La Procuraduría y la Biblioteca Nacional, entre otros, le piden a la Corte Constitucional reconocer el valor cultural de estas obras
Parecerá extraño pero estamos en una democracia constitucional./elespectador.com |
Son días buenos para los amantes de los cómics. Una demanda que cursa
en la Corte Constitucional en contra de la llamada Ley del Libro (23 de
1993) ha recibido una serie de conceptos positivos de instituciones
como el Ministerio de Cultura, a través de la Biblioteca Nacional, las
universidades Nacional y Externado, la Cámara Colombiana del Libro y la
Procuraduría General de la Nación (este es el último pronunciamiento
conocido en el caso). Si la acción legal es fallada a favor de los
demandantes, las novelas gráficas y las fotonovelas que se comercializan
en el país sufrirían una importante reducción en impuestos.
En
pocas palabras, por razones que aún no resultan del todo claras, la Ley
23 de 1993 (que reemplaza una de 1973) hace la siguiente diferenciación:
“Para los fines de la presente Ley se consideran libros, revistas,
folletos, coleccionables seriados, o publicaciones de carácter
científico o cultural, los editados, producidos e impresos en la
República de Colombia, de autor nacional o extranjero, en base papel o
publicados en medios electro-magnéticos. Se exceptúan de la definición
anterior los horóscopos, fotonovelas, modas, publicaciones
pornográficas, tiras cómicas o historietas gráficas y juegos de azar”.
La
exclusión en esta ley de las fotonovelas, tiras cómicas e historietas
gráficas generó una carga tributaria para estos productos de,
aproximadamente, 30%, según John Naranjo, director de la editorial Rey
Naranjo, una de las empresas que apoyaron la presentación de la demanda.
El grupo detrás de la acción legal incluye lectores, dibujantes y a la
Editorial Robot, entre otros.
Este porcentaje de impuestos no sólo
ha limitado el despegue de toda una industria, sino un movimiento que
hoy en día es considerado vital a la hora de crear nuevos lectores.
“Hacer un cómic obliga a un niño a poner en juego una cantidad de
competencias, como la escritura reducida y el manejo de la imagen, y
esto permite que la persona tenga un desarrollo mucho mayor”, asegura
Eliana Iannini, una de las personas que también apoyaron la demanda.
“Cuando
uno empieza a leer cómics también desarrolla la capacidad de leer
imágenes. Desde pequeño tuve acceso a las historietas y para mí eran una
forma adicional de lectura”, asegura Pablo Arrieta, profesor
universitario y consultor en temas de tecnología, además de un lector
fervoroso de este tipo de literatura. “La percepción que se tiene en
Colombia de que la novela gráfica no sirve para nada es errada”, añade.
Esta
última afirmación es compartida por la Procuraduría, que sostuvo en su
concepto que: “Las tiras cómicas o historietas gráficas son en sí mismas
un género literario, que tiene la capacidad de ser también un vehículo
de expresión y de difusión científica, e incluso de opinión, que se vale
de un lenguaje especial, para transmitir valiosos contenidos. Si bien
existe el prejuicio de que las tiras cómicas o historietas gráficas son
meros pasatiempos destinados a entretener al lector, y se las califica
como lo opuesto a textos serios, no se puede pasar por alto que lo mismo
podría decirse de algunos libros, en especial de aquellos que forman el
género de autoayuda”.
En un principio, la demanda estuvo
impulsada por Ricardo Espinosa, esposo de la reconocida historiadora
Diana Uribe, quien falleció a principios de este año. Después de la
muerte de Espinosa, la demanda fue retomada por Iannini y otro grupo de
personas, entre ellas Juan Camilo Medina, un estudiante de último
semestre de derecho de la Universidad Externado. El documento fue
presentado a la Corte Constitucional el 2 de agosto de este año y el
tribunal lo admitió para revisarlo el 4 de septiembre. El fallo se
espera aproximadamente para mayo del próximo año.
Además de la
demanda, el grupo de personas que la apoya espera presentar prontamente
un proyecto de ley de apoyo al cómic, emulando un poco lo que se hizo
con la Ley del Cine, explica Naranjo. “El momento para estas decisiones
es ideal. El cómic está viviendo una revolución en la que éste tiene
cada vez mayor fundamento literario y su inserción en el mundo de la
literatura tradicional va en ascenso”.