martes, 30 de abril de 2013

Falcones dice que sus lectores le escupirían si sus finales no fueran felices

El novelista barcelonés vuelve a vender miles de ejemplares de su nueva obra, La reina descalza

El escritor Ildefonso Falcones, en una foto de archivo./Carles Castro./lavanguardia.com
El escritor Ildefonso Falcones cree que las novelas merecen finales felices y las suyas los tienen porque, bromea, "no podría pedir a los lectores que lean 750 páginas y que el libro termine mal", ya que le "escupirían" por la calle.
Así lo ha expuesto el novelista barcelonés en una entrevista con Marta Robles en el programa Entre comillas de Efe Radio, en la que se distancia de otros escritores que en sus obras "matan al personaje o te lo dejan tieso", porque, a su juicio, los lectores prefieren "suspirar y sentirse satisfechos" al acabar el libro.
"Hay muchos finales felices diferentes, pero hay que elegir", afirma el autor superventas, que tras las exitosas novelas La catedral del mar y La mano de Fátima vuelve a liderar las listas de libros de ficción más vendidos en España con La reina descalza.
Para esta obra estuvo documentándose "tres años y pico", porque, subraya, la novela histórica exige garantizar todos los detalles, desde las formas de viajar hasta las comidas que se describan.
Que lo contado sea lo más próximo a lo real es "un derecho del lector", dice Falcones.
El escritor, que continúa ejerciendo como abogado pero ya solo a tiempo parcial, "con más tranquilidad", ahora con socios en el bufete, confiesa que la escritura para él siempre fue "la forma de exteriorizar las inquietudes que uno lleva dentro".
Y que es feliz, pero no únicamente por el éxito de sus novelas, ya que "podría soportar" los fracasos, que "también enseñan", sino por el "equilibrio sentimental y familiar" desde hace muchos años con su mujer y sus cuatro hijos, afirma.
Falcones añade que la "tremenda" crisis económica "se nota desgraciadamente" en la literatura "como en cualquier ámbito de la vida".
Eligió como protagonistas para La reina descalza a una gitana andaluza y a una exesclava cubana porque la "sensualidad" femenina era la mejor manera de aproximarse a la música en el siglo XVIII y a "comunidades injustamente tratadas" durante el despotismo ilustrado, los temas que quería tratar.