El mundo editorial no para. Y menos el del género negro. En España se publican muchos muchos libros, demasiados, y nos podemos perder. Yo me pierdo. Por eso vuelvo con un post sobre recomendaciones fiables
Portada de La rubia de ojos negros./elpais.com |
Siempre, todo, muy personal. Y
no están todos. Y algunos salieron hace unas semanas. Ya. Como ocurría
con la anterior entrega de las novedades de principios de año,
están aquellos que me han gustado, de cuyos autores puedo hablar con
conocimiento o que atesoran referencias indiscutibles. Insisto ante
potenciales agraviados: es una selección muy personal.
La vuelta de John Banville, para nosotros Benjamin Black,
convertido ahora en Raymond Chandler es el gran bombazo del mes, pero no
viene solo. Mafias en china contadas desde dentro, una nueva novela de
Craigh Johnson y su comisario Walter Longmire, una sorpresa inquietante
con Bilbao de fondo y una arriesgada renovación del género de espías
son algunos de los ingredientes de este post. Hay más. Lean y disfruten.
La rubia de ojos negros (Benjamin Black, Alfaguara).
Black, identidad adoptada para la ficción criminal por ese mago de las
letras llamado John Banville, se atreve con un encargo suicida: escribir
una historia de Philip Marlowe tal y como lo haría Raymond Chandler. Lo
fascinante del caso es la capacidad que tiene Black para conseguirlo.
La historia tiene todo el sabor y el estilo de las narraciones de
Chandler y los personajes, rubia apasionante y apasionada incluida,
están muy bien. El jueves como con él. Prometo contar más.
Castigo para los buenos (Craig Johnson, Siruela).
Pocos personajes me gustan más que ese sheriff honrado, silencioso y
tranquilo de Wyoming. Un tipo empeñado en hacer justicia, un hombre
bueno y solitario que busca la verdad. En esta ocasión viaja con su buen
amigo Henry Oso en Pie a Filadelfia y se encuentra con una desagradable
sorpresa y un caso que le afecta personalmente y para el que tendrá la
ayuda de toda la familia de Victoria Moretti, su atractiva ayudante.
Toda la serie es muy recomendable. Aquí escribimos más sobre ella.
La muerte del pequeño Shug (Daniel Woodrell, Alba).
Este pequeño tesoro es el típico libro que guardo en una esquina hasta
que tengo un rato para leerlo de una sentada y solo, con el ruido de
fondo de la M.30 como único acompañante. Todavía no he podido hacerlo,
pero eso no quita para que no lo recomiende. Woodrell es único y
especial. Lo dice Denis Lehane y ya lo vimos con Winter’s Bone.
El enigma de China (Qiu Xiaolong, Tusquets).
Corrupción y redes sociales que molestan a los poderosos en la China
actual en un libro escrito desde dentro. No esperen una obra de
oposición escrita desde el exilio. Xiaolong habla de su país hoy en día a
través de un inspector jefe, Chen Cao, que trabaja por encargo del
Partido. Muy entretenida e ilustrativa. Es otro de los que tenemos
pendientes para entrevistar.
Laidlaw (William McIlvannney, RBA). El
inicio de la trilogía protagonizada por el inspector que lleva el mismo
nombre y que supuso también el principio de la explosión literatura
policíaca a finales de los setenta en Escocia. Una novela que envejece
muy bien y en la que se ven cosas interesantes. Una buena narración con
la venganza como motor en un Glasgow en decadencia industrial. No se
puede dejar de recomendar a un autor a quien Ian Rankin asegura deber
una influencia decisiva cuando para dedicarse a esto.
Puente de Vauxhall (Javier Sebastián, Destino). Una novela sobre la memoria, el engaño y la lealtad. Una historia sobre el valor de los recuerdos. Un entretenidísimo y sorprendente relato de espionaje loado en Francia y Alemania. Otro ‘debe’ en la cuenta de este blog. Aparecerá en las próximas semanas. Vayan leyendo.
La mujer que no bajó del avión (Empar Fernández, Versátil).
Los problemas que te puede acarrear hacerte con algo que no es tuyo en
un aeropuerto. Ese es el punto de partida del planteamiento de esta
novela de la que Fernando Marías ha dicho “Evolución de la novela negra.
Así debe ser el nuevo héroe solitario y perdedor de nuestro tiempo, así
debe ser su único camino posible de redención”. Una editorial pequeña
con apuestas como Crímenes Exquisitos (Vicente Garrido y Nieves Abarca) o
Cien años de perdón (Claudio Cerdán) y que merece una oportunidad.