My Ideal Bookshelf de Jane Mount y Thessaly La Force está editado por Little, Brown. Todas las imágenes son cortesía de la editorial./elpais.com |
La ilustradora Jane Mount
comenzó a documentar bibliotecas ajenas en 2007. Su propósito, dice,
nunca fue inmortalizar cubiertas y lomos, sino retratar a las personas
poseedoras de esas bibliotecas a través de sus libros. En 2010 la
periodista Thessaly La Force, que por entonces trabajaba en The Paris Review,
le hizo una entrevista a propósito de una exposición que iba a
inaugurar en San Francisco. Fue entonces cuando decidieron aliarse para
trabajar en un libro, My Ideal Bookshelf,
que reuniera las bibliotecas ideales de distintos personajes del mundo
de la literatura, la gastronomía, el cine, etc. A todos ellos les
preguntaron cúales eran sus libros favoritos, y en sus respuestas no
sólo encontramos los títulos en cuestión, también qué significan para
ellos esas obras en particular y la literatura en general.
Patti Smith cantante, poeta, artista
"De pequeña me sentaba a los pies de mi
madre y miraba cómo bebía café y fumaba cigarrillos con un libro sobre
su regazo. Su ensimismamiento me intrigaba. Aunque todavía no iba a la
escuela, me gustaba mirar sus libros, sentir el papel y jugar con las
cubiertas. Quería saber qué había en ellas para que atrapasen la
atención de esa forma tan profunda. Cuando mi madre descubrió que había
escondido un ejemplar carmesí del Libro de los mártires de Foxe
detrás de la almohada con la esperanza de absorber su significado,
inició el laborioso proceso de enseñarme a leer. [...] Cuando ya no
necesité más instrucción, me permitía que me sentase con ella en nuestro
abarrotado sofá, ella leyendo Las sandalias del pescador y yo Las zapatillas rojas... Ese libro me fascinó. Ansiaba leer todo lo que pudiera, y todas las cosas que leía me producían nuevos anhelos".
James Franco actor, director, guionista
"Mi padre me regaló Mientras agonizo [en inglés, As I lay dying]
a los catorce años. Me encantó la estructura, el estilo, pero también
los personajes. Estoy muy acostumbrado a saber cosas de las personas a
través de las conversaciones, y este libro es un gran ejemplo de cómo se
puede entender a una persona de forma diferente. Mientras agonizo
es como un puzzle. Al leerlo en la adolescencia me resultó mucho más
difícil comprender lo que Faulkner trataba de hacer, así que se
convirtió en un misterio y me obsesioné con él, quería desentrañarlo.
Creo que transformar un libro o un poema en una película es un proceso
similar".
Daniel Alarcón escritor
"Contar historias siempre ha formado
parte de mi familia. Si yo hubiera decidido ser abogado mis padres se
hubieran extrañado. Ser escritor era totalmente aceptable. Teníamos
muchísimos libros en casa. Escribí mi primera historia seria a los
dieciséis años. Y por 'seria' quiero decir terrible, ilegible y
pretenciosa. Mis padres dicen que antes de saber escribir o leer, le
dictaba historias a mi hermana".
Jennifer Egan escritora *
"Supe que quería ser escritora cuando ya
había leído buena parte de estos libros. Pero en todos los casos me
hicieron pensar 'Vaya, puedes hacerlo'. Aunque no siento una influencia
directa -me gustaría que me hubieran influenciado todos estos libros,
pero no soy quien para juzgar si lo han hecho o no-, siempre me
inspiran. Me recuerdan de lo que es capaz la novela. Yo siempre pienso
sobre Tristram Shandy y Don Quijote. Todas las innovaciones que se han
introducido en la novela desde entonces ellos ya las habían visto o
incluso superado".
* La editorial Minúscula publicó el año pasado El tiempo es un canalla (ganador del Premio Pulitzer de Ficción 2011), el único libro de la autora estadounidense que se ha traducido al español.
David Sedaris escritor
"Yo no leía mucho en el colegio. Fue
necesario que dejase la universidad y me fuese a vivir yo solo a una
caravana en un pequeño pueblo de Oregon (tenía mucho tiempo libre y
nadie con quien hablar) para hacerme un carné de la biblioteca y empezar
a leer. Recuerdo que leí Babbitt porque estaba en la lista de
lecturas del instituto. Y me di cuenta de que si no había que escribir
una redacción a posteriori leer era bastante increíble. [...] A veces
charlo con curas y siempre les digo: 'Si tuviera una iglesia, leería una
historia de Tobias Wolff cada semana y luego le diría a
la gente, 'Iros a casa'. No sería necesario decir nada más. Cada
historia es un manual sobre cómo ser una buena persona".