El sociólogo francés organizó una obra en los 90 que hoy se vuelve a leer. El libro pone en evidencia las consecuencias del neoliberalismo y cuestiona la idea de igualdad de oportunidades
Formas de pobreza vigentes. Carpas para personas "sin techo" en París./revista Ñ |
En 1993 Pierre Bourdieu dirigió y publicó una obra colectiva que
iba a despertar la atención del mundo académico y también de la
sociedad francesa en primer lugar y luego en otros países como el
nuestro. En La Miseria del mundo, Bourdieu reunió testimonios
de hombres y mujeres con profundas dificultades sociales en sus vidas en
Francia, a principios de los 90. El exhaustivo trabajo, que incluye una
voluminosa serie de entrevistas y análisis, y que llegó a ser un
best-séller que vendió cien mil ejemplares en poco tiempo, ha sido
reeditado (FCE). Es una obra fundamental para la sociología global y,
claro, para la formación de los cientistas sociales argentinos. Cuatro
sociólogos locales elogiaron, analizaron la recepción del texto en
Francia y, en algún caso, cuestionaron su metodología. Es decir,
abordaron una pregunta clave de la sociología respecto de la distancia
con el entrevistado. Bourdieu no tuvo empacho en contradecir las
corrientes positivistas de entonces que exigían una distancia extrema
con el objeto de estudio. El libro también sirvió para provocar esta
polémica y sacudir las raíces académicas de la investigación y llegar a
una síntesis metodológica que con el tiempo, lógicamente, también se iba
a cuestionar. El libro está vigente: analiza el sufrimiento social
producto de transformaciones estructurales aún vivas y disecciona
transformaciones estructurales.
Dirigido por Bourdieu, un equipo
de más de quince prestigiosos sociólogos, como Patrick Champagne o Loïc
D. Wacquant, trabajó durante tres años haciendo entrevistas que se
presentan acompañadas por análisis teóricos y metodológicos. Hay también
entrevistas y análisis realizados por el propio Bourdieu. Son
testimonios intensos en relación a la dificultad que presentan algunos
grupos para vivir plenamente. Las entrevistas, profundas, que llegan al
núcleo del objeto de estudio, permiten acercarse a los actores sociales,
a la miseria de otros, cuyos sentimientos devienen próximos.
“No
lamentar, no reír, no detestar, sino comprender. De nada serviría que el
sociólogo hiciese suyo el precepto spinoziano si no fuera también capaz
de brindar los medios de respetarlo. Ahora bien, ¿cómo facilitar los
medios de comprender, es decir, de tomar a la gente como es, sino
ofreciendo los instrumentos necesarios para aprehenderla como necesaria,
para necesitarla, al relacionarla metódicamente con las causas y las
razones que tiene para ser lo que es? ¿Pero cómo explicar sin sujetar
con alfileres? Cómo evitar, por ejemplo, dar a la transcripción de la
entrevista, con su preámbulo analítico, el aspecto de un protocolo de
caso clínico precedido por un diagnóstico clasificatorio?”, escribe
Bourdieu.
Los ensayos y entrevistas permiten develar situaciones
que vuelven verdaderamente miserable la vida de estos hombres y mujeres.
Uno percibe que se trata de sujetos inmersos en estructuras sociales
que comprimen sus vidas y las hacen dramáticas. Al tiempo, el Estado se
aleja cada vez más. Son vidas que quizás podrían haberse vivido de otro
modo, pero que sólo llegan a ser grises.
El mundo cercano
Bourdieu analiza cómo las nuevas transformaciones estructurales producen situaciones de sufrimiento social y de miserabilidad en amplísimas franjas de la población. No sólo en sectores marginales, sino en distintas categorías. A través de este libro uno puede acercarse a la miseria de una familia de inmigrantes argelinos en Francia, a los vecinos de una comuna operaria en los suburbios de París, a una mujer policía, un magistrado, un obrero comunista, una secretaria, un obrero especializado delegado de la CGT. Y la lista sigue con ejecutivos desocupados, estudiantes de los suburbios de París y una profesora de letras, entre muchos otros.
Con La miseria...
, el
sociólogo francés plantea la responsabilidad pública del intelectual.
Imposible quedarse callado ante la situación que se vive. Lucas
Rubinich, sociólogo, profesor de Sociología de la Cultura y Sociología
General en la carrera de Sociología en la UBA, señala que lo valioso en
esta obra es que sin perder la especificidad académica, Bourdieu intentó
un diálogo con la sociedad. Ve en ese diálogo una relación con la
responsabilidad pública del académico: no puede quedarse con ese
conocimiento al interior de su propio grupo, tiene que salir y
comunicarlo porque está previendo una catástrofe para grupos sociales
enteros.
Denis Baranger, autor del libro Epistemología y metodología en la obra de Pierre Bourdieu
dice: “Recientemente Patrick Champagne, integrante del equipo de
investigación, señalaba en una conferencia cómo, aún cuando la
sociología ha tenido siempre alguna vocación política, hubo en este caso
una intención consciente de que sus resultados fueran directamente
apropiables por la sociedad. El libro es un ejemplo de sociología
pública, como Michael Burawoy denominaría luego a un estilo de
sociología consistente en conocimiento reflexivo dirigido a una
audiencia extra académica, sin que esto signifique desmerecer su valor
para los científicos sociales, claro está”.
“Su preocupación
–explica Rubinich– era cómo intervenir más allá de lo académico, cómo se
puede relatar el sufrimiento de las poblaciones producto de las
transformaciones estructurales del neoliberalismo. Hay una decisión de
encontrar estrategias que permitan dar cuenta del sufrimiento de la
manera más cruda posible: darle voz a los agentes sociales”.
Emilio
Tenti Fanfani, investigador principal del Conicet y profesor titular de
Sociología de la Educación en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA),
sostiene que la importancia de este trabajo, desde el punto de vista
sociológico, radica en que, contrariamente a lo que solía afirmarse de
la obra de Bourdieu –que era estructuralista y privilegiaba las
dimensiones objetivas del análisis social (las cuestiones macro)– esta
vez se adentra en las percepciones, en las representaciones, en las
vivencias de actores que son representantes típicos de categorías
sociales que sufren la cuestión social en la Francia contemporánea.
Como en una conjura, el análisis sociológico de La miseria del mundo
viene a demostrar que muchos de los padecimientos no son culpa de
quienes los sufren. De este modo, como sostiene Tenti Fanfani, el
análisis sociológico puede tener cierto efecto terapéutico sobre los
grupos que padecen. El sociólogo trata de mostrar que estas personas no
son culpables de su miseria. Los libera de la culpa. ¿A qué tipo de
miseria nos referimos? “No se trata de pobreza absoluta, esto es
ausencia de recursos para satisfacer necesidades básicas, sino de
pobreza relativa: la relación entre expectativas, aspiraciones,
tendencia a la realización personal, lo que algunos llaman las
necesidades post materialistas”, explica Tenti Fanfani. Son necesidades
que exceden la vivienda, el alimento y el abrigo: necesidades de
realización personal, sueños, aspiraciones, que encuentran obstáculos.
Impacto de la obra
Para Rubinich, La miseria..., impactó en todo el campo de las ciencias sociales: “En Francia, el intelectual es un personaje público. Toda la sociedad francesa tiene todavía, aunque haya cambios, una mirada del intelectual como una persona autorizada moralmente para hablar más allá de su especificidad”. En Francia, la recepción del libro no estuvo limitada al ámbito académico: “Se convirtió en un best-séller: vendió rápidamente 100 mil ejemplares. Además, algunos fragmentos de la obra fueron objeto de adaptaciones teatrales en no menos de seis oportunidades. También fue tema de un debate televisivo de gran audiencia con la participación de Abbé Pierre (figura emblemática del humanismo católico francés) y del propio Bourdieu. La obra misma se constituyó en un fenómeno social y se puede decir que cumplió con los propósitos que se planteaba Bourdieu”, dice Baranger.
Por su parte, Ricardo Sidicaro, investigador del
Conicet, especialista en teoría sociológica y problemas sociopolíticos
de la Argentina, considera que el libro tuvo más impacto en la sociedad
civil que en el mundo académico, en especial en los sectores cultos que
habían quedado huérfanos del marxismo. Por su lado, Rubinich delimita el
contexto en que se produjo esta participación en la esfera política:
“Bourdieu, enfant terrible del pensamiento académico francés como
Sartre, salió de los ámbitos intelectuales para dar batalla en las
calles, pero el contexto social fue diferente. Se relacionaba con Günter
Grass y Edward Said, con nadie más. Nadie se interesaba por su
propuesta. La de Bourdieu fue una batalla solitaria, sostenida en que
las estructuras del campo cultural francés todavía habilitaban al
intelectual a tener una voz crítica, aunque no fuera respaldado por
movimientos sociales ni por el propio campo cultural. En términos
políticos, fue una batalla absolutamente solitaria”.
Sidicaro
sostiene que es criticable el modo en que se recolectó la información
para el libro: “Hay una implicación directa entre entrevistado y
entrevistador: las técnicas metodológicas de lo que debe ser la
distancia entre entrevistador y entrevistado están rotas. Bourdieu
coloca por delante las palabras de los propios actores. En el abc de la
sociología está el no creerle a los actores: así nace la sociología.
Este tipo de giro está vinculado al interés de plantear un tema en la
escena pública”.
Tenti Fanfani no coincide con Sidicaro: Bourdieu
apunta a analizar cómo los actores viven y experimentan sus situaciones
y, al mismo tiempo, dar una explicación que trascienda lo individual. Si
bien toma en cuenta el discurso y los relatos de los actores, no los
considera como única verdad. “Creo –dice Tenti Fanfani– que siempre la
búsqueda de Bourdieu fue integrar dos momentos del análisis: el momento
de la subjetividad y el de la objetividad. No caer en el determinismo
objetivista que considera que las explicaciones que los hombres nos
damos acerca de nuestra vida, experiencia, no tienen ningún sentido.
Bourdieu intenta considerar y articular como objeto de análisis la
subjetividad de las personas. Incorporarlas como objetos de análisis, no
tomarlas como verdades: los subtítulos que intercala en los distintos
discursos más el texto que antecede las entrevistas presentan las claves
sociológicas”. Y agrega: “Los actores no tienen la verdad, si no la
sociología no tendría sentido. Es importante explicarse por qué estos
individuos tienden, por ejemplo, a imputarse a sí mismos sus éxitos o
fracasos. Todos estos actores entrevistados viven situaciones de
sufrimiento social, quizás ellos no tienen las razones de su
padecimiento. El sociólogo toma en cuenta las expresiones de este
padecimiento y al mismo tiempo ofrece una clave interpretativa que solo
la sociología con el distanciamiento puede ofrecer”.
Baranger
señala que Bourdieu y sus colaboradores procedieron violando a sabiendas
todos los preceptos positivistas normalmente aceptados para la
recolección de datos: “Es así como, inspirándose en la técnica utilizada
por William Labov para estudiar el habla de los negros en Harlem, los
entrevistadores fueron incitados a seleccionar los informantes entre sus
amigos o conocidos con el propósito de reducir al mínimo la distancia
social y la violencia simbólica. De este modo se podría lograr una
comunicación no violenta, apta para cumplir con la intención mayéutica
de la entrevista a la vez que para lograr una suerte de efecto
terapéutico sobre los propios entrevistados. Sin duda hay mucho de
discutible en la metodología utilizada, lo que no hace más que agregarle
interés a la lectura de una obra provocadora en múltiples sentidos”.
Para
Rubinich no es pertinente desatar una discusión metodológica: para él,
la de Bourdieu es una intervención política que interpela al propio
campo cultural, al resto de la sociedad, a los partidos y a los
intelectuales: “A veces hay implicación, no hay mucha preocupación por
esa supuesta distancia con el entrevistado, hay un intento de comunicar
de la manera más abierta posible”, señala Rubinich.
Hay que destacar que La miseria del mundo
es una obra que supuso reuniones, discusiones. No es muy habitual este
tipo de trabajo conjunto creado por un colectivo sociológico: no se
trata de una suma de artículos, sino de un trabajo con un objetivo y
lenguaje sociológico compartido. “Es una obra de una escuela de
pensamiento sociológico que para mí es de las más creativas, de las más
complejas. Además, la obra fue un best-séller. Eso es un gran logro: la
sociología como ciencia social no tendría ningún sentido si sus
productos no trascendieran al círculo de los iniciados, para que tenga
impacto social hay que ir un poco más allá”, subraya Tenti Fanfani.
A
la pregunta que se desprende del libro ¿qué intentan desde las clases
dominantes? Tenti Fanfani no duda: imponer visiones individualistas del self-made man
: la falsa idea de la igualdad de oportunidades. Establece, además, una
diferenciación entre pobreza y miseria relativa que es fundamental en
las sociedades capitalistas. “Vivimos en una sociedad que genera más
expectativas que posibilidad de realizarlas: esto sigue produciendo
sufrimiento y padecimiento social”.