Poesía de la A a la Z
Aparece por primera vez en castellano la Poesía completa, del gran escritor francés, en una cuidada edición bilingüe
El escritor Marcel Proust, autor de En busca del tiempo perdido. Se publica Poesia completa./elpais.com |
“Delicado y leal”, así califica Santerbás al Proust poeta, y esta es
la primera vez que se editan traducidas al castellano las poesías
completas de Marcel Proust;
anteriormente a esta edición (que aparece jalonada con algún dibujo del
propio escritor y con fotografías de los íntimos), solo se contaba con
las traducciones puntuales de Consuelo Berges (Alianza, 1975) y con las
de Mauro Armiño (Valdemar, 2006) de Los placeres y los días; en 2011 la revista cultural Turia
de Teruel publicó 11 poemas también en versión de Armiño. Huyendo de la
literalidad y rescatando el vuelo, estas traducciones pueden
calificarse también de delicadas y leales. Ahora se edita bajo el título
de Poesía completa (Cátedra), en edición bilingüe y traducción de Santiago R. Santerbás.
Quizás incluso muchos lectores de En busca del tiempo perdido y hasta devotos proustianos, solo alcanzaban a conocer esos ocho poemas incluidos en su primer libro: Los placeres y los días
, pero resulta que ciertamente casi ocultos entre el enorme flujo
epistolar y otras papelerías del gran novelista francés, estaba la
producción, si bien magra (apenas alcanza el centenar de poemas), de un
poeta algo misterioso y muy distante estilísticamente de su enjundiosa y
característica prosa, y a tenor de esto, el compilador, traductor y
prologuista dice “Advirtamos, sin embargo, que la poesía y la prosa no
son, en Marcel Proust, dos actividades literarias opuestas, enfrentadas o
excluyentes, sino dos caminos distintos que, en contados casos, se
cruzan o incluso recorren un trecho en la misma dirección sin apenas
reconocerse, como dos extraños”.
Así, mientras en la prosa encontramos el delineado de personajes
literarios ficticios compuesto de trazos diversos extraídos de diversas
personas que estuvieron o cruzaron en la vida del escritor, asunto que
ha sido pasto de biógrafos y otras voraces interpretaciones, en la
poesía la dependencia de personas reales y cercanas es mucho más firme y
evidente, casi encuentra en ellos su razón de existir, su motivación
primera. Es el caso de Reynaldo Hahn (1875-1946), músico francés de
origen venezolano, esencial en la vida de Proust y gran amor de su vida.
La relación con Hahn evolucionó de la pasión y un dramático sentido de
los celos, a una sólida amistad que duró hasta la muerte del escritor.
La intimidad y la complicidad entre ellos llegó lejos, más allá de los
juegos verbales, apodos y sobrenombres que se encuentran frecuentemente
en los poemas. Juntos vivieron momentos cumbres de su tiempo, como las
temporadas de los Ballets Rusos de Serguei de Diaghilev en París, y su
posición les permitió alternar con figuras como Picasso, Stravinski,
Nijinski o el propio Diaghilev. El compilador insiste mucho en resaltar
que a Marcel Proust también le gustaban las mujeres, su masa probatoria
está precisamente en los poemas dedicados a ellas; la verdad es que
Reynaldo Hahn se lleva la palma, en cantidad y calidad.
Es cierto también que este libro de poemas no enriquece de manera
significativa el corpus de la obra proustiana, ni siquiera puede
responder a un plan esclarecedor de las “zonas oscuras de su ingente
creación novelesca”, pero sí pueden arrojar luz sobre algunos recodos de
su vida donde no han llegado los biógrafos: se trata de penetrar en su
intimidad aún por encima de cualquier reivindicación sexista.
* Poesía completa. Marcel Proust. Edición bilingüe y traducción de Santiago R. Santerbás. Cátedra. Letras Universales 368 páginas
Poemas
Marcel Proust
50. A Reynaldo Hahn
Tú quieres que tu basset (*) sea infeliz y sufra.
Entonces apareces, lo sacas del abismo,
¡y te ve como a un Dios!
Oh, Reynaldo, yo soy tu lamentable basset,
que no puede seguirte como un can verdadero
y que habrá de llorar cuando te diga asdiós (**)
(*) Reynaldo Hahn tenía un perro basset llamado Zadig.
(**) En el original: asdieu en vez de adieu (adiós).
54
Sostener una espada, un lirio, una paloma
que con su cuerpo tembloroso [huye] y retuerce mi mano,
no vale tanto como tener tu mano, pues no es tan puro el lirio
ni tan noble la espada.
55. ¡NAVIDAD! ¡NAVIDAD!
¡Nació el niño Reynaldo!
En el umbral “paved with smerald” (*)
(¡oh, Shakespeare), los tres magos,
Cyril, Paul y Wladimir (**),
adoran tus gorjeos.
¡Nació el niño Reynaldo!
¡Navidad! ¡Navidad!
Oh, dónde habré leído, Virgen santa,
quizá en el Imparcial o en el Heraldo (***),
donde hizo sus pinitos Daniel Vierge (****),
que era español Reynaldo
lo fue desde la cuna.
¡Niño amor, niño divino, Virgen santa!
El hecho está probado. Quiero ofrecer un cirio.
(*) En inglés en el original: “pavimentado con esmeralda”. (**) Grandes Duques de Rusia.
(***) El Imparcial (1867-1933) y El Heraldo de Madrid (1890-1939): periódicos españoles de ideología liberal. Proust cita sus nombres en castellano.
(****) Daniel Urrabieta Vierge (1851-1904): dibujante español, ilustrador del Quijote. Desde 1869 residió en París.