Este es el hombre de la diatriba
Esos son los dos epítetos que al que suscribe le han caído, reciente y públicamente, en compañía de otros once ciudadanos.
El dispensador del epíteto, el caballero al que pueden observar en la
fotografía a la izquierda de estas líneas: Ignacio Echevarría. El
motivo, la respuesta dada por los así aludidos a la pregunta que lanzó
recientemente el diario ABC sobre la mejor novela española del siglo XXI. Los supuestos despistados y atolondrados optamos por señalar La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa, que fue la que finalmente se alzó con el triunfo.
Dos precisiones preliminares. Primera: no creo absolutamente nada en este tipo de encuestas, por diversas razones de las que más adelante explicitaré alguna; si uno responde es más por cortesía hacia las personas que promueven el sondeo que por convicción de su utilidad. Segunda: partiendo de lo anterior, ni el asunto ni su glosa tienen demasiada importancia; tan sólo se trata de examinar, y esto puede ser más relevante, cómo suelen despachar sus veredictos los opinadores de la prensa española. En el caso de Echevarría se da además la agravante de reincidencia: ya juzgó anteriormente otra encuesta, permitiéndose ironizar, en aquella ocasión, sobre los escritores que daban los títulos de las obras a veces en la lengua original y a veces en castellano, sin saber (ni haber indagado, claro) que los encuestadores habían reclamado el título en la lengua en que se hubiera leído el libro en cuestión, que unas veces resultaba ser la original y otras su versión castellana.
En síntesis, el despiste y atolondramiento de los que votaron por la novela de Vargas Llosa derivarían del hecho de que se trata de una novela firmada por un peruano de nacimiento sobre un tema dominicano (lo que, por lo visto, la desespañoliza irreparablemente, aunque Vargas Llosa tenga pasaporte español y haya residido en España desde los años 60). Todo ello, agravado por la circunstancia de que, habiendo sido publicado en el 2000, el libro se escribió en 1999.
Quizá hubiera ayudado a Echevarría a ponderar mejor su juicio sobre el asunto la lectura de la petición concreta que se les hizo a los encuestados. Conservo la que recibí, y para terminar de poner toda la información sobre la mesa, voy a transcribirla:
Una encuesta para elegir la mejor novela en lengua española (es decir que valen las dos orillas del Atlántico) desde el año 2000 (aproximadamente, valdría desde finales de los 90) hasta hoy, es decir algo así como la mejor novela en español del siglo XXI.
A veces, con la acumulación de tareas, uno hace las cosas deprisa. Pero algunos conservamos el prurito de que esa urgencia no nos lleve a responder al tuntún. Como puede observarse, Vargas Llosa y su novela caben perfectamente en los márgenes de la consulta, por lo que ningún despiste ni atolondramiento cabe imputar a quienes lo eligieron. Despistada y atolondrada es, en cambio, la opinión del severo censor Echevarría, que, como tantos en esta piel de toro, despacha sus calificativos sin tener la información pertinente al caso. Una información que es muy fácil de obtener, por cierto. No tenía más que haberse dirigido a cualquiera de los que respondieron la encuesta, y a los que no tiene problema para acceder. Desde luego, no al que suscribe, que le habría atendido gustosamente.
Otra cuestión será que a Echevarría le guste más o menos Vargas Llosa, o que tenga otros candidatos como Bolaño (sobre cuya españolidad estaría dispuesto a comprarle el argumento, aunque vino más tarde que Vargas Llosa a España, por lo que no se entiende que a éste le dispute la condición). O como Ferrer Lerín, al que también muy a la ligera presume que los encuestados desconocemos. No puedo hablar por otros, pero en mi caso lo conozco y aprecio, tanto personalmente como en sus obras, que además defendí en cierta ocasión en un jurado de un premio al que fue candidato. Otra cosa es que me parezca mejor novelista que Vargas Llosa; como otros muchos, me temo, no me atrevería a sustentar esa afirmación. Tampoco respecto de Bolaño; a partir de un nivel de calidad que a ninguno de los mencionados puede disputarse, cada cual tiene sus gustos y preferencias.
Por mi parte, descreo de las restricciones con que se plantean estas encuestas, comenzando por la de señalar una ganadora absoluta sin haber podido leerlo todo. También me habría gustado que en ésta no se redujera el campo a la novela, y que cupiera cualquier tipo de narrativa. Creo que no habría votado por la novela de Vargas Llosa (que, pareciéndome excelente, no creo que sea la mejor de las suyas) sino por un libro de cuentos de un autor, éste sí, indiscutiblemente español.
En fin, sirva el caso como ejercicio ilustrativo. Y tentémonos mejor la ropa todos los que opinamos, y este blog no es una excepción, antes de juzgar, y escribir, que es despiste y atolondramiento ajeno el despiste y atolondramiento propio.
/blog.lamirilla
Dos precisiones preliminares. Primera: no creo absolutamente nada en este tipo de encuestas, por diversas razones de las que más adelante explicitaré alguna; si uno responde es más por cortesía hacia las personas que promueven el sondeo que por convicción de su utilidad. Segunda: partiendo de lo anterior, ni el asunto ni su glosa tienen demasiada importancia; tan sólo se trata de examinar, y esto puede ser más relevante, cómo suelen despachar sus veredictos los opinadores de la prensa española. En el caso de Echevarría se da además la agravante de reincidencia: ya juzgó anteriormente otra encuesta, permitiéndose ironizar, en aquella ocasión, sobre los escritores que daban los títulos de las obras a veces en la lengua original y a veces en castellano, sin saber (ni haber indagado, claro) que los encuestadores habían reclamado el título en la lengua en que se hubiera leído el libro en cuestión, que unas veces resultaba ser la original y otras su versión castellana.
En síntesis, el despiste y atolondramiento de los que votaron por la novela de Vargas Llosa derivarían del hecho de que se trata de una novela firmada por un peruano de nacimiento sobre un tema dominicano (lo que, por lo visto, la desespañoliza irreparablemente, aunque Vargas Llosa tenga pasaporte español y haya residido en España desde los años 60). Todo ello, agravado por la circunstancia de que, habiendo sido publicado en el 2000, el libro se escribió en 1999.
Quizá hubiera ayudado a Echevarría a ponderar mejor su juicio sobre el asunto la lectura de la petición concreta que se les hizo a los encuestados. Conservo la que recibí, y para terminar de poner toda la información sobre la mesa, voy a transcribirla:
Una encuesta para elegir la mejor novela en lengua española (es decir que valen las dos orillas del Atlántico) desde el año 2000 (aproximadamente, valdría desde finales de los 90) hasta hoy, es decir algo así como la mejor novela en español del siglo XXI.
A veces, con la acumulación de tareas, uno hace las cosas deprisa. Pero algunos conservamos el prurito de que esa urgencia no nos lleve a responder al tuntún. Como puede observarse, Vargas Llosa y su novela caben perfectamente en los márgenes de la consulta, por lo que ningún despiste ni atolondramiento cabe imputar a quienes lo eligieron. Despistada y atolondrada es, en cambio, la opinión del severo censor Echevarría, que, como tantos en esta piel de toro, despacha sus calificativos sin tener la información pertinente al caso. Una información que es muy fácil de obtener, por cierto. No tenía más que haberse dirigido a cualquiera de los que respondieron la encuesta, y a los que no tiene problema para acceder. Desde luego, no al que suscribe, que le habría atendido gustosamente.
Otra cuestión será que a Echevarría le guste más o menos Vargas Llosa, o que tenga otros candidatos como Bolaño (sobre cuya españolidad estaría dispuesto a comprarle el argumento, aunque vino más tarde que Vargas Llosa a España, por lo que no se entiende que a éste le dispute la condición). O como Ferrer Lerín, al que también muy a la ligera presume que los encuestados desconocemos. No puedo hablar por otros, pero en mi caso lo conozco y aprecio, tanto personalmente como en sus obras, que además defendí en cierta ocasión en un jurado de un premio al que fue candidato. Otra cosa es que me parezca mejor novelista que Vargas Llosa; como otros muchos, me temo, no me atrevería a sustentar esa afirmación. Tampoco respecto de Bolaño; a partir de un nivel de calidad que a ninguno de los mencionados puede disputarse, cada cual tiene sus gustos y preferencias.
Por mi parte, descreo de las restricciones con que se plantean estas encuestas, comenzando por la de señalar una ganadora absoluta sin haber podido leerlo todo. También me habría gustado que en ésta no se redujera el campo a la novela, y que cupiera cualquier tipo de narrativa. Creo que no habría votado por la novela de Vargas Llosa (que, pareciéndome excelente, no creo que sea la mejor de las suyas) sino por un libro de cuentos de un autor, éste sí, indiscutiblemente español.
En fin, sirva el caso como ejercicio ilustrativo. Y tentémonos mejor la ropa todos los que opinamos, y este blog no es una excepción, antes de juzgar, y escribir, que es despiste y atolondramiento ajeno el despiste y atolondramiento propio.
/blog.lamirilla