Del cielo y de la tierra
La tierra desde el cielo - © Yann Arthus-Bertrand |
Piedras
de ángeles
Lawrence Durrell
Allí dice que las estrellas fugaces son piedras que
tiran los ángeles en el Cielo, para alejar a los malos djinns cuando quieren escuchar a escondidas las conversaciones del
Paraíso y enterarse de los secretos del futuro.
Verdad
terrestre
Ezequiel Martínez Estrada
Pero la tierra no es una mentira, aunque el hombre
delire recorriéndola.
El
salvador victorioso
Pompeyo Gener
Pero ni la gloria del Cielo ni los tormentos del
Infierno son eternos. El poder de Angromanyus será aniquilado un día. Tres mil
años después de Zoroastro, precedido de dos precursores, nacerá el Salvador
victorioso, de una manera sobrenatural y de una virgen. La lucha del bien con
el mal habiendo llegado a su período álgido, arderá todo, pero con una llama
que solo abrazará a los malvados; y los buenos, incombustibles por su virtud
propia, sentirán sólo un calor agradable. Así, todas las criaturas serán
purificadas, los muertos resucitados, los espíritus malignos aniquilados, la
tierra renovada y la dominación absoluta del luminoso Ahura comenzará para no
acabar jamás.
Catorce
minutos
Jorge Luis Borges
William James niega que puedan transcurrir catorce minutos, porque antes es obligatorio
que hayan pasado siete, y antes de siete, tres minutos y medio, y antes de tres
minutos y medio, un minuto y tres cuartos, y así hasta el fin, hasta el
invisible fin, por tenues laberintos de tiempo.
Llueve
Achille Campanile
Un día, hace muchos años, un individuo que había
salido de su casa sin paraguas se dio cuenta de que empezaban a caer algunas
gotas.
Debería volver a casa a buscar el paraguas —pensó.
Pero después se dijo:
¡Bah! No serán más que cuatro gotas.
Y siguió andando porque tenía mucha prisa.
La lluvia empezó a caer. Entonces el individuo se
refugió en un portal.
Esperaré a deje de llover —dijo.
Había empezado el Diluvio Universal
Sin alas
Thomas Patrick Hughes
Un árabe encontró al Profeta y
le dijo:
¡Oh, apóstol de Dios! Me
gustan los caballos. ¿Hay caballos en el Paraíso?
El profeta respondió:
Si vas al Paraíso, tendrás un
caballo con alas, y lo montarás e irás donde quieras.
El árabe replicó:
Los caballos que me gustan no
tienen alas.
¿Ningún mensaje?
John Braine
El general observaba desde su
refugio de hormigón los intentos de una guerrilla avanzada para tomar una
colina fuertemente defendida por el enemigo. Por sus gemelos vio destacarse una
figura que se dirigía corriendo hacia el refugio.
Minutos después un soldado
entraba y se sentaba sobre una caja de municiones.
Bueno, amigo –dijo el general
impaciente- ¿qué mensaje traes?
No traigo ningún mensaje – respondió el soldado.
No traigo ningún mensaje – respondió el soldado.
¿Ningún mensaje? ¿Entonces qué
haces aquí? –Y señalando la colina añadió-: Vuelve inmediatamente, allá está la
lucha.
Maldita sea la lucha –repuso
el soldado-. Se están matando unos a otros.
La sentencia
Wu Ch’eng-en
Aquella noche, en la hora de
la rata, el emperador soñó que había salido de su palacio y que en la oscuridad
caminaba por el jardín, bajo los árboles en flor. Algo se arrodilló a sus pies
y le pidió amparo. El emperador accedió; el suplicante dijo que era un dragón y
que los astros le habían revelado que al día siguiente, antes de la caída de la
noche. Wei Cheng, ministro del emperador, le cortaría la cabeza. En el sueño,
el emperador juró protegerlo.
Al despertarse, el emperador
preguntó por Wei Cheng. Le dijeron que no estaba en el palacio; el emperador lo
mandó buscar y lo tuvo atareado el día entero, para que no matara al dragón, y
hacia el atardecer le propuso que jugaran al ajedrez. La partida era larga, el
ministro estaba cansado y se quedó dormido.
Un estruendo conmovió la
tierra. Poco después irrumpieron dos capitanes que traían una inmensa cabeza de
dragón empapada en sangre. La arrojaron a los pies del emperador y gritaron:
Cayó del cielo.
Cayó del cielo.
Wei Cheng, que había
despertado, la miró con perplejidad y observó:
¡Qué raro; yo soñé que mataba
a un dragón así!