Se acabó el miedo a la página en blanco. El periodista, escritor y profesor José Julio Perlado explica sus consejos imprescindibles para el aspirante a escritor
Consejos básicos: observación, persistencia, perseverancia, lectura a la lata.../metropoli.com |
Observación. Para escribir hay que contemplar la
realidad desde muchos ángulos, lanzarse a concebir las cosas desde un
punto de vista diferente. Los personajes nacen así. Están en la calle,
viajan en el metro y pasean con nosotros. Hay que observarlos y saber
qué coger de cada uno. Por ejemplo, en Guerra y Paz, Tolstói tomó rasgos de su abuela y de su cuñada para el personaje de Natasha.
Lecturas. Un escritor debe acompañarse de buenas
historias durante toda su vida. Primero se lee por curiosidad, luego por
conocimiento y, ya más adelante, como escritor, analizando y
descubriendo los entresijos del libro que se tiene entre manos. Hay
autores inimitables como Valle Inclán a los que no se puede copiar pero a
los que no se debe dejar de leer.
Selección de ideas. Virginia Woolf decía que las
ideas están en el aire. Hay algunas que mueren pronto, pero son las
menos. Las ideas fuertes salen por sí solas adelante. Le persiguen a uno
y, al final, no hay más remedio que escribirlas, aunque luego no se
publiquen.
Enfrentarse a la página en blanco. Aunque el mismo
acto de escribir ayuda a redactar mejor, el escritor debe empezar su
trabajo siempre fuera de la mesa, en la calle, paseando, en el
autobús... Así no sentirá ese miedo a la página en blanco. Cuando se
enfrente a ella, ya tendrá una idea aproximada de qué va a escribir,
porque lo habrá meditado durante todo el día.
Autenticidad. Hay que ser espontáneo, original,
escribir ajeno a las modas. Cada uno tiene su propia voz. Ante la Puerta
del Sol, por ejemplo, cada autor ha expresado la suya propia: Baroja,
Azorín, Valle Inclán... Esa visión es única. Además, tal y como decía
Pla, no hay que escribir bonito, sino eficaz.
Un cuaderno de notas. Es muy importante un lugar
donde apuntar nombres, apellidos u oficios y luego consultarlo a la hora
de escribir. Igual que el pintor tiene ya preparados sus pinceles y no
se dedica a hacer las mezclas cuando va a pintar, el escritor también
debe tener su terreno preparado. Stravinski, a veces, componía, en los
aviones pidiendo a las azafatas una servilleta donde anotar fragmentos
de una sinfonía. Luego, las pegaba como si fueran piezas de un puzzle.
Soledad. Un escritor es un ser solitario y tiene que
acostumbrarse al silencio, un silencio de concentración y de
pensamiento. Debe aprender a llevar la soledad cómodamente y evitar
escribir en medio del barullo. En esos momentos de alboroto se puede
pensar pero no crear.
Toma de perspectiva. Volviendo al ejemplo de la
pintura, si un pintor da pasos hacia atrás para contemplar su obra, el
escritor también debe dar esos pasos, que pueden ser cinco horas o cinco
días. Por eso no hay que corregir en caliente, porque se corrigen
errores que, en realidad, no existen. Para retocar el texto hay que
leerlo con frialdad. Lo ideal sería que, al final, el escritor al
releerlo al cabo del tiempo pensase: ¿quién habrá escrito esto?
Guardar todo. Escribir implica un trabajo, y ese
trabajo no se puede tirar a la basura porque ha costado esfuerzo, tiempo
y, a veces, disgustos. Es mejor conservarlo y, meses después, el texto
hablará por sí solo. Se puede corregir o rectificar, pero nunca tirarlo.
Si Tomhas Mann se hubiera desprendido de las ideas que guardó en un
cajón durante 18 años, jamás habría escrito una novela como Doctor Faustus.
Paciencia. El escritor no debe impacientarse por
publicar. Su trabajo no tiene que llegar a ser un best seller. Los
textos, al igual que las plantas, crecen solos pero necesitan tiempo. Lo
mismo ocurre con los cuadros. Miró muchas veces bajaba a su estudio de
Mallorca, daba unos cuantos trazos y se retiraba. No hay que escribir
tenso. El tiempo es el gran aliado del escritor.