Adam Johnson ganó el premio con The orphan master's son, una novela de realismo descarnado y satírico
El ganador del Pulitzer a la mejor novela de ficción, Adam Johnson. / Dagmar Logie./elpais.com |
Después del escándalo provocado por la no concesión del Pulitzer de Ficción el año pasado
–pese a que había candidatos como David Foster Wallace y Denis
Johnson--, que derivó en un falso debate acerca del nivel de la
narrativa norteamericana contemporánea, había mucha expectativa en torno
al premio de este año. Las noticias son positivas: Adam Johnson ha ganado con The orphan master’s Son, una novela ambiciosa que quizás no era la favorita pero que deja satisfechos a todos.
The orphan master’s Son es la historia de Jun Do, desde su
infancia en un orfanato en Corea del Norte hasta su paso por el ejército
–enviado en misiones de alto riesgo a secuestrar a ciudadanos japoneses
en la zona desmilitarizada--, su ascenso social y su confrontación con
el Estado totalitario de King Jong Il. La crítica ha destacado la
capacidad de Johnson para narrar una deslumbrante historia de intriga y
romance con un trasfondo histórico y político; no sabemos mucho de la
verdadera Corea del Norte, pero la que construye Johnson, llena de
prohibiciones absurdas –no se puede mirar a las estrellas—, obsesionada
con lo que ocurre más allá de sus fronteras e incapaz de proveer una
vida digna a sus ciudadanos, es totalmente verosímil. Para Michiko
Kakutani, crítica estrella del New York Times, este universo remite a Orwell, pero hay un espectro aun más presente en las páginas de la novela, y es el de Kafka.
Johnson muestra su versatilidad en las diversas voces narrativas
utilizadas en esta novela. Está el registro satírico, que parecería el
más obvio para contar las cosas que ocurren en un país en el que el
Querido Líder “guía” a los ingenieros a cargo de ensanchar el canal del
río Taedon, y por la radio se escuchan historias inventadas de
norteamericanos que huyen de su país para refugiarse en Corea del Norte,
“un paraíso para los trabajadores en el que los ciudadanos no necesitan
nada”. Pero Corea del Norte es un blanco demasiado fácil para la
sátira, por lo que Johnson no abusa de ese registro y prefiere
privilegiar un realismo más descarnado, a través del cual se dibuja un
incesante y desolador retrato de un mundo en el que el individuo poco
puede hacer ante el Estado. De vez en cuando hay excepciones: en medio
de las muertes por las hambrunas y la vida en los campos de
concentración para los “disidentes” al régimen, está Jun Do. Para saber
lo que le ocurre, hay que leer esta arriesgada novela.