lunes, 18 de febrero de 2013

Una red alternativa para las letras

Creada por los escritores Rodrigo Hasbún, boliviano; y Rodrigo Fuentes, guatemalteco, la iniciativa busca poner en circulación los textos más diversos de la región. Trucho, la primera antología digital de este sitio, ya se puede conseguir en línea

Hasbún busca atraer el interés de escritores, críticos, lectores, traductores y estudiantes.
/Bernardino Avila./pagina12.com.ar

El viento siempre arrima murmullos, balbuceos inteligibles que amplifican las resonancias de un paisaje móvil, un horizonte que ensaya mutaciones en el territorio de la lengua. Traviesa, un nuevo sitio digital para la literatura hispanoamericana, creado por los escritores Rodrigo Hasbún (Bolivia) y Rodrigo Fuentes (Guatemala) –una red alternativa que pone en circulación la literatura en español–, comienza bajo el aleteo de excelentes augurios. Todo inicio se debe a un nombre. Toda intervención se concibe para romper el cristal o la lápida de palabras que parecen más muertas que vivas. Los adjetivos –se sabe– se consumen rápido, agonizan antes que los sustantivos. El nombre viene del latín transversus, según la Real Academia Española. Es usado para definir una entidad “bulliciosa, revoltosa e inquieta” o a quien vive distraída en vicios, “especialmente el de la sensualidad”. Pero el adjetivo puede remitir un sentido inesperado que postulan los creadores: “proyecto que explora los lugares afectivos, geográficos y mentales, desde donde se escribe la literatura en español”. Esta propuesta busca imantar el interés de escritores, de aspirantes a escritores, de críticos, de lectores, de traductores, de lectores y de estudiantes. Y también atraer al resto de los mortales, distraídos en general que, como diría Octavio Paz, saben que “distracción quiere decir atracción por el reverso de este mundo”.
Traviesa seduce –y explora– con cinco secciones fijas bilingües, traducidas al inglés, que se actualizarán regularmente: “Entrevista” –a Horacio Castellanos Moya, realizada vía Skype, en la que comparte su infancia, su adolescencia y sus “años de escritor cachorro”–; “Un día en la vida” –con textos de Natalia Moret (La Plata), Inés Bortagaray (Montevideo) y Juan Sebastián Cárdenas (Madrid)–; “Lugar” –un relato de Mercedes Cibrián sobre el museo Victoria and Albert en Londres–; “Hallazgos” –una reflexión de Ricardo Silva Romero sobre la serie Girls–; “Intercambios” -–Edmundo Paz Soldán y Mario Bellatin–, y “Antología”. Trucho, la primera antología digital de esta red alternativa, curada por el cordobés Federico Falco –con cuentos de Hernán Vanoli (Argentina), Diego Zúñiga (Chile), Federico Gusmán Rubio (México) y Javier González (Colombia)–, se podrá comprar en línea a partir de hoy, a menos de cuatro dólares, a través de Amazon y Barnes & Noble. “Lo trucho es presente e ilegalidad: un solapamiento fértil, pero también arriesgado –plantea Falco en el prólogo de esta antología–. Lo que lo trucho pone en jaque es la idea de que una persona puede ser el propietario de un objeto o una obra en tanto su creador, su autor. Trae a la superficie preguntas incómodas, porque nos atañen personalmente: ¿cómo se define un creador? ¿Qué creador es totalmente original? ¿Cómo se relaciona un creador con la obra de sus antecesores y sus congéneres? ¿En qué punto se pasa a un plagio, una cita, un robo, un homenaje una apropiación?”. El 80 por ciento de los ingresos generados por esta antología y las que se lancen en un futuro cercano se redistribuirá entre autores, curadores y traductores; “un porcentaje muy superior al 25 por ciento estipulado por la mayoría de las editoriales en Hispanoamérica y el mundo”, comparan los creadores.
Hasbún cuenta a Página/12 que el proyecto empezó “un poco casualmente”, en charlas de sobremesa o de pasillo. “Al principio la idea era armar antologías digitales, cuyos ingresos se redistribuirían entre quienes participaran de ellas. Luego se nos ocurrió que sería aún más interesante si esas antologías las curaban escritores invitados y, ya que estábamos, que sería buenísimo traducirlas al inglés para acercarlas a lectores de otros ámbitos. Entonces empezamos a preguntarnos si no valía la pena acompañar las antologías con un sitio que se renovara regularmente y donde pudiéramos explorar más a fondo algunos asuntos que nos intrigan. De a poco fuimos llegando a lo que Traviesa es ahora –explica el autor de Los días más felices–. Por detrás de todo eso, impulsaban el proyecto algunas intuiciones y sospechas que compartimos el tocayo [Rodrigo Fuentes] y yo. Que hay distancias que cada vez tienen menos sentido, digamos, y que las nuevas tecnologías ofrecen posibilidades de hacer mucho con muy poco. Que hay verdaderas ganas de leer lo escrito en nuestro idioma, en los países que lo comparten y también en los que no. Que, al menos en las ediciones digitales, los escritores merecen un sistema de regalías más generoso.” Cada escritor selecciona y presenta textos de otros. La propuesta rescata la noción de “curador”, aquel que maneja las colecciones y crea nuevos sentidos o itinerarios no previstos. “Hay un poco de juego en todo eso, casi como invitar a los músicos a dejar de lado sus instrumentos por un rato y a hacer de dj, a que compartan con nosotros alguna de la música que más los conmueve”, admite el dúo integrado por los dos Rodrigos, Hasbún y Fuentes.
Traviesa cosecha ese tipo de belleza indómita que emerge en el acto de compartir. Resulta imperdible, en “Intercambio”, una selección de los mensajes que se enviaron entre octubre y noviembre del año pasado, vía Facebook, Mario Bellatin y Edmundo Paz Soldán. “Nuestra relación con las drogas va a variar hasta el punto de no existir. Al dejar de llamar drogas a las drogas dejarán de estar presentes de la manera como lo están actualmente –escribe Bellatin–. En los Diez Mandamientos no hay nada relacionado con ellas. Quizá por eso muchos de los dealers realizan su trabajo en sus casas, delante de sus familias. Allí no está el crimen de ninguna manera... Aparte, me parecen las drogas aburridas a pesar de estar prohibidas, imagínate si además se les quitara esa aura, sería, estoy seguro, la manera más efectiva para que la gente deje de consumirlas. Lo que sucede –y es desesperante– es que no te llevan a ningún lugar. No son un espacio de construcción. Caen siempre dentro de su misma no continuación, y yo ya he desechado de mi vida todo aquello que no sirva para construir algo. Casi todo debe contar algo que esté más allá de lo que está contando, y las drogas suelen ser lo que son. Ni más ni menos.” La correspondencia completa se lee en www.mastraviesa.com, en Facebook (www.facebook.com/proyectotraviesa) y en Twitter (www.twitter.com/mástraviesa). Por estas carreteras digitales también se pueden seguir las actualizaciones de las secciones, que pronto contarán con los aportes de Yuri Herrera (México), Selva Almada (Argentina), Alejandra Costamagna (Chile) y Andrés Barba (España), entre otros escritores.
“Queremos que los escritores compartan con nosotros sus rutinas, sus días prescindibles, sus horas muertas, y también la memoria de sus infancias, algunos hallazgos inesperados, los lugares que les son más gratos o perturbadores –dice Hasbún–. Queremos que a partir de esas experiencias se arme en el sitio una especie de coro desordenado –lleno de voces que convergen y divergen al mismo tiempo, solitarias en un espacio común–, donde se revele un poco lo que hay antes y después de la escritura, lo que hay antes y después de algunas de la ficciones que se está escribiendo en nuestro idioma.”