasta el 20 de julio, toma la segunda parte del título de la frase en portugués jogo bonito. Según la leyenda, un comentarista la acuñó para describir la carrera de estilo elegante, el juego exultante que los brasileños prácticamente inventaron y que convirtieron a Pelé, Garrincha y Jairzinho en estrellas nacionales.
Es verdad que casi no hay referencias al fútbol argentino, más allá de una pintura en la que se observa la leyenda Argentina vs. England entre otros clásicos rivales. Ni está Messi ni Maradona con el gol a los ingleses, ¿serán estas obras de arte en sí mismas? ¿Será que desde otra perspectiva el planeta fútbol se ve distinto? ¿O simplemente se trata de una escandalosa omisión?
Maracaná,
del brasileño Nelson Leirner, es una de las obras más atractivas de la
muestra. A través de iconos como figuras de vírgenes y muñecos
coleccionables retoma las dimensiones que asocian la religiosidad y la
juventud al fútbol, así como la diversidad de razas, géneros y edades de
los hinchas. La instalación deliberadamente kitsch del artista de San
Pablo mide 305 x 330 x 25 centímetros y tiene a un equipo de muñecos de
plástico del Increíble Hulk formado en el campo de juego frente a otro
de robots. El público está conformado por gatitos chinos de la suerte,
vírgenes, soldados, enanos y una hilera de Cristo Redentor, en la línea
más alta, entre otros. Detrás, en la pared cuelga Amsterdam,
una fotografía de grandes dimensiones del alemán Andreas Gursky. La
imagen de 9 metros de altura muestra desde una perspectiva a vuelo de
pájaro un momento del partido Holanda - Francia en el que el césped
iluminado abarca todo el campo de visión.
Zidane: un retrato del siglo 21
(2006) es una de las videoinstalaciones alrededor de las que se
organiza la muestra. Filmado con 17 cámaras, celebra a Zinedine Zidane,
el centrocampista ofensivo francés y héroe de la Copa del Mundo de
1998, convertido en leyenda. Los realizadores, el argelino de origen
francés Philippe Parreno y el escocés Douglas Gordon, buscaron
intencionalmente el formato de un retrato cinético de Zidane, haciendo
foco en su atletismo depredador y su extraña habilidad para ver todo el
campo anticipándose a la evolución del partido. "Los fans también
podrán acercarse a esta idea del maestro, el conductor que ve todo lo
que está pasando antes que los demás", define el curador Franklin
Sirmans. "En una exposición sobre el fútbol y sus metáforas, lo que el
juego representa, era importante definir el fútbol pero también la
belleza del juego'', agregó. "La gente puede tener diferentes
definiciones de belleza, pero cuando veo a Zidane en el césped, para mí
es belleza, es pura belleza, elegancia, todo".
México Vs Brasil
(2004), de Miguel Calderón, le pone humor a la exposición. Narra a
través de un video collage surrealista el ficticio triunfo mexicano de
17-0. La obra es una fantasía lúdica de orgullo nacionalista, en la
medida que intenta revertir el bajo rendimiento crónico de El Tri de
México, que es azotado por el cinco veces campeones de la Copa del
Mundo.
Chris Beas,
un artista de Los Ángeles, muestra su adoración de toda la vida por el
Manchester United con tres acrílicos basados en fotos de ex estrellas
del club: George Best, Brian Kidd y Bobby Charlton.
El gran Warhol inmortalizó en 1978 a un jovial Pelé,
que da su presente en la muestra a través de esta serigrafía sobre seda
que hoy pertenece a la galería de arte de la Universidad de Maryland.
"Una cosa es ver a una gran estrella del fútbol en Europa, otra muy
distinta es ir a su país de origen, donde muchos jóvenes no tienen los
recursos para comprarse el equipo deportivo o los botines", dice el
neoyorquino Kehinde Wiley, que retrató al camerunés leyenda Samuel Eto'o en
una radiante pintura al óleo que lo enfrenta a la cuestión de la
idolatría a través del brillo. "De alguna manera, creo que de muchas
maneras [Eto'o] es un sustituto de los sueños de estas personas. Lo
conocí en un hotel y la gente escalaba paredes y trepaba a los árboles
de la calle sólo para verlo.