Fue el principal interlocutor de Jean-Paul Sartre o Marguerite Duras en el mundo de la edición
Robert Gallimard, un discreto editor. Fue director de La Pléiade./elpais.com |
Robert Gallimard fue un hombre discreto pero clave en la historia de
la prestigiosa editorial francesa con el mismo nombre. Apoyo firme de su
tío, Gaston, fundador del negocio centenario en 1911, y de su sobrino
Antoine, director de la misma desde hace 25 años, falleció el sábado a
los 87 años de edad. Muy amigo de Albert Camus, fue también el principal
interlocutor de autores tan míticos como Jean-Paul Sartre o Romain
Gary, y dirigió la colección de La Pléiade.
Nacido el 12 de noviembre de 1925, era el hijo de Jacques, el hermano
pequeño de Gaston. Fue durante un tiempo jugador de rugby, ingresó en
la editorial de la calle parisiense de Sébastien-Bottin a los 23 años,
en 1949, después de que lo hicieran dos de sus primos. Desde 1949
compartió la oficina con dirigentes del departamento de cesiones.
Durante las cuatro décadas que estuvo en el negocio, fue también un
miembro destacado del comité de lectura, sentado en su día a la derecha
de Gaston.
“Me inicié a la literatura con El extranjero” de Albert
Camus, recordaba el editor en un recientemente programa televisivo
dedicado al Premio Nobel de Literatura. “Antes solo me interesaban el
deporte y las chicas”, añadía. Conoció al escritor en persona antes de
ingresar en el negocio familiar, en plena guerra, en 1943, en el París
ocupado por los nazis. “Nos hicimos muy amigos por motivos anexos… me
dijo que había oído que me gustaba el rugby, que él jugaba antes al
fútbol y que íbamos a hacernos amigos”, recordaba.
Una vez en Gallimard, pronto le encargaron la edición de las obras de
Sartre, al que siguió hasta la muerte del filósofo en 1980. Fue así su
principal interlocutor en la editorial, al igual que lo fue de
Margueritte Duras o de Romain Gary. Fue de hecho el primero en ser
informado de la doble identidad de Gary, quien escribía también bajo el
seudónimo de Émile Ajar y que se convirtió así en el único autor en
recibir dos veces el Premio Goncourt.
Casado en 1952 con Renée Thomasset, retomó en 1960 las riendas de la
colección de la Pléiade, considerada como uno de los olimpos de la
literatura mundial. Su primer gran golpe será hacer entrar en la
prestigiosa biblioteca a Louis-Ferdinand Céline en 1977. El mismo
Céline, según recuerda el diario Le Figaro, le había aconsejado dejar el mundo de la edición para poner una ferretería, “porque clavos siempre nos harán falta”.
Aunque considerado como apolítico, su círculo se movía sobre todo
entre autores de izquierdas. El escritor Philippe Sollers recuerda en el
diario Le Monde que fue “un hombre de gran educación,
inteligente, muy abierto: mientras que Claude Gallimard [hijo de Gaston]
se ocupaba de los autores más académicos, él animaba a los más
subversivos”.