martes, 26 de febrero de 2013

Las soledades de Picasso

Picasso, viene a decir Berger, es sobre todo la vida de Picasso, de la que su obra es mera prolongación. A diferencia de sus contemporáneos, la importancia para el pintor de la primera es absoluta e irradia de mil maneras, una de las cuales es su pintura. El artista no es lo que hace, sino lo que vive

Fama y soledad de Picasso de John Berger, un clásico./elmundo.es

Publica Alfaguara la monografía que John Berger escribió a mediados de los 60 del pasado siglo sobre Picasso ("Fama y soledad de Picasso", traducción de Manuel de la Escalera y Pilar Vázquez), en vida del propio pintor, ya reverenciado en todas partes como un dios.
Es el estilo Berger: consiste en concentrar el universo en un único objeto y ver si explota. El objeto aquí es el artista que más fama cosechó en vida -sólo Chaplin estuvo a su altura-, que más dinero ganó y que, de paso, inauguró una nueva relación entre el arte y la sociedad, entre el arte y el espectador, entre la imagen y lo visual, entre el arte y el propio arte. El universo es, por supuesto, todo lo que cabe en él: la irrupción de un mercado del arte patrocinado por una nueva consideración, digamos, tributaria de la obra artística, la influencia del capitalismo monopolista en el diseño del mundo, la nación española con su historia y su fatum, las vanguardias históricas con sus prolegómenos y epígonos cristalizadas por el cubismo, las transformaciones experimentadas por los gustos de una nueva burguesía y la ruptura con la figura del artista que venía fraguándose desde el XIX y que impone la presencia del genio sobre  el valor de la producción artística. Por decirlo con epígrafes gruesos.
Picasso, viene a decir Berger, es sobre todo la vida de Picasso, de la que su obra es mera prolongación. A diferencia de sus contemporáneos, la importancia para el pintor de la primera es absoluta e irradia de mil maneras, una de las cuales es su pintura. El artista no es lo que hace, sino lo que vive. De ahí que Picasso considere carentes de contenido o irrelevantes los aspectos canónicos en la interpretación del acto creativo, tales como influencias, etapas, procesos de aprendizaje, evolución, planificación y contextos culturales.
"Lo importante no es lo que el artista haga, sino lo que es. Cézanne no me hubiera interesado nunca un bledo de haber vivido y pensado como Jacques-Émile Blanche, aun cuando las manzanas que hubiera pintado hubieran sido diez veces más hermosas. Lo que nos fuerza a interesarnos es la ansiedad de Cézanne; ésa es su lección. Las torturas de Van Gogh: ése es el verdadero drama del hombre. Lo demás es engaño.".
"Todo el mundo quiere comprender el arte. ¿Por qué no prueban a comprender el canto de los pájaros? ¿Por qué la noche, una flor, todo cuanto rodea al hombre puede gustar, sin que intente comprenderlo? La pintura, en cambio, la quieren comprender.".
El resultado para el individuo Picasso, sigue diciendo Berger, es una forma de soledad (la soledad de la cámara acorazada, de la autosuficiencia) y, en último término, una variedad de locura que, sin embargo, no se encuentra en los manicomios: al no encontrar ninguna oposición, le parece que es posible hacer cuanto quiera.
El libro de John Berger, muy polémico en su momento (aunque a estas alturas cueste un poco saber por qué, salvo por una reacción devota de la feligresía picassiana), pertenece, como decíamos, al estilo del autor. Pero todavía le faltan esas maneras sintéticas y poéticas, que a veces dibujan sombras y a veces huecos, que caracterizan sus mejores textos. Aquí se ofrece aún la pretensión de explicarlo todo de un modo altamente discursivo, ligeramente enciclopédico y erudito, sin llegar a la esclerosis, pero creando un cierta espesura en el ambiente. A pesar de la intención de obtener un tapiz, lo más interesante continúa siendo la urdimbre. Y eso pertenece indudablemente al Berger más reconocible.