El éxito de ¡Indignaos! respondía a su defecto: lo primario y emocional de su mensaje
Despedida popular de Hessel, anoche en París. /AFP/elmundo.es |
Cuando apareció '¡Indignaos!', fui crítico con el libro.
Era imposible no sentir simpatía hacia ese anciano que intentó
contagiar a una sociedad pasiva el ímpetu valeroso de sus años de
Resistencia. Era también imposible no vibrar con su grito. La
indignación es un sentimiento noble. Se define como la ira provocada por
actos injustos o humillantes. Santo Tomás de Aquino, después de
estudiar la ira como uno de los pecados capitales, añade: "Pero a veces,
el pecado es no encolerizarse". La ira es enardecedora y, por lo tanto,
es bienvenida cuando nos intoxica la pasividad, la indolencia o el
miedo. '¡Indignaos!' era una consigna atractiva y necesaria, pero
insuficiente.
"Como en todas las proclamas", escribí entonces, "el hecho de que el texto sea corto y simple juega a su favor.
Es una llamada a los sentimientos, sin hoja de ruta. Las movilizaciones
emocionales unen a gentes demasiado dispares para hacer posible una
acción conjunta Les une sólo el sentimiento de enfado". Y esto no es
suficiente para avanzar. Ocurrió con los movimientos antiglobalización,
que tuvieron un primer instante de éxito y luego se diluyeron porque los
intereses de los participantes eran diversos. Unos querían acabar con
el FMI o la Organización Mundial del Comercio, otros con el sistema
capitalista, otros protestaban contra el paro, y otros se manifestaban
para defender al medio ambiente. Los indignados españoles acabaron
empantanándose en un método asambleario que no permite avanzar. Es muy
comprensible que los italianos hayan votado a Grillo, pero ¿alguien querría ser gobernado por Grillo?
El conmovedor Hessel publicó después otro libro titulado '¡Comprometeos!'. En efecto, no basta con la indignación. Hay que perseverar y arriesgarse.
Ojalá hubiera escrito un tercer volumen: '¡Buscad soluciones!'. Porque
en este momento nos faltan ideas para resolver los problemas que
tenemos. Y esto es lo más grave.