jueves, 25 de abril de 2013

Un paseo por el Argel de Cervantes

El puerto resguardado de todos los vientos, el bastión de Mami Arnaut, Bab Yedid (Puerta nueva) o la gruta de los antiguos jardines del renegado Alcayde Afan, son algunos de los lugares que conoció Miguel de Cervantes durante su cautiverio en Argel entre 1575 y 1580

Un paseo por el Argel de Cervante./lainformacion.com
Con motivo del Día del Libro y para conmemorar el aniversario de su muerte, el centro cultural español en la capital argelina organizó el miércoles una visita guiada a estos emplazamientos, hitos de la vida de Cervantes y de la historia de la vieja ciudad de Argel.
"Nos parecía interesante recuperar un poco ese pasado de Cervantes en Argel (...). Es una historia muy desconocida tanto para los argelinos como para los españoles que vivimos aquí", explicó a Efe la directora de la biblioteca del Instituto Cervantes de Argel, María Muñoz Coronado.
En el actual Bastión 23, una antigua edificación levantada por el corsario Mami Arnaut, primer amo de Cervantes en Argelia, Coronado comentó que la visita pretende reproducir el periplo del escritor español, desde su llegada al puerto, hasta su liberación, gracias al pago de un rescate, pasando por sus cuatro intentos frustrados de fuga.
"Al puerto de Argel llegó Miguel de Cervantes junto a su hermano cuando los capturaron en las costas catalanas, a finales del mes de septiembre de 1775", explicó a Efe el guía de la excursión Hamid Ouis, que es también profesor colaborador en el Instituto Cervantes.
La visita, acompañada por una constante lluvia y una discreta escolta policial, arrancó en el Bastión 23 desde donde se puede contemplar el puerto de la ciudad donde los hermanos Cervantes fueron vendidos.
Miguel portaba dos cartas de recomendación, una de ellas de Juan de Austria, hermanastro de Felipe II, lo que llevó a pensar a sus captores que aquel soldado era un hombre principal de la España de la época por quien se podía pedir un buen rescate.
Aunque, por un lado, las cartas complicaban su liberación, por otro lado, le sirvieron para ser considerado un preso privilegiado, por lo que durante el lustro que permaneció cautivo, disfrutó de una relativa libertad de movimientos y apenas realizó trabajos físicos.
Su estancia en la capital argelina y parte de su topografía quedaron reflejados en muchas de sus obras como "Los tratos de Argel", "Los baños de Argel", "El gallardo español", "La gran sultana" o "La historia del cautivo", incluida en "El Quijote".
En muchas de esta historias, Cervantes cita lugares como Bab al Ued o Bab Azun, dos de las seis principales puertas que horadaban las antiguas murallas del siglo XVI y que el autor conoció muy bien.
La siguiente parada de la visita tuvo lugar en la única puerta de la ciudad que ha logrado sobrevivir al tiempo, Bab Yedid (La puerta nueva).
Junto a esta entrada a la ciudad, que se encuentra en estado ruinoso, apuntalada y reforzada con vigas de acero para evitar que se derrumbe y se pierda con ella un pedazo más de la castigada memoria de la Alcazaba de Argel, se levanta la fortaleza de los regentes.
En la Ciudadela, que al igual que Bab Yedid, espera en un precario equilibrio una urgente restauración, vivió Hasan el Veneciano, regente de la ciudad entre 1577 y 1580 y amo de Cervantes durante sus últimos años de cautiverio.
Tras recrear la vida intramuros de los gobernadores y los 150.000 habitantes de la Argel de finales del siglo XVI, 25.000 de los cuales eras esclavos, la visita finalizó en la gruta donde Cervantes se refugió durante su segundo intento de huida, situada en un farallón a tres millas al sur de la ciudad amurallada.
En esta cueva, desde donde se tiene una vista privilegiada de la bahía, Cervantes, junto a un nutrido grupo de cautivos, esperaba la llegada de un navío que debía recogerlos para llevarlos de vuelta a España.
Pero el barco nunca llegó y los fugados fueron delatados.
Era septiembre de 1577. Cervantes ya se había intentado escapar una vez un año antes y aún lo intentaría en vano dos veces más, hasta que, por fin, en 1580 dos monjes trinitarios pagaron por él los 500 escudos de oro de rescate que exigía Hasan el Veneciano.
Tras su liberación, como explica Ouis, Cervantes aún pasó tres semanas en Argel, tres semanas libre en esa ciudad que Osorio en la obra de "Los baños de Argel" describió como un "arca de Noé abreviada" donde "están de todas suertes, oficios y habilidades, disfrazadas calidades".