sábado, 8 de junio de 2013

Minicuentos 59



De  mariposas, insectos y otros bichos                                                                         





Mariposas
Magdalena Sofía

Alas azules, con movimientos convulsivos llama libertad al alfiler que le traspasa.

El pulpo
Elena Milán

El pulpo extendió sus brazos: era un pulpo multiplicado por sí mismo.
Carlota lo miró horrorizada y corrió a la puerta. ¡Maldita costumbre de encerrarse con llave todas las noches! ¿En dónde la habría dejado? Regresó a la mesita. La llave no estaba ahí. Se acercó al tocador. En ese momento se enroscó en su cuello el primer tentáculo. Quiso retirarlo pero el segundo atrapó su mano en el aire. Se volvió tratando de gritar, buscando a ciegas algo con que golpear esa masa que la atraía, que la tomaba por la cintura, por las caderas. Sus pies se arrastraban por un piso que huía. El pulpo la levantaba. Carlota vio muy cerca sus ojos enormes. Era sacudida, volteada, acomodada y recordó que entre aquella cantidad de brazos debía haber una boca capaz de succionarla.
Se refugió en su desmayo. Al volver a abrir los ojos se hallaba tendida en la cama. Un tentáculo ligero y suave le acariciaba las piernas, las mejillas. Otro jugaba con su pelo.
Carlota comprendió entonces y sonrió.

Los ecalitos
Henri Michaux

Nunca he sabido si era debido a una enfermedad o a una simple disposición natural. El cuerpo de los ecalitos, por poco que les rocen, enrojece (menos las manos y los pies).
La señal les dura una hora, a veces mucho más.
Los cazadores que vuelven del bosque parecen flores, hojas, semillas.
El cuerpo de las mujeres es nacarado, rosa, con reflejos admirables.
No me cansaba de estampar, con el pulgar y los dedos, figuras rosadas y otros cuerpos rosados de hadas y de muñecas. Gracias a ese pequeño talento, ellas me amaban. Les gustaba, sumisas y traviesas, abandonarse entre mis dedos.

Lavado
Armando Carrillo

Cada noche, cuando me lavo las manos si lo hago con agua tibia (con agua fría nunca sucede), mis dedos escapan uno por uno, y se ponen a nadar en el lavabo y remontan la corriente de la llave, cual pequeños y morenos salmones. Al ver esto me desespero, y trato de atraparlos, siempre con infinitos e infructuosos esfuerzos pues no tengo dedos (todos están nadando) con que retenerlos: después lloro, y al oírlo mi madre entra y jalándome una oreja, me dice: “Oye bien esto, loco, si vuelves a sacar de su estanque los peces de tu tía y los enjabonas y te los quieres poner en los dedos, no te dejaré salir de tu cuarto en un mes”.

El sueño de la mariposa
Chuang Tzu

Chuang Tzu soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre

Aparición
Ramón Gómez de la Serna

La bella joven se reía tanto a la orilla del mar que, como la risa es la mayor provocadora de curiosidad, asomó su cabeza un tritón para ver lo que pasaba.
—¡Un tritón! —gritó ella.
Pero el tritón, tranquilo y sonriente, la serenó con la pregunta más inesperada:
—¿Quiere decirme qué hora es?


Las alas de la mariposa
Ermilo Abreu Gómez

Una mariposa perdió sus alas y se echó a llorar y su amigo Tamaychi le dijo:
—¿Por qué lloras?
—Perdí mis alas.
—Sigue mi consejo y serás feliz.
—Lo seguiré cualquiera que sea.
—Camina hasta que llegues a esa lomita.
—¡Está muy lejos!
—Pues sólo si llegas a ella podrás ser feliz.
—Iré entonces porque sin alas me siento morir.
La mariposa se puso a caminar y a caminar y así caminando llegó a la lomita, a tiempo que caía el sol. Pero estaba tan cansada que se quedó dormida y soñó entonces que tenía alas y que volaba y volaba. Cuando despertó, Tamaychi se le acercó y le dijo:
—Te veo feliz mariposita.
—Oh, si muy feliz. Soñé que tenía alas y que volaba.
—Sigue soñando, que la felicidad soñada, ya es felicidad.

Metamorfosis
Homero Benítez Aguirre

Se sintió sorprendida: unos ojos azules de pestañas rizadas afeaban su cara, un pelo rubio colgaba de su cabeza. Se palpó los senos, las piernas, se miró las manos y movió los dedos. Pero cuando quiso mover sus antenas, de pronto se dio cuenta de que ya no era hormiga.