De malabares, fluidos, y orificios. ¡Atención! Los textos pueden herir o estimular su sensibilidad
Exvoto
Oliverio Girondo
A las chicas de Flores
Las chicas de Flores tienen los ojos dulces, como las almendras azucaradas de la Confitería del Molino, y usan moños de seda que les liban las nalgas en un aleteo de mariposas.
Las chicas de Flores se pasean tomadas de los brazos, para trasmitirse sus estremecimientos, y si alguien las mira en las pupilas, aprietan las piernas, de miedo de que el sexo se les caiga en la vereda.
Al atardecer, todas ellas cuelgan sus pechos sin madurar del ramaje de hierro de los balcones, para que sus vestidos se empurpuren al sentirlas desnudas, y de noche, a remolque de sus mamás -empavesadas como fragatas- van a pasearse por la plaza, para que los hombres les eyaculen palabras al oído, y sus pezones fosforescentes se enciendan y se apaguen como luciérnagas.
Las chicas de Flores viven en la angustia de que las nalgas se les pudran, como manzanas que se han dejado pasar, y el deseo de los hombres las sofoca tanto, que a veces quisieran desembarazarse de él como de un corsé, ya que no tienen el coraje de cortarse el cuerpo a pedacitos y arrojárselo a todos los que pasan por la vereda.
Oliverio Girondo
A las chicas de Flores
Las chicas de Flores tienen los ojos dulces, como las almendras azucaradas de la Confitería del Molino, y usan moños de seda que les liban las nalgas en un aleteo de mariposas.
Las chicas de Flores se pasean tomadas de los brazos, para trasmitirse sus estremecimientos, y si alguien las mira en las pupilas, aprietan las piernas, de miedo de que el sexo se les caiga en la vereda.
Al atardecer, todas ellas cuelgan sus pechos sin madurar del ramaje de hierro de los balcones, para que sus vestidos se empurpuren al sentirlas desnudas, y de noche, a remolque de sus mamás -empavesadas como fragatas- van a pasearse por la plaza, para que los hombres les eyaculen palabras al oído, y sus pezones fosforescentes se enciendan y se apaguen como luciérnagas.
Las chicas de Flores viven en la angustia de que las nalgas se les pudran, como manzanas que se han dejado pasar, y el deseo de los hombres las sofoca tanto, que a veces quisieran desembarazarse de él como de un corsé, ya que no tienen el coraje de cortarse el cuerpo a pedacitos y arrojárselo a todos los que pasan por la vereda.
Perverso ojo cubano
Claribel Terré Morell
Perverso ojo cubano fue lo que ella pensó cuando el Tuerto la desnudó. El Tuerto con su parche en el ojo. Su Pirata, su Sandokan, su Corsario negro, Rojo y Verde. Y eso era lo que ella estaba viendo, lucecitas de colores. Porque al Tuerto le falta un ojo pero le sobra lengua. ¡Ay que rico, madrecita mía! ¡Virgencita de la Caridad del Cobre, qué cosa es esto! ¡Una pinga!, grita el Tuerto y a ella le duele la grosería. Claro que es eso pero porqué tiene que decirlo. Mejor es hablar cosas bonitas o quedarse callados, pero él dice que más rico es hablar. ¡Grita, coño, grita! ¡Di algo! ¡Dime papito bonito, papito sabroso! Y el Tuerto está sabroso de verdad pero a ella no le gusta decir esas cosas y el Tuerto suda y las gotas le caen a ella en la cara y él grita: ¡Chupámela, chupámela! y ella que se la chupa y él que le hala los pelos y se la mete, se la mete y...¡Tuerto que no me cabe! ¡Sácala Tuerto, sácala! y ella que no puede más y va a vomitar y de pronto eso en la boca... ¡Coño, cochino, puerco, que a mí no me gusta! y él... ¡Trágatela, trágatela, trágatela!... y ella que no, que sabe mal y el Tuerto que qué le pasa a ella y...¡No Tuerto, por ahí no! ¡Noooo! ¡Ay madrecita mía, Virgen de la Caridad del Cobre que se le baje, que se le baje! y el que... ¡Aquí hay un hombre a tó, a tó! y ella que ¡No, no vi último tango en París! y que loco este Tuerto que me pregunta si no hay mantequilla. En este país hace siglos que no hay mantequilla y no, nooo. La saliva de El Tuerto es blanca y gomosa. ¡Puerco, puerco, puercooo! Y ahora si se acabó y... ¡No niña aquí hay un hombre a tó, a tó! y el Tuerto que la pone boca arriba y aquello sigue parao... y te voy a dar jarabito de componte... y el Tuerto huele a sudor y ella lo siente y siente que el tiene 50 dedos y ella no tiene más lugares y El Tuerto grita: ¡Ahora por las orejas! y ¡Ahora por la nariz! y ella que no, nooo... y el Tuerto que aquí hay un hombre a tó, a tó y a ella le duele todo el cuerpo y las estrellitas de colores son cada vez más negras, más rojas, más verdes y el agua se va a las 5 de la tarde y no viene más hasta el otro día y ella tiene que ir a una reunión a la fábrica a la que dicen que va a ir Fidel y ella no quiere perder su trabajo, y El Tuerto grita cada vez más alto y ella tiene ganas de llorar porque tuvo el primer orgasmo de su vida y porque al Tuerto se le cayó el parche del ojo y el ojo blanco es terrible y aquello sigue parao, parao, y el agua se va a las 5 de la tarde y ella no quiere perder su trabajo, y ella quiere ver a Fidel y el Tuerto dice que si se va está traicionando a su pinga parada y que eso es peor que traicionar a la Patria y ella no quiere traicionar a nadie. Eso piensa mientras se limpia entre las piernas.
Claribel Terré Morell
Perverso ojo cubano fue lo que ella pensó cuando el Tuerto la desnudó. El Tuerto con su parche en el ojo. Su Pirata, su Sandokan, su Corsario negro, Rojo y Verde. Y eso era lo que ella estaba viendo, lucecitas de colores. Porque al Tuerto le falta un ojo pero le sobra lengua. ¡Ay que rico, madrecita mía! ¡Virgencita de la Caridad del Cobre, qué cosa es esto! ¡Una pinga!, grita el Tuerto y a ella le duele la grosería. Claro que es eso pero porqué tiene que decirlo. Mejor es hablar cosas bonitas o quedarse callados, pero él dice que más rico es hablar. ¡Grita, coño, grita! ¡Di algo! ¡Dime papito bonito, papito sabroso! Y el Tuerto está sabroso de verdad pero a ella no le gusta decir esas cosas y el Tuerto suda y las gotas le caen a ella en la cara y él grita: ¡Chupámela, chupámela! y ella que se la chupa y él que le hala los pelos y se la mete, se la mete y...¡Tuerto que no me cabe! ¡Sácala Tuerto, sácala! y ella que no puede más y va a vomitar y de pronto eso en la boca... ¡Coño, cochino, puerco, que a mí no me gusta! y él... ¡Trágatela, trágatela, trágatela!... y ella que no, que sabe mal y el Tuerto que qué le pasa a ella y...¡No Tuerto, por ahí no! ¡Noooo! ¡Ay madrecita mía, Virgen de la Caridad del Cobre que se le baje, que se le baje! y el que... ¡Aquí hay un hombre a tó, a tó! y ella que ¡No, no vi último tango en París! y que loco este Tuerto que me pregunta si no hay mantequilla. En este país hace siglos que no hay mantequilla y no, nooo. La saliva de El Tuerto es blanca y gomosa. ¡Puerco, puerco, puercooo! Y ahora si se acabó y... ¡No niña aquí hay un hombre a tó, a tó! y el Tuerto que la pone boca arriba y aquello sigue parao... y te voy a dar jarabito de componte... y el Tuerto huele a sudor y ella lo siente y siente que el tiene 50 dedos y ella no tiene más lugares y El Tuerto grita: ¡Ahora por las orejas! y ¡Ahora por la nariz! y ella que no, nooo... y el Tuerto que aquí hay un hombre a tó, a tó y a ella le duele todo el cuerpo y las estrellitas de colores son cada vez más negras, más rojas, más verdes y el agua se va a las 5 de la tarde y no viene más hasta el otro día y ella tiene que ir a una reunión a la fábrica a la que dicen que va a ir Fidel y ella no quiere perder su trabajo, y El Tuerto grita cada vez más alto y ella tiene ganas de llorar porque tuvo el primer orgasmo de su vida y porque al Tuerto se le cayó el parche del ojo y el ojo blanco es terrible y aquello sigue parao, parao, y el agua se va a las 5 de la tarde y ella no quiere perder su trabajo, y ella quiere ver a Fidel y el Tuerto dice que si se va está traicionando a su pinga parada y que eso es peor que traicionar a la Patria y ella no quiere traicionar a nadie. Eso piensa mientras se limpia entre las piernas.
Mastúrbate
Irene Gruss
Mastúrbate
úntate cada pezón con miel
y baja el mentón, la lengua
saben dulces, toca
circularmente cada punta morada, agrietada o lisa
y luego acaricia el vientre, el ombligo,
haz cine o literatura
con la mente pero no olvides los pezones,
la miel, el dedo circular
hazlo frente al televisor mientras te ríes
y te humillas: mastúrbate, abandona,
cuida el clítoris como a la piel de un niño,
escucha el viento que suena detrás
de la ventana cerrada, guarda tu jugo
a escondidas del mundo
y mastúrbate, que tus piernas
comiencen a abrirse y a cerrarse
que tu murmullo sea un gemido ronco,
grito agudo en el aire, en el hueco que
pide penetración, contacto,
habla despacio
hazlo en silencio pero gime
aúlla
murmura aunque sea el goce
el rozarse de tu pelo en la almohada
en la alfombra en la nuca,
mastúrbate,
hasta que las rodillas tiemblen
hasta que caigan
lágrimas y suene esta vez
no un viento sino un timbre
y otro, regular la campanilla,
recién entonces
dilátate como en el parto
lubrica tu vagina, el tubo que
sigue llamando, levántalo, bájalo
introdúcelo
y escucha ahora su voz,
lejana, ajena,
y cierra tus ojos, su boca
tan adentro.
Irene Gruss
Mastúrbate
úntate cada pezón con miel
y baja el mentón, la lengua
saben dulces, toca
circularmente cada punta morada, agrietada o lisa
y luego acaricia el vientre, el ombligo,
haz cine o literatura
con la mente pero no olvides los pezones,
la miel, el dedo circular
hazlo frente al televisor mientras te ríes
y te humillas: mastúrbate, abandona,
cuida el clítoris como a la piel de un niño,
escucha el viento que suena detrás
de la ventana cerrada, guarda tu jugo
a escondidas del mundo
y mastúrbate, que tus piernas
comiencen a abrirse y a cerrarse
que tu murmullo sea un gemido ronco,
grito agudo en el aire, en el hueco que
pide penetración, contacto,
habla despacio
hazlo en silencio pero gime
aúlla
murmura aunque sea el goce
el rozarse de tu pelo en la almohada
en la alfombra en la nuca,
mastúrbate,
hasta que las rodillas tiemblen
hasta que caigan
lágrimas y suene esta vez
no un viento sino un timbre
y otro, regular la campanilla,
recién entonces
dilátate como en el parto
lubrica tu vagina, el tubo que
sigue llamando, levántalo, bájalo
introdúcelo
y escucha ahora su voz,
lejana, ajena,
y cierra tus ojos, su boca
tan adentro.