El filólogo e historiador sueco Knut Ahnlund, de 89 años, había criticado la designación de Elfriede Jelinek en 2004
KNUT AHNLUND. Falleció el miércoles pasado, tras una larga enfermedad./Revista Ñ |
Ya había renunciado a la silla número 7 de la Academia Sueca,
pero los medios de todo el mundo volvieron a hacerse eco de sus
escandalosas declaraciones, cuando ayer se conoció la noticia de la
muerte del filólogo e historiador sueco Knut Ahnlund, de 89 años.
La misma academia a la que desafiaba, informó en su web que Ahnulund falleció el miércoles pasado, tras una larga enfermedad.
Se convirtió en la piedra en el zapato del jurado del premio literario
más importante, tras criticar con dureza la elección del Nobel para la
austríaca Elfriede Jelinek, de 2004. “No sólo ha causado un daño
irreparable a todas las fuerzas progresistas, sino que ha confundido la
visión general de la literatura como arte’’, escribió en un artículo
publicado en el diario Svenska Dagbladet. “Después de esto, no puedo
permanecer en la Academia Sueca. Desde ahora me considero un
marginado’’, señaló el escritor, que poco después presentaría su
renuncia al puesto que ocupaba desde 1983. El único problema era que su
trabajo, según el estatuto de la Academia, es vitalicio e irrenunciable.
Para Ahnlund, la obra de Jelinek era no tenía “el menor rastro
de estructura artística’’ era “monomaníaca”, y describía una
“atormentada pornografía violenta y carente de gusto” con “personajes
agresivos sin sentido”. Llegó a preguntarse si los académicos habían leído
alguno de los 23 libros de Jelinek.
Al año siguiente Ahnlund
volvió a arremeter contra sus colegas por el Nobel a Harold Pinter. Dijo
que la designación había sido fallida por la “agresividad política” del
británico. Su trabajo, aseguran, se minimizó por sus conflictos con
Sture Allén y Horace Engdahl, secretarios de la Academia.
Ahnlund
ya no está, pero el próximo lunes la polémica volverá a Estocolmo,
cuando el chino Mo Yan reciba su ya discutido Nobel de Literatura.