A menudo desprestigiada, la literatura infantil entra por la puerta grande en la Biblioteca Pública de Nueva York con la exposición Por qué los libros para niños importan, en la que a través de Sendak o Carroll defiende "que los niños tienen mucho que enseñar a los adultos sobre infancia"
La Biblioteca Pública de Nueva York mira de tú a tú a la literatura infantil./lainformacion.com |
"A menudo la literatura infantil está considerada como un preámbulo
para la literatura 'seria'. Pero no todo el mundo tiene por qué leer
'Guerra y paz' en su vida", explica el comisario de esta
exposición, Leonard S. Marcus, que recorre desde las fábulas de Esopo
-con un ejemplar de 1666 que sobrevivió al gran incendio de Londres- a Harry Potter, entre otros hitos de la pequeña literatura.
En
la exposición, que se inaugurará el 21 de junio y se prolongará hasta
el 23 de marzo de 2014, Marus establece un curioso recorrido con rarezas
como los muñecos de peluche que recreaban a los personajes de
Winnie-the-Pooh o el ejemplar de "Alicia en el país de las maravillas"
que perteneció a quien la inspiró, Alice Liddell.
Entre objetos
como el paraguas con mango de loro que sirvió de inspiración a la autora
de "Mary Poppins", la australiana Pamela Lyndon Travers, o grabaciones
de "La telaraña de Carlota" recitado por su autor, E.B. White, en la
exhibición también se hila una sugerente argumentación sobre la cuestión
pedagógica.
"A lo largo de los últimos tres siglos, los adultos
pensaron que sabían lo que los niños querían, cuando ellos en realidad
querían algo muy diferente", asegura Marcus.
"Quizá los niños
están más interesados en dejar su imaginación volar. Desde un punto de
vista religioso, muchos pensaron que los libros de niños tenían que
poner en el camino de la salvación o la virtud. Otros, que tendrían que
aprender lecciones sobre el mundo. Pero Lewis Carroll decidió demostrar
que había que divertirse con todo, que la vida puede ser una experiencia
lúdica y la imaginación puede ser un gran placer", señala Marcus.
"Alicia
en el país de las maravillas", divertimento perverso de un matemático
genial, o "Donde viven los monstruos", que introdujo conceptos
psicoanalíticos, dejaron de infravalorar la mente del niño, según el
comisario.
"Sendak pensaba que era absurdo apartar a los niños de
la realidad y que era mejor contarla en el marco de una historia que la
hiciera comprensible. Y que, además, les haga ver que no están solos en
sus preocupaciones", añade.
En "Donde viven los monstruos", así
como en "La invención de Hugo Cabré", también brillan por sus
ilustraciones, que según Marcus, "tienen una calidad que no desentonaría
en un museo".
Y la exposición, cuyo nombre completo es "El ABC
de esto: por qué los libros para niños importa", también ilumina
pasajes censurados de algunos clásicos, como "Huckleberry Finn" o "Pippi
Långstrump".
"Pippi era una chica que vivía sin padres, que nunca
iba a la escuela, que tenía un caballo que montaba en casa... era una
niña de verdad salvaje. Los adultos pensaron que no era un modelo para
niños", asevera Marcus.
Así, el comisario se enorgullece de que
una institución como la Biblioteca Pública de Nueva York se quite los
prejuicios y mire de tú a tú a la literatura infantil.
"La
biblioteca es uno de los lugares más democráticos que el mundo ha creado
y el acceso a la información da al ciudadano poder y libertad",
concluye.