Francisco Moreno, director académico del Instituto, dirigirá el observatorio para el español que arranca este verano en la universidad
El director del Cervantes, Víctor García de la Concha, durante la presentación del proyecto común con la Universidad de Harvard. /Paco Campos/elpais.com |
Estudiar español es fácil, accesible, posible, deseable en cualquier
esquina del mundo. Cada vez más. Pero analizar la enorme diversidad de
las metas que alcanza esa abrupta realidad de quienes lo hablan resulta
cada vez más complejo. Por eso es crucial buscar alianzas. Al máximo
nivel. El Instituto Cervantes ha ido a estrechar la mano de uno de los
centros de saber más prestigiosos del mundo, la Universidad de Harvard.
Su director, Víctor García de la Concha, firmará el viernes un acuerdo
en su sede de Boston —pese al luto que vive la ciudad tras el atentado
sufrido el lunes al término de su célebre maratón— para abrir un
observatorio del idioma en ese lugar.
La realidad, pese a que a los responsables políticos les ha costado décadas llegar a comprender y a creer, se impuso. Y esa realidad era que Estados Unidos necesitaba del español porque, según los estudios demográficos hechos sobre aquel terreno, todo apunta a que en 2050, ese y no otro será el mayor país de habla hispana.
Por eso resulta necesario —Harvard y el Cervantes, así lo entienden con urgencia— desmenuzar los detalles de ese vuelco al máximo nivel científico y académico. “Lograr imponer la excelencia del idioma más allá de su intrínseco valor de comunicación”, asegura Víctor García de la Concha en la presentación en su sede madrileña del acuerdo.
En juego está la influencia en un país en el que la demografía y la economía de la minoría latina empieza a crear una tendencia poderosa, tal como se pudo ver en las últimas elecciones a la presidencia. Los latinos fueron cruciales para aupar a Barack Obama. Necesitan desgranar su complejidad y ser explicados al detalle. Primero vencen los números. Su poder de crecimiento en cantidad es imparable: el 34% de los nuevos estadounidenses son hispanos. Y económicamente, eso supone también un mercado imponente. “Del 5% total del consumo en 1990 han pasado al doble, el 9,9% en 2010”, asegura el director del Cervantes.
Por eso, el observatorio, que cuenta con un millón de euros de financiación del Grupo Santander a cuatro años, empezará a trabajar a todos los niveles con diversos grupos de la universidad. Para empezar, se situará en el corazón mismo del campus: dentro de la Facultad de Ciencias y Humanidades, en la cuarta planta del vestíbulo.
Los primeros contactos se harán con los departamentos de lenguas romances, con el centro David Rockefeller de estudios para América Latina, con el comité de etnicidad, migración y derechos o con el departamento de estudios afroamericanos. Todo coordinado por Francisco Moreno, actual director académico del Cervantes, que dirigirá el nuevo centro respaldado por la decana de Artes y Humanidades, la argentina Diana Sorensen.
Comenzarán a plantear investigaciones y análisis sobre el peso demográfico del mundo latino, la enseñanza del español en Estados Unidos, la literatura transatlántica o la penetración del sector editorial en dicho mercado… Y siempre de la mano de sus aliados latinoamericanos. La iberoamericanización del Cervantes es el eje primordial de García de la Concha en su mandato. Algo que quedó claro en el primer patronato al que acudió como nuevo responsable y que fue entendido a la perfección por sus miembros. Quizás tarde, pero puede que todavía no demasiado tarde. La tozuda realidad les ha explotado finalmente en la cara mientras creadores y expertos como García de la Concha clamaban en el desierto hasta que finalmente han sido escuchados.
Con iniciativas así, pese a la crisis y un lastre en el presupuesto que les ha costado el 37% de su financiación pública, hay esperanza en que el Cervantes cumpla su principal cometido: la defensa de la lengua y la cultura hispánicas por el mundo. Más cuando, según apunta García de la Concha, “en estos años se debe consolidar la posición del español como segunda lengua de influencia mundial a todos los niveles”.
La realidad, pese a que a los responsables políticos les ha costado décadas llegar a comprender y a creer, se impuso. Y esa realidad era que Estados Unidos necesitaba del español porque, según los estudios demográficos hechos sobre aquel terreno, todo apunta a que en 2050, ese y no otro será el mayor país de habla hispana.
Por eso resulta necesario —Harvard y el Cervantes, así lo entienden con urgencia— desmenuzar los detalles de ese vuelco al máximo nivel científico y académico. “Lograr imponer la excelencia del idioma más allá de su intrínseco valor de comunicación”, asegura Víctor García de la Concha en la presentación en su sede madrileña del acuerdo.
En juego está la influencia en un país en el que la demografía y la economía de la minoría latina empieza a crear una tendencia poderosa, tal como se pudo ver en las últimas elecciones a la presidencia. Los latinos fueron cruciales para aupar a Barack Obama. Necesitan desgranar su complejidad y ser explicados al detalle. Primero vencen los números. Su poder de crecimiento en cantidad es imparable: el 34% de los nuevos estadounidenses son hispanos. Y económicamente, eso supone también un mercado imponente. “Del 5% total del consumo en 1990 han pasado al doble, el 9,9% en 2010”, asegura el director del Cervantes.
Por eso, el observatorio, que cuenta con un millón de euros de financiación del Grupo Santander a cuatro años, empezará a trabajar a todos los niveles con diversos grupos de la universidad. Para empezar, se situará en el corazón mismo del campus: dentro de la Facultad de Ciencias y Humanidades, en la cuarta planta del vestíbulo.
Los primeros contactos se harán con los departamentos de lenguas romances, con el centro David Rockefeller de estudios para América Latina, con el comité de etnicidad, migración y derechos o con el departamento de estudios afroamericanos. Todo coordinado por Francisco Moreno, actual director académico del Cervantes, que dirigirá el nuevo centro respaldado por la decana de Artes y Humanidades, la argentina Diana Sorensen.
Comenzarán a plantear investigaciones y análisis sobre el peso demográfico del mundo latino, la enseñanza del español en Estados Unidos, la literatura transatlántica o la penetración del sector editorial en dicho mercado… Y siempre de la mano de sus aliados latinoamericanos. La iberoamericanización del Cervantes es el eje primordial de García de la Concha en su mandato. Algo que quedó claro en el primer patronato al que acudió como nuevo responsable y que fue entendido a la perfección por sus miembros. Quizás tarde, pero puede que todavía no demasiado tarde. La tozuda realidad les ha explotado finalmente en la cara mientras creadores y expertos como García de la Concha clamaban en el desierto hasta que finalmente han sido escuchados.
Con iniciativas así, pese a la crisis y un lastre en el presupuesto que les ha costado el 37% de su financiación pública, hay esperanza en que el Cervantes cumpla su principal cometido: la defensa de la lengua y la cultura hispánicas por el mundo. Más cuando, según apunta García de la Concha, “en estos años se debe consolidar la posición del español como segunda lengua de influencia mundial a todos los niveles”.